¿Qué es leer a Agota Kristof?
Leer a Agota Kristof es un recorrido por los temores, los deseos, las pesadillas y la devastación. También es tener la experiencia única de encontrarse con una escritora que puede crear destellos de belleza en un campo minado, en un personaje destrozado o en los pliegues del apocalipsis.
Leer a Agota Kristof es encontrarse con una parte aterradora de nuestra alma. Es el espanto de saber que se puede sobrevivir, que el fin no llega nunca, ni la calma, ni la redención.
Es abrir su novela y que se agolpen ante nosotros un piano, un tigre y pájaros que caen muertos desde sus ramas con cada sonido.
Leer a Agota Kristof no es leer levantando la cabeza, es leer apretando los párpados con frases como: “Incluso puedo decir que tuve una infancia feliz, porque no sabía que existieran otras infancias”, o “cierro los ojos, y todo el horror de mi vida presente me salta a la cara”, o “En mi cabeza, un camino pedregoso me lleva hasta el pájaro muerto. —Entiérrame— me pide, y en los ángulos de sus miembros rotos los reproches se mueven como versos”.
Leer a Agota Kristof es el deseo de que el horror esté en otra parte y no ahí, al frente nuestro. Nadie puede permanecer en el mismo lugar después de leerla. Es un aviso de que algo está ocurriendo y ella nos lo está señalando.
En la novela Ayer, nos embisten pasajes como:
“Ayer dormí mucho tiempo. Soñé que estaba muerto. Veía mi tumba. Estaba abandonada, cubierta de malas hierbas.
Una anciana se paseaba entre las tumbas. Le pregunté por qué no cuidaba la mía.
—Es una tumba muy antigua —me decía—. Mira la fecha. Ya nadie conoce a quien está enterrado aquí.
Yo miré. Era el año en curso. No supe qué responder”.
Ayer narra la vida de un muerto: Sándor Lester y su desesperación por dejar de ser quién es.
Todos recordaremos qué estábamos haciendo el día que leímos por primera vez a Agota Kristof.
Agota Kristof, Ayer, Traducción de Ana Herrera, Libros del Asteroide, 110 págs., 2021.
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