Se podría decir inicialmente que este trabajo apunta a una descripción de eventos que llevaron a la Guerra de Corea. Pero cierto es que el verdadero motor que impulsó su realización fue la intención de lograr una conciencia, aunque ínfima, más allá de los hechos descriptivos. Este podría resultar un aporte escaso (pero aporte al fin, si así corresponde calificarlo) a una necesaria y nueva visión de la historia, visión que quizás no debería darse siempre el lujo de prescindir de las sensaciones e impresiones más íntimas de los protagonistas. Así, es entonces imprescindible compartir no sólo algunos hechos cercanos geográficamente, sino todos los sucesos del mundo que nos afectan como humanidad.

Introducción

La Guerra de Corea no es una de esas guerras que han dado que hablar en el mundo entero. Malacostumbrado a observar acontecimientos que se sucedían únicamente bajo sus narices, Occidente recuerda dos grandes “guerras mundiales” – que, según la postura de varios estudiosos, no involucraron al “mundo”-. Otro hecho bélico de cierta fama (ya adentrándonos en tierras asiáticas) fue sin duda la guerra de Vietnam, pero una vez más se supo del mismo mayormente por la noticia del decaimiento y posterior derrota de los Estados Unidos, potencia occidental.

Así es como, a la sombra de otros sucesos del globo, la guerra en Corea acuñó el penoso nombre de “La Guerra Olvidada”.

Sin embargo, desde el fin de la guerra civil en Corea en el año 1953, ya no la cosmovisión de un solo país o bloque, sino la global, tomó tímidas cartas en los asuntos acontecidos en la península. Ahora sí pues, el mundo tendría su participación en el racconto de los hechos propiamente históricos (aunque, para qué mentir, aún pecan por su escasez libros de “Historia Universal” que incluyan al  continente asiático como parte integral de la historia…). Si contamos aquellos que nos relatan que efectivamente hubo una guerra en Corea, éstos suelen describirnos batallas, influencias extranjeras, tomas de ciudades, y nos aportan fechas hasta el hartazgo de cada uno de los eventos descriptos. Si deciden ahondar en detalles, nos hablan de ciertos movimientos sociales mientras nos informan, con fríos datos estadísticos, la cantidad de muertos y heridos, sin olvidar resaltar las cuantiosas pérdidas materiales.

Y hete aquí, el problema de mirar con ojos vacíos de alteridad. El pensar que aquello que afecta a algo tan lejano geográficamente, es incompatible con nuestro modo de vida, y no debería, por tanto, preocuparnos como conjunto humano.

La primera reacción ante tal falta contra nuestra propia naturaleza debería ser, entonces (y complementando los hechos históricos que necesariamente nos aportan al estudio), mirar detrás de las estadísticas. Sólo profundizando en las vivencias de un pueblo como el coreano que vio a su nación partirse en dos (dejando, a uno y otro lado, seres queridos, memorias y años de vida) podremos entender por qué la necesidad de comenzar nosotros una Lucha -ahora sí, Mundial- Contra el Olvido.

Lo que nos cuenta la historia

– Acontecimientos previos a la guerra (1905-1949)

A comienzos del siglo XX, Japón realizó los primeros intentos de expansión hacia la zona continental asiática. Mediante el tratado del 17 de Noviembre de 1905, Corea pasó a ser, en primera instancia, protectorado del gobierno japonés. La escasa soberanía que aún poseía el emperador Kojong de la dinastía Yi coreana, fue decayendo rápidamente ante el poderío japonés en la península. Los sucesivos intentos de su parte apelando a las naciones extranjeras por su intervención en el asunto sólo lograron la reacción japonesa, por lo que Kojong tuvo que finalmente abdicar al trono, siendo exiliado a la isla de Cheju. Si bien fue sucedido por su hijo Sunjong, éste fue simplemente un títere del gobierno japonés. Cabe destacar que algunas de las naciones que no ayudaron a Corea en este crítico momento fueron las que luego, curiosamente, intervinieron en la guerra civil.

Ante los confusos sucesos descriptos, los habitantes de la península comenzaron a organizar levantamientos armados. Sin embargo, no pudieron evitar aquello que ya se percibía en el ambiente: el 22 de agosto de 1910 el Emperador Sunjong fue forzado a aprobar el Tratado de Anexión.

La colonización japonesa en territorio coreano duró 30 años. Entre las memorias recolectadas sobre este triste período, podremos encontrar que quedaron sin efecto todos los tratados o acuerdos internacionales que Corea hubiese firmado hasta el momento. Diarios y revistas fueron censurados o hasta vieron su circulación interrumpida; la lengua coreana y el estudio de la historia de la península fueron prohibidas, viéndose las familias obligadas a aprender el idioma japonés y a utilizar el estilo también japonés para la conformación de sus nombres. Asimismo, miles de personas fueron arrestadas y torturadas. Para Japón, Corea no sólo era una gran fuente de recursos naturales, sino también la plataforma ideal para seguir proyectándose hacia el interior del continente. Para aquellos ambiciosos propósitos resultaba necesario asentarse completamente transformando los sistemas de comunicación y transporte, además de inaugurar industrias y realizar ciertos cambios en la economía. De esta manera Japón realizó un muy cuestionado “aporte” a la península coreana, la que rápidamente se modernizó.

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Estudiantes en el Movimiento del 1ero de Marzo de 1919 (imagen extraída de NAHM, Andrew en Korea, Tradition & Transformation, pág. 269

Durante los siguientes años de la ocupación, fueron surgiendo numerosos movimientos y marchas pidiendo por la liberación. Japón, al mismo tiempo, ingresó como participante activo en la Segunda Guerra Mundial.

En Noviembre de 1943 se realizó una cumbre en El Cairo, a la cual asistieron el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, su par británico Winston Churchill y el General Chiang Kai-shek de China. Como resultado de la misma, el 1ero de Diciembre se firmó la Declaración que abogaba que “Corea sería libre e independiente a su debido tiempo”. Esta frase fue interpretada por los coreanos como “cuando Corea sea liberada de Japón”.

En Febrero de 1945, Stalin aceptó unirse a los Aliados contra las fuerzas japonesas, recibiendo pronto Japón el ultimátum de Postdam para su rendición incondicional. En forma simultánea, norteamericanos y soviéticos comenzaron a trabajar en la sincronización de operaciones militares contra Japón si éste se negaba a aceptar el ultimátum de Postdam.

Así fue como la URSS penetró el territorio coreano por el norte y avanzó mucho más rápidamente que las fuerzas norteamericanas. Estados Unidos se veía incómodo ante esta situación, por lo que consideró necesario establecer una línea de demarcación para evitar una exagerada expansión soviética hacia el sur. De esta manera nació la línea de demarcación militar sobre el paralelo 38. Stalin no se negó al establecimiento de la misma, y según lo acordado entonces las tropas soviéticas desarmaron a las fuerzas japonesas, ocupando los territorios al norte del paralelo. Al momento de la partición del país, el norte poseía un 55% del territorio total, mientras que Estados Unidos tenía el 45%. Cuando la ocupación del norte fue completa y todas las fuerzas japonesas estaban siendo repatriadas, 300 comunistas coreanos que se encontraban en la URSS regresaron a Corea bajo las órdenes de Kim Il-Sung, quien poseía el grado de Mayor en el Ejército Soviético. Con el apoyo de la URSS, Kim Il-Sung fue ascendiendo escalones rápidamente, mientras que de a poco se iban acrecentando las migraciones hacia el sur.

Del lado sur, los norteamericanos habían conseguido también un rápido desarme de las tropas japonesas sin grandes incidentes. Sin embargo, Andrew Nahm explica que “Las fuerzas de ocupación norteamericanas arribaron a Corea sin ningún tipo de plan más que lograr el desarme de las tropas japonesas y evacuar a los japoneses del sur de Corea. No poseían conocimientos de la historia coreana, la cultura, o de las condiciones económicas y sociales, y nadie hablaba el idioma coreano” [1]. Por otro lado, las tropas norteamericanas que tan bien habían sido recibidas por los coreanos, pronto se vieron despreciadas al tomar acciones poco favorables a los ojos del pueblo (como ser, mantener al menos por un tiempo a los oficiales japoneses en el gobierno). Si bien las libertades de expresión y de religión fueron restauradas con el tiempo, y algunos cargos dejados en manos de coreanos, lo cierto fue que las altas decisiones políticas estaban a cargo de los norteamericanos. Esta situación pronto creó una intensa confusión política.

El 24 de Diciembre de 1945 Gran Bretaña, Estados Unidos y la URSS firmaron el Acuerdo de Moscú, el cual establecía que Corea sería puesta bajo administración fiduciaria de los Aliados por un período de 5 años, con miras a la conformación de un gobierno coreano. Es importante mencionar que este acuerdo rompía con las expectativas del pueblo de Corea, que soñaba con verse libre una vez acabada la colonización japonesa. El Acuerdo fue inicialmente rechazado, pero luego aceptado por el Norte, aunque de desconocen los exactos motivos de este cambio de decisión. Al ver el Sur esta reacción, el sentimiento anti-comunista creció fuertemente. Para calmarlo, la Unión Soviética dio a conocer que el cerebro detrás del Acuerdo de Moscú siempre había sido Estados Unidos, por lo que el desprecio hacia los norteamericanos creció aún más.

De esta manera, las constantes idas y venidas en la lucha de las dos potencias extranjeras sumergidas en la llamada “Guerra Fría”, terminaron por victimizar la península. Si bien a ambos lados diversos grupos netamente coreanos ayudaron a establecer las ideologías comúnmente enfrentadas, la historia podría haber sido muy diferente sin la constante intervención foránea.

En el lado Sur se llevaron a cabo elecciones que dieron como resultado el establecimiento de la República de Corea el 15 de agosto de 1948, al cumplirse 3 años de la liberación. El lado Norte entonces llamó a una conferencia con el Sur, a la que no asistió ningún representante de la susodicha región. Finalmente, el Norte resolvió no reconocer los resultados de la elección y, el 9 de Septiembre del mismo año, fue creada la República Popular Democrática de Corea.

– La Guerra de Corea (1950-1953)

Si bien visiblemente opuestas en cuanto a ideologías e intereses, el sur y el norte siempre coincidieron en una meta final: lograr la Reunificación.

Una versión nos indica que luego de una serie de incidentes provocados por milicias norcoreanas apenas por debajo del paralelo 38, el Sur incrementó su preocupación ante ataques mayores. El Sur pudo contrarrestar varios movimientos del Norte, sin embargo aún no se encontraba preparado para combatir una guerra de gran escala. Una segunda versión apela a que las hostilidades de ambos lados dieron como consecuencia el estallido de la guerra. Asimismo, otra versión muy reciente nos cuenta sin embargo que un año antes del inicio de la guerra, el Sur junto a tropas norteamericanas realizaron numerosos ataques de pequeña escala que fueron decisivos para el subsiguiente choque final.[2]

Independientemente de lo anterior, China aceptó un tratado de mutua defensa con Corea del Norte, y a su vez permitió el paso de aprovisionamiento soviético a través de Manchuria. Mientras que las tropas norcoreanas poseían prácticamente todo lo que necesitaban para iniciar acciones bélicas, Corea del Sur se hallaba bastante lejos de esa situación ya que las milicias norteamericanas se habían retirado del territorio por orden del Presidente Truman.

 Civiles en medio de la guerra.


Civiles en medio de la guerra.

En la mañana del domingo 25 de Junio de 1950, alrededor de 55.000 tropas abrieron fuego y cruzaron la línea de demarcación hacia el Sur, sin encontrar a su paso demasiada resistencia. Tan sólo tres días después se logró la captura de Seúl, forzando de esta manera al gobierno surcoreano a migrar a la ciudad de Taejôn (aún más hacia el sur). Enterado de estos sucesos, el Presidente Truman ordenó apoyo aéreo, terrestre y naval para las fuerzas surcoreanas. Las tropas enviadas fueron fácilmente derrotadas por Norcorea, por lo que Estados Unidos pidió al Comité de Seguridad de las Naciones Unidas que identificara a Corea del Norte como agresor, para así enviar fuerzas de las Naciones Unidas al territorio.

Hoy en día, se sabría que Corea del Norte no tenía intenciones de extender la guerra por toda la península. Según nos cuenta Andrew Nahm, Norcorea habría cometido tres graves errores pensando que:

– con la toma de Seúl el gobierno surcoreano se rendiría incondicionalmente

– Estados Unidos no intervendría en el conflicto

– miles de miembros secretos pro-norte en el Sur ayudarían al convencimiento de la totalidad de la población surcoreana para facilitar el control

Luego de una espera de tres días para una posible rendición del gobierno surcoreano, Kim Il-Sung ordenó avanzar aún más sobre el sur. Así fue como prontamente tomaron la ciudad de Taejôn y una vez más el gobierno del Sur debió emigrar. El destino fue la ciudad de Taegu, y para este momento prácticamente la totalidad de la península se encontraba ya en manos norcoreanas (Ver mapa).

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Situación de la península en Septiembre de 1950.

Mediante un gran esfuerzo y con la ayuda de las tropas norteamericanas, las fuerzas del Sur repelieron a los coreanos del Norte y llegaron a Seúl, recuperándola el 28 de Septiembre. Estados Unidos suspendió su política pura y exclusivamente de contención, y con el consentimiento de las Naciones Unidas inició una nueva política de hacer retroceder a las tropas norcoreanas cruzando el paralelo 38 e ingresando a su territorio. Mientras tanto, Kim Il-Sung solicitaba asistencia militar tanto de China como de Rusia. Pyongyang, capital del Norte, cayó pronto en manos de las fuerzas de las Naciones Unidas, y el gobierno de Corea del Sur regresó a Seúl. Lo que entonces se perfilaba como una casi segura victoria del Sur, se vio rápidamente desvanecido. La ayuda militar proveniente de China y la URSS se hizo presente y empujó a sus enemigos hacia el Sur nuevamente. Las batallas así se continuaron sin una clara visualización de fin de conflicto.

Fue el 23 de Junio de 1953 que la Unión Soviética dio a conocer sus deseos de un armisticio, lo que fue aceptado por los aliados en el Sur. Las negociaciones comenzaron con ciertas dificultades debido a inconformismos en diversos menesteres que se trataron en las reuniones. La posición del Presidente de la República de Corea, Syngman Rhee, complicó aún más el entorno: era ferviente defensor de la idea de que “la tregua sin victoria significaría un acto de suicidio nacional” [3]. Al abogar por el total desarme de las tropas norcoreanas para un cese al fuego, su postura resultó inaceptable.

Finalmente, el armisticio fue firmado el 27 de Julio de 1953 en Panmunjom, en una corta ceremonia de 20 minutos. Así, quedaba establecida el área de demarcación militar en un ancho de 241,4 km de oeste a este aproximadamente, y una franja de 2 km tanto hacia el sur como hacia el norte a partir de la línea de demarcación. Este espacio a uno y otro lado de un total de 4 km es lo que se conoce como la DMZ (o zona desmilitarizada).

La Guerra de Corea causó un promedio de 3 millones de muertos entre soldados y civiles de ambos lados, sin contar la cantidad de personas heridas o desaparecidas. Miles de niños quedaron huérfanos, lo que luego provocó una ola de adopciones de parte de familias de Estados Unidos, y fue este hecho en particular (la llegada masiva de los huérfanos a Occidente) lo que hizo de alguna manera comprender a los habitantes de Estados Unidos la magnitud del desastre de la Guerra de Corea.

Lo que se encuentra detrás de la historia

– Otra cara de la DMZ (zona desmilitarizada)

a) Sensaciones: impresión sobre la DMZ

Si bien encontrar información sobre la zona desmilitarizada, o específicamente sobre el área de seguridad conjunta donde se firmó el armisticio (Panmunjom), no es tarea complicada, sí es cierto que para el propósito de este trabajo la profundización se dificulta. Al fin y al cabo, las fuentes nos proveen de la susodicha información, pero no pueden llenarnos –al menos en gran medida- de encontradas sensaciones.

A medida que uno se acerca a Panmunjom, el paisaje comienza a mutar notoriamente. Lo que en un principio era una ruta como cualquier otra, de pronto empieza a tomar un claro corte militar. El río que acompaña a uno en el camino, inicialmente libre, se ve pronto cercado de alambrado. Asimismo, van apareciendo también tímidas casillas de vigilancia, fusionadas con el intenso verde de estación y el reflejo de las aguas. Entre todos forman –quizás sin proponérselo- un conjunto de advertencias para el viajero más desprevenido. La sensación en esos momentos no puede describirse más que como un acallar sereno pero persistente de la naturaleza ante un “algo” que aún nos es desconocido.

Una vez atravesados los puestos de control pertinentes, se accede al Campo Bonifas, donde se concentran las fuerzas de las Naciones Unidas. Bajo el sugestivo lema de “In Front of Them All” (“Frente a Todos Ellos”) nos invitan a ingresar a los establecimientos. Por supuesto, esta invitación implica un estricto control por tratarse de una zona militar: todo lo que allí sucede ha obtenido previamente una autorización oficial. Las fotografías son permitidas únicamente desde puntos ya preestablecidos, y la prohibición de hacer cualquier tipo de señal hacia el Norte es remarcada constantemente.

Nombres de lugares como el Puente del No Retorno, o de acontecimientos como el Incidente del Asesinato del Hacha [4], no hacen más que aumentar la tensión de la atmósfera.

Al arribar a la Casa de la Paz [5], el aire del ambiente se torna pesado, como probable consecuencia ante la acumulación de aquella tensión. Muy pronto aparece frente a uno el imponente edificio central de Panmungak, contraparte de la Casa de la Paz y de Panmunjom en el lado Norte. A escasos metros, se dibuja claramente en el suelo la línea de demarcación, y es allí cuando uno toma verdadera conciencia del lugar en el que se encuentra.

 Los buses para visitantes que circulan por Panmunjom están supervisados (imagen extraída de KIRKBRIDE, Wayne en Panmunjom, Facts about the Korean DMZ, pág 25).

Los buses para visitantes que circulan por Panmunjom están supervisados
(imagen extraída de KIRKBRIDE, Wayne en Panmunjom, Facts about the Korean DMZ, pág 25).

Vista desde Panmunjom: al fondo, el edificio central de Panmungak; a la izquierda, las casillas de la Comisión Militar de Armisticio.

Vista desde Panmunjom: al fondo, el edificio central de Panmungak;
a la izquierda, las casillas de la Comisión Militar de Armisticio.

Si uno oyó hablar o leyó sobre el tema con cierto grado de interés, la sensación entonces es una mezcla extraña de tensión y ansiedad. Inevitablemente se suman los pensamientos sobre las familias separadas, sobre todo lo vivido en la región, sobre la importancia histórica y emocional del lugar donde uno se halla simplemente parado. Y mientras se observa al Norte con atención –quizás buscando un nuevo “algo” que no se puede con certeza identificar– la alteridad toma forma concreta y seduce con dulce misterio.

“¿Qué habrá detrás de las montañas?”

“¿Cómo es la vida sorteando las versiones de los medios de comunicación?”

“¿Qué tanto es verdad y qué tanto es mentira?”

Las preguntas revolotean en la cabeza y lamentan no hallar una respuesta. El paso por la Comisión Militar de Armisticio [6], escenario de la firma del cese al fuego, aumenta sin duda las interrogantes.

Sobre el final del recorrido, no se puede evitar un poco de sorpresa al llegar a la tienda de recuerdos que también se encuentra en Panmunjon. Luego de tanta tensión, la aparición de ésta produce una sensación de irrealidad. Y dentro de la tienda, la venta descomunal de souvenirs no precisamente coreanos resulta algo difícil de digerir. Esto simplemente añade un ítem más a lo que se pudo ir vislumbrando durante todo el recorrido: la presencia extranjera en el Sur es más fuerte de lo que uno inicialmente se imaginaba, y quizás no se pueden evitar nuevas preguntas: ¿Qué tan beneficiosa resulta la presencia extranjera en un conflicto tan propio de una sola nación? ¿Se lograría avanzar más hacia el objetivo de la Reunificación sin la intervención de estas potencias?

b) Realidades: la vida en la DMZ

Si atravesar la zona desmilitarizada como mero paseo resulta para el visitante un trabajo estresante, entonces saber de la existencia de civiles viviendo allí el día a día sin duda acaba asombrando.

Por más extraño que parezca, este es el caso del pueblo de Taesong-dong o “Pueblo del Gran Éxito”, apenas adyacente a la línea de demarcación sobre el lado Sur. Al realizarse la construcción de Panmunjom con la estructura que se conoce, los residentes optaron por permanecer en el lugar a pesar de las complicaciones que esto pudiese generarles. Así es entonces como soportan el estricto control que no hace con ellos excepción. Como parte de esta supervisión, su salida y entrada a la zona está vigilada constantemente, y todos los habitantes deben estar dentro de sus hogares para las 23:00 hs. Interesante es el hecho de que como ciudadanos surcoreanos deben atenerse a las leyes de su gobierno, pero en su caso particular están no sólo exentos de realizar el servicio militar sino también de pagar impuestos. Administrativamente, por otro lado, responden a la intendencia del distrito de la ciudad de Paju, en la provincia de Gyeonggi.

Fuera de estas condiciones, su vida parece girar en torno a las cosechas y lo más natural que la situación lo permita. Entre sus características más sobresalientes podemos remarcar que a pesar de ser una villa de extensión tan pequeña posee su propia escuela primaria, y además, una enorme torre en su centro -de aproximadamente 100 metros de altura- que hace flamear la bandera de la República de Corea. Esta señal es visible a varios kilómetros del lugar a causa de su inmensidad.

En un principio, el pueblo de Taesong-dong no sería el único en su tipo. Enfrentado a él, a 2 km sobre el lado Norte, se levanta a su vez el poblado de Kijong-dong o “Pueblo de la Paz”. Varias versiones nos cuentan que este asentamiento habría sido construido pura y exclusivamente para rivalizar y volcar una febril campaña de propaganda contra su opuesto. En pocas palabras, allí no habría siquiera habitantes.  Sin embargo, es un tanto arriesgado expresar convencimiento sobre el asunto ya que se tiene muy escasa información al respecto. Algunas fuentes del norte indican que el poblado cuenta con diversas facilidades como un jardín de infantes, una escuela primaria y un hospital. Aunque, aparentemente, las únicas personas que se avistarían en la zona serían trabajadores casuales del campo y de la construcción, sumándose a ellos solamente los soldados de la DMZ. A su vez, desde este poblado existiría un sistema de altavoces con la intención de transmitir anuncios sobre el gobierno del Norte a los lugareños de la villa de Taesong-dong.

Más allá de la confusión generada por la falta de datos concretos, es posible avistar plantaciones de ginseng en el Norte, y tal como su contraparte, el pueblo de Kijong-dong también cuenta con una gigantesca torre que flamea la bandera de la República Democrática Popular de Corea. Según otras fuentes, esta última habría sido construida como un nuevo signo de fortaleza ante el gobierno surcoreano. Su edificación fue posterior a la torre del Sur, pero es 60 metros más alta.

Es curioso cómo se ha bautizado a ambos poblados con otros nombres. El Sur se refiere al pueblo de Taesong-dong como Pueblo de la Libertad, mientras que la aldea de Kijong-dong recibe la denominación de Pueblo Propaganda debido al uso que se le daría a la misma.

– Primeros pasos hacia una Lucha Contra el Olvido

Algunas naciones han sabido, luego de cada guerra, adjudicar a sus enemigos una figura rozando lo demónico-ridículo, dándolo a conocer al mundo mediante el poder de la pantalla grande. Pocos se han salvado de este encasillamiento sin trasfondo histórico. Sin embargo, hay que admitir que durante años resultó una fórmula por demás exitosa para la visión occidental.

Al mismo tiempo, la mención de la Guerra de Corea en la mayoría de estas producciones estaba dada por el asunto bélico, eje del entretenimiento, y lo que en realidad sucedía en la península coreana detrás de milicias soviéticas y norteamericanas no tendría por qué ser el foco de la audiencia. Entre héroes y villanos, siempre más que definidos, luchar por el honor o la defensa de la patria (curioso, no estando uno siempre en su patria) era sin lugar a dudas la temática de preferencia.

Es entonces notable cómo en los últimos años, Corea ha decidido brindar su aporte alternativo a la consumición cultural del belicismo, dando a conocer una sensación cada vez más fuerte. En recientes películas como Joint Security Area (2000) y Taegukgi (“Hermandad”, 2004) la guerra civil es no eje, sino contexto, ante el deseo ferviente de una reunificación que posibilite reencuentros y amistades de dos “bandos” que nunca dejaron de ser una unidad. Se remarca así el hecho de que, al fin y al cabo, las ideologías presentes a cada lado del paralelo 38 podrían resultar con el tiempo -y con cierta molestia para algunas naciones- poco efectivas en el afán de mantener dividido a un pueblo que anhela reunificarse.

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Joint Security Area: Un incidente en la DMZ podría no ser lo que todos piensan.

 

Taegukgi: El fuerte lazo de dos hermanos frente a la guerra.

Taegukgi: El fuerte lazo de dos hermanos frente a la guerra.

Songwhan: La conflictiva repatriación de norcoreanos invita a reflexionar.

Songwhan: La conflictiva repatriación de norcoreanos invita a reflexionar.

El llamativo documental de tres horas Songhwan (“Repatriación”, 2003) resulta aún más intenso. Mientras su temática principal es la repatriación al Norte de prisioneros políticos acusados de ser espías, el director adquiere -sin parecer proponérselo- un papel esencial. A medida que realiza el trabajo documental, su opinión no puede evitar batirse entre aciertos y equivocaciones de los dos gobiernos y de los propios habitantes de la península. Logra una introspección de su propia historia, y aunque en un principio no dé esa impresión, se obtiene como resultado una de las visiones más objetivas sobre el tema. Esta mirada sincera y por momentos confusa de un ciudadano ante el conflicto, nos termina aportando un tipo de información que no abunda en los libros.

Bibliografía

• NAHM, Andrew C.; Korea, Tradition & Transformation; Edit. Hollym; Seúl; 1996

• GITTINGS, John; KETTLE, Martin;  US and S Korea accused of war atrocities: Inquiry uncovers secret of series of attacks by South on North; The Guardian; Gran Bretaña; 2000 (en http://www.hartford-hwp.com/archives/55a/099.html , entrada el 27/05/07)

• KIRKBRIDE, Wayne A.; Panmunjom, Facts about the Korean DMZ; Edit. Hollym; Seúl; 1998

[1] NAHM, Andrew C.; Korea, Tradition & Transformation; pág. 340

[2] GITTINGS, John; KETTLE, Martin;  US and S Korea accused of war atrocities: Inquiry uncovers secret of series of attacks by South on North (en http://www.hartford-hwp.com/archives/55a/099.html , entrada el 27/05/07)

[3] NAHM, Andrew C.; Korea, Tradition & Transformation; pág. 395

[4] Mejor conocido como “The Axe Murder Incident”

[5] Nombre del complejo construido justo frente a la línea de demarcación.

[6] Zona neutral donde se realizan las conversaciones norte-sur. La línea de demarcación militar corre en el exacto punto medio de las casillas.

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