Eric Jerome Dickey, originario de Memphis, Tennessee, fue el encargado de narrar los sucesos que cruzaron los caminos de juventud de Ororo Munroe (Storm, de los X-Men) y el príncipe T´Challa (Black Panther), ambos personajes unidos en matrimonio durante la guerra civil de los héroes de Marvel. Si bien esta serie titulada Tormenta: Amazona del viento, publicada en castellano por Panini es, de momento, el único trabajo de este autor que ingresó a nuestro país, Dickey es uno de los novelistas de mayor éxito en Norteamérica y cada una de sus novelas, entre las que se cuentan Pleasure, Chasing Destiny, Genevieve, Drive Me Crazy, Naughty or Nice, The Other Woman, Thieves’ Paradise, Between Lovers, Liar’s Game, Cheaters, Milk in My Coffee y Friends and Lovers entre otras, integran las listas de Best Sellers del New York Times.

Dickey cuenta también en su haber con la paternidad de Gideon, sicario profesional y protagonista de toda una serie de novelas negras. El excelente desempeño de Gideon en su especialidad hace que sus contratos tengan lugar alrededor de todo el globo, circunstancia ventajosa para el autor, que tiene que pasar largos periodos de tiempo viajando para documentarse, es así como sicario y narrador convergen en Buenos Aires para dar forma a una nueva aventura, Resurrecting Midnight, la que verá la luz en agosto de este año.

¿Cómo surge el personaje de Gideon?

Mirá, es un personaje que se va definiendo de a poco. Al comienzo no tenía en claro si iba a ser un personaje femenino o masculino. Yo venía de escribir varios protagonistas femeninos cosa que me empujó a que esta nueva serie de novelas tuviera un protagonista masculino. Al principio, lo imaginé como un hombre mayor; luego, a medida que la narración evolucionó, me di cuenta de que era mejor que fuera más joven. Creo que a lo que más se asemeja la evolución del personaje de Gideon es al Punisher de Garth Ennis, que dependiendo del arco argumental parece más viejo o más joven. Decidí no ser demasiado específico con la edad para dejarle esa libertad al lector; tampoco me preocupé por su nombre de nacimiento, ya que el propio Gideon no lo recuerda. Otro de los personajes es una mujer que puede o no ser su madre, es interesante jugar con esa tensión narrativa cuando uno crea este tipo de ficciones, jugar con lo oculto, con la espera del lector. Por ejemplo, nunca lo describí físicamente; el estilo de referencias que suelo usar son, por ejemplo, cuando Gideon se enfrenta físicamente a un tipo mucho mayor físicamente y piensa “este tipo es mucho más grande que yo”. Hago lo mismo con los personajes femeninos que aparecen en mis historias, nunca hablo de pesos, ni alturas, ni colores de pelo, sino que juego con otro tipo de descripciones; es como jugar a encontrar una manera diferente de describir a cada uno de los personajes. Me interesa más describirlos por sus acciones y motivaciones. En el último libro, hay un personaje femenino que se llama Hawkes, de quien lo único que digo es que tiene pelo largo y que piensa que tiene sobrepeso…

 ¿Ella piensa?

Sí, viste cómo son las mujeres… Gideon piensa que es flaca, y ella piensa que es gorda.

 ¿Ya conocés las circunstancias específicas que lo traen a Gideon a Buenos Aires?

Sí, viene por un contrato a buscar un paquete que tiene forma de megáfono y no se sabe muy bien qué es, es uno de los elementos de juego en la novela, algo parecido a lo que ocurre en Misión imposible 3. La entrega del paquete es aquí en Buenos Aires, es por eso que Gideon tiene que venir, muy al estilo de Godfather, alguien que no te importa en lo más mínimo te salvó la vida una vez y tenés que pagar el favor; esta misión es una devolución de favor. Es algo con lo que me gusta jugar porque está relacionado con la motivación del personaje, es algo que no quiere hacer para alguien con quien no quiere trabajar.

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Con la saga de Gideon vos viajás por todo el mundo, cuando venís a un lugar como Buenos Aires, ¿venís con toda la idea en la cabeza o la trama varía según tus observaciones del lugar en cuestión?

Justamente viajo para eso, para sumar todos los detalles posibles. Quiero que el lector piense que el personaje estuvo realmente en Buenos Aires; que la gente que lea este libro crea en la historia, que sea totalmente verosímil. No quiero que en mis libros suceda lo que en muchas otras ficciones, en donde por ejemplo tienen que ficcionar a un argentino y lo hacen hablar como chicano; quiero decir, si vas a escribir sobre otros países, documentáte. Si Gideon tiene que viajar desde San Telmo a Retiro, yo describo el recorrido, nombro las calles por las que va, si son doble mano o no, etc. Porque si yo tengo que escribir sobre Gideon, sobre Hawkes, o sobre Buenos Aires, todos ellos son personajes; la ciudad es un personaje más en la ficción. La cuestión es que todos hablan de arquetipos, si hablás de París, es la ciudad de las luces, de los enamorados, pero París tiene un lado oscuro también. En relación al personaje que escribas estarán los lugares que transites.

En todas las ciudades que visito me interesa ver la realidad no turística, aquí me detuve a observar diferentes protestas sociales, me interesa también en cada una de estas ciudades despertarme al alba y ver cómo amanece la ciudad, cómo encara el día el ciudadano común, ver cómo poco a poco la actividad va creciendo… Es interesante ver cómo en ciudades como Buenos Aires, en la estación de calor los bancarios salen a trabajar en traje y corbata, y uno los ve sudando y piensa “¡esto es una locura con este clima!”. Me gusta observar qué es lo normal en cada país. Por ejemplo, en Los Ángeles o en Manhattan, en las paradas de colectivo la gente se desespera por subir sin respetar el orden, hay una multitud enloquecida; acá en Buenos Aires, hacen una cola y la gente la respeta, es más políticamente correcto. Por lo que yo vi la gente es muy correcta, muy amable.

 ¿Cuánto tiempo te lleva hacer este tipo de investigaciones?

Es Variable. Fui a y volví de Londres en tres oportunidaddes, y hubiera ido más veces… pero también me gusta estar en casa. El tema es que aparte de escribir y producir los libros, cuando vuelvo a Los Ángeles –donde vivo-, tengo otra gran parte que tiene que ver con las promociones, las charlas, ¡y mi vida, claro! En este viaje, el primero que hago a Buenos Aires, me gustaría estar el tiempo necesario para no tener que regresar. Por lo general, cuando viajo por las distintas ciudades para desarrollar las historias, lo primero que hago es tomar un mapa de la ciudad y marcar los puntos donde se va a ir desarrollando la trama de mis historias, trato de que sean muchos para que la historia tenga más volumen, más acción, más vértigo.

 ¿Cuánto tiempo hace que te dedicás full time a ser escritor y cómo fue tu incidencia en el mundo del cómic?

Mi transición como escritor comenzó a comienzos de los ’90, antes fui programador de computadoras, profesor, actor – pequeños papeles en teatro; lo hacía de manera amateur, intenté llegar lejos en eso pero no funcionó-, e incluso llegué a hacer Stand Up Comedy. Todo esto me sirvió como entrenamiento para ser un narrador de historias; sobre todo el teatro, donde uno interpreta personajes… pero yo no era muy bueno en eso y me di cuenta de que sí era bueno escribiéndolos, no interpretándolos. Mi primer trabajo fue Capuccino. A principios de los ’90, comencé haciendo cuentos, sin estar muy seguro de a qué estaba apuntando, tratando de encontrar mi lugar. Las primeras cosas que hice eran bastante oscuras, con personajes que no eran muy claros, porque me gusta jugar con los grises.

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 Respecto a las historietas…

 Con respecto al mundo del cómic, hace tres años me llamó mi representante y me dijo que Marvel Cómics me estaba buscando, yo le contesté “¿En serio?, ¿Por qué?, ¿Les debo alguna suscripción?” (risas). Axel Alonso, uno de los editores de “La Casa de las Ideas”, quería hablar conmigo sobre un proyecto; tuvimos un par de charlas y fui a un par de convenciones, pero la verdad es que más allá de la predisposición de la editorial, en ese entonces yo no tenía idea de lo que pasaba en el mundo del cómic… Finalmente el proyecto se materializó, era sobre T’Chala y Storm y cómo ellos dos se conocen; algo que me asustaba bastante, porque son personajes ya mundialmente conocidos. Recuerdo que cuando era niño había salido el número uno de los nuevos X-Men y en la tapa estaban Tormenta y los demás personajes, realmente fueron toda una atracción para mí. Cuando me ofrecieron hacer esto lo tomé con mucha responsabilidad. La editorial me daba todas las libertades, me decían que hiciera lo que quisiera, y para mí eso era una inmensa presión. Entonces, intenté documentarme leyendo los cómics de Chris Claremont de los X-Men, donde se narra la niñez de Tormenta, para poder ver cómo seguir desde ese momento. Se trataba de una mini serie de cinco partes, no tenían mucho espacio para contar esas historias y como en la actualidad ellos son adultos -esto era un flash back- eso me limitaba. Por ejemplo, sin importar lo que sucediera en la historia que yo contara, ellos no podían morir. Tenía muchas limitaciones porque me estaba enfocando en un pasado muy específico de los personajes, y tenía que ser muy cuidadoso con las cosas que yo agregara a sus vidas. Por ejemplo, no estoy muy seguro si queda claro en las viñetas, pero en la escena en la que un avión se está por estrellar en la casa de los padres de Ororo cuando ella es niña, escena que resultará en la muerte de los mismos, la madre la señala a Ororo haciéndola retroceder en el cuarto mediante una ráfaga de viento; en este sentido estoy dejando implícito que los poderes de Ororo son heredados por línea materna, es decir, que la madre de Ororo también era una Wind Raider. Me gustó jugar con este tipo de detalles; luego de estar mucho tiempo escribiendo novelas, fue una gran experiencia poder escribir sobre Storm y hacer un guión de cómic. Antes de mi miniserie, hubo una anterior del mismo personaje que creo que se llamó Ororo, su enfoque del personaje fue totalmente distinta a la mía -ni mejor ni peor, distinta-. Por ejemplo, en esta miniserie era todo muy colorido; en la mía era todo mucho más pobre, gris. Yo quería apuntar a otro ángulo y eso no me permitía darle el mismo enfoque de la miniserie anterior. También quería capturar las problemáticas adolescentes: “Siento que soy muy alta, siento que no soy muy linda, sufro cambios en mi cuerpo y no comprendo muy bien qué es lo que está sucediendo al respecto”… y encima sus emociones afectan el clima. No se trata de levantar una mano, tirar un rayo y sentir algo así como “¡Oh!, tengo poderes, tiro un rayo”, más bien ella se de cuenta de que algo está sucediendo, y entonces piensa que Dios le está hablando o está enojado… y en realidad no se da cuenta de que esos rayos los está produciendo ella. Y también están las cuestiones básicas como “este chico a mí me gusta y no sé qué hacer”. Por ejemplo, hay unas viñetas en las que en el campamento ella ve a una chica embarazada y esa realidad la asusta. Todo el tiempo traté de jugar con que una imagen valga más que mil palabras.

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 En las últimas décadas se cambió el imaginario sobre el cómic-book, de ser un artículo para chicos o para adolescentes con tendencias de geek, invadió los cines, se hicieron grandes eventos relacionados con el cómic en todo el mundo, grandes escritores se pusieron a escribir cómics, etc. ¿Cómo fue este proceso en Estados Unidos?

 En los últimos años se empezaron a acercar muchos escritores de otras áreas, como Stephen King, porque querían que las historias no sólo fueran de peleas con onomatopeyas; querían otras cosa, como por ejemplo el nuevo Daredevil, que sigue siendo el de siempre, pero que ahora es mucho más profundo; es más un hombre que tiene que ser Daredevil que un Daredevil que también es un hombre. Se le han agregado aspectos mucho más humanos a los personajes, tramas en las que tiene que lidiar con problemas mucho más humanos y profundos. En relación al personaje de Storm, lo primero que Axel Alonso dijo, fue que quería que el cómic no se tratara sobre superhéroes. La cuestión es tratar de darle un acercamiento, un enfoque mucho más humano, que fumen, que tomen, que si tienen que consumir pastillas las consuman, que vivan más. Antes, este tipo de cosas no se mostraban en los cómics. Por ejemplo, en las relaciones humanas, el Capitán América desde los ’60 tuvo una novia, que es un agente de SHIELD llamada Sharon; en aquellos tiempos no se mostraba la intimidad entre ellos, hoy en día no sólo se acuestan, sino que ella lo termina matando. O en la novela gráfica de Watchmen, que -a diferencia de la mayoría de los cómics, que llegan hasta cierto punto- no tiene límites; no se sabe bien quién es el bueno, quién es el malo; e incluso el tipo de formato que hoy por hoy se publica, como las novelas gráficas que se exhiben en las librerías, ya no se considera “revistas para chicos” sino libros.

¿Te gustaría volver a escribir algún cómic, repetir la experiencia?

 Sí, me encantaría. La verdad es que no sé muy bien qué, pero me encantaría incluso hacer alguna novela gráfica. Varias de mis novelas se asemejan al clima creado por Frank Miller en Sin City, no es lo mismo, pero se asemeja.

 ¿Y pasar el personaje de Gideon a la pantalla grande?

 Primero me gustaría hacer una novela gráfica.

 

Entrevista por Ángel Alza & Rafael de la Iglesia

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