En el Pueblo de la Princesa, el narrador y Alfred Dust terminan su vida de estudiantes doctorales y barajan culpas y confidencias. Enredos de amor y marihuana, historias de la guerra del guano y de invasiones al Caribe, fiestas en las que nadie baila, escatología e imperialismo. Nada es lo que parece ser en este pueblo burgués de vida sana primermundista, en el que aparecen suficientes entramados filiales como acertijos ligados por algo que no se puede descifrar.

Un libro puede ser una tortuga, pero moverse como una liebre. La intriga académica que tan bien cultivara Nabokov y el frenesí eslabonado de la poética de Aira se combinan en los nueve alejamientos que componen esta novela de Luis Othoniel Rosa, que llevará a sus lectores a pensar, si no en el guano, al menos sí en las distancias que contiene todo presente, y en la triste resignación de que los amigos nunca terminen sus historias. Porque Otra vez me alejo es también la historia de una amistad: un libro generoso y dulce, escrito con la urgencia y calma de quien ve pasar una tarde unos pájaros sobre un puente.

libro

Cómo nace esta primera novela

¿De dónde viene? Empieza conmigo yendo a hacer mi doctorado a Princeton, allí empiezan las reflexiones sobre ese momento y lo que se pierde en ese momento. Yo diría que lo que sucede en la academia americana ahora mismo es la metáfora del alejamiento. Es que estamos todos como una suerte de mercenarios culturales, moviéndonos a todas partes, enseñando una clasecita aquí, una allá y constantemente separándonos. Separándonos de nuestros amigos, quienes no terminan de contar sus historias. Ahí empieza la novela.

Crees que esa es una particularidad de Princeton

No, este es el negocio en el que estamos metidos, yo tengo muchísimos amigos desperdigados por varias universidades americanas y es la misma historia, sobre todo después de la crisis del 2008. Todos estamos buscando trabajo y no hay. Y tenemos puestitos de dos años enseñando español en un pueblito en el medio de la nada. Todos estamos así, es una locura. Uno pensaba que el otro estaba en Filadelfia y pasan unos meses y el otro ya está en Ohio, se trata de un movimiento constante.

¿Te parece que eso está solo circunscripto a los estudiantes extranjeros o se acabó el sueño americano?

¡Ojala se acabe el sueño americano! Yo creo que la academia en general recibió un golpe muy duro en el 2008. Tal vez es la institución que más lo ha sufrido, se acabó la universidad pública, por ejemplo, no existe más.

Te pregunto porque, si bien no es un gran termómetro social, en muchas series de televisión -cómicas o dramáticas- muestran que los estudiantes de posgrado estadounidenses padecen de un alto nivel de desempleo.

Sin duda, y es cierto que se está ficcionalizando sobre esto. No solamente eso, si tú lo quieres hay un movimiento como Occupy, Occupy Wall Street y todo eso. Este movimiento nace de un montón de académicos desempleados. Pero de pronto es un movimiento o un corrimiento interesante, porque antes la academia estadounidense era el campus, era la torre de marfil total, literalmente campus, con paredes y todo. Y de momento, el académico que antes estaba protegido en su burbuja, está ahora de nuevo en la calle, tenemos que entender o aprender de nuevo cuál es nuestro lugar en la sociedad y eso es buenísimo. Antes en la comodidad burguesa del campus, uno no se preguntaba eso.

Nuestros padres continúan teniendo, hoy por hoy, una posibilidad crediticia mucho más alta que nosotros, a pesar de que ahora nosotros somos la fuerza laboral.

No solamente eso, nuestros padres nos enseñaron que la educación nos iba a sacar adelante, porque la educación a ellos les dio mejores posibilidades laborales, mientras que a nosotros la educación no nos ha dado dinero ni comodidad, estamos igual de jodidos que si no hubiéramos estudiado. Entonces se equivocaron al asegurarnos que la educación iba a darnos una pensión.

Se equivocaron o tendieron la trampa de no soltar la manija económica.

Bueno, también hay una situación histórica, yo creo que esta última década… el 2001 argentino hizo metástasis. Argentina se adelantó al mundo en esto, ahora todo el resto estamos ahí, en ese 2001 argentino.

Volviendo a la novela, ¿cuánto de autobiográfico hay en los personajes? ¿Es una novela confesional?

Yo no lo diría así, yo diría que es una novela en donde yo pongo una suerte de manual ético de cómo yo vivo; entonces creo que yo salgo de la novela, más que la novela sale de mí, yo soy como un producto de la novela.

En un momento, cuando el personaje de Othoniel comienza a leer la novela de Dust, dice que la literatura es un ejercicio narcisista de pura arbitrariedad. Para esta generación de escritores, ¿cuánto hay de eso?

La voz del yo invade toda la literatura. En lo que sigo leyendo, sigue estando ese yo narcisista muy fuerte, pero hay maneras de hacerlo, a mí me gusta como lo hace Bolaño en sus novelas, desarrolla veinte mil técnicas distintas para que la voz no sea una voz interior narcisista, por ejemplo, pone a los otros personajes hablar sobre Arturo Belano. En mi novela, para tratar de salir de esta voz narcisista Dust tira una frase de Nietszche, que a mí me gusta mucho, que dice: “hay que aprender a abrazar al héroe y al idiota en uno, al mismo tiempo”. Yo quiero ser capaz de verme en la novela como héroe. Dust es el que no puede ver al idiota, el que no se puede reír de sí mismo. Esa es la diferencia entre mi novela y la de Alfred.

¿Existe Alfred Dust?

Un conjunto de amigos… y una versión mía también.

Me parece que en tu novela hay una conciencia, incluso política, sin caer en lo panfletario, como una vuelta de tuerca.

Sí, a mí me gusta pensar que esta novela tiene una apuesta política. Yo creo que lo del narcisismo y la política, las dos cosas, pasa por una articulación de comunidad; esa es la única forma de salir del yo narcisista. Yo digo en un momento en la novela que a mí no me gusta contar historias, sino proveer un espacio para que los otros cuenten. Yo creo que por ahí es donde pasa la cuestión, y sobre todo, en un país como Estados Unidos donde todo es individualista; es necesario ese modo de colectivización literaria.

Hablemos del vínculo entre la mierda y el Imperio. ¿Cómo surge en la novela?

Lo del guano, primero, me parecía una historia fantástica, o sea, no es mía, la historia del guano existe. Cuando yo empecé a leer a Emerson; Emerson escribe mucho sobre el guano, le interesa la metáfora; de hecho hay toda una cita no reconocida a Emerson de unas tres páginas en la novela. Bueno, y la historia del guano es fantástica porque es el primer producto que el imperio utiliza de excusa para la expansión. Yo diría que ese producto hoy es la cocaína. La guerra contra las drogas legitima una expansión imperial o el alcance de la violencia del imperio, en Colombia, por ejemplo. Ese es el vínculo, por un lado, entre la mierda y el imperio; pero también la mierda como tierra. Como algo que se recicla, y que vuelve, como volver al polvo, si quieres, -Dust-. Y también lo desterritorializado, la tierra de Perú que se siembra en Estados Unidos. Esta es una novela donde no hay territorio, donde los personajes no tienen un piso fijo, están moviéndose, esa metáfora de la distancia es la que, yo creo, une esta novela por demás fragmentaria.

Sos periodista cultural, también.

No oficialmente, tengo un website (http://elroommate.com/) que dirijo, que tiene que ver mucho con la novela también, digamos que es el espacio para que los otros cuenten. Yo no quería hacer un blog para escribir mis sentimientos o para anunciar mi literatura, o poner mis cuentos o poemas, no, yo quería un blog para reseñar lo que están haciendo otros, y de paso sumar a otra gente que tuviese ganas de hacer eso también. Hoy somos treinta, yo lo llamo un colectivo de lectores, porque estamos poniéndonos al día con lo que otros están leyendo. Esa dinámica creo que ha sido de mis mejores ideas críticas, me mantengo al día viendo lo que ellos leen, se hace comunidad la lectura.

¿Hace cuánto tiempo que estás con eso?

Un año y medio. Ahora empezamos una nueva etapa donde vamos a diseñar números monográficos sobre autores en particular; ahora mismo hay uno sobre un cubano, un discípulo de Lezama, Lorenzo García Vega, un escritor oscuro, de culto, pero que hizo toda su carrera en editoriales independientes. También queremos hacer un dossier sobre la escritora uruguaya Marosa Di Giorgio; Mario Santiago, el poeta amigo de Bolaño, y varios más, para dar a conocer esta gente.

¿Cómo es publicar la primera novela fuera de tu ámbito? Digamos que no vas a quedar ajeno a las lecturas, porque ahora existe internet, pero igual, no vas a ver a nadie leyendo tu novela en el subte.

Es rarísimo. La lejanía, eso bien podría ser una linda forma de justificar por qué publico acá.

¿Cómo llegaste a Entropía?

Me lo recomienda Alan Pauls, que fue mi profesor por un semestre en Princeton. Eso, ves, es fantástico, porque Alan Pauls si tiene que dar una clase acá tendría como cien estudiantes, allí éramos tres con él, nos hicimos super amigos. Le fui preguntando y él me recomendó Entropía, y el proyecto me gustó mucho; yo creo mucho en las editoriales independientes; y lo de ellos es una apuesta difícil, porque lo que publican son primeras o segundas novelas, y les sale. Y son buenos, me gustan los libros de ellos.

¿Dónde estás trabajando ahora?

Estoy enseñando en la Universidad Duke, eso queda en Carolina del Norte, con un puesto de dos años, así que no estaré allí mucho tiempo.

¿Pero tu idea es quedarte en Estados Unidos?

No, mi problema es que lo único que yo puedo hacer en el mundo para sobrevivir es enseñar. Es lo único que sé hacer; donde yo tenga trabajo me muevo. En algún momento, estuve listo para venirme para acá, pero claro, conseguir trabajo en la academia es casi imposible, uno tiene que estar super conectado. Acá está la opción del periodismo; y la traducción, eso lo pensé en algún momento. En mi país no existen esas posibilidades, el mundo cultural está completamente circunscripto a la academia, no pasa por otro lado.

 

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Luis Othoniel Rosa

 

Luis Othoniel Rosa (Bayamón, Puerto Rico, 1985), estudió en la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras) y tiene un doctorado en literatura por la Universidad de Princeton, con una especialización en políticas de la vanguardia latinoamericana. Ha publicado artículos y cuentos en la Argentina, Brasil, Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico y ha colaborado en distintos proyectos de literatura colectiva en el Internet, como www.derivas.net. Actualmente, enseña literatura en la universidad de Duke en Carolina del Norte, revisa su tesis doctoral (dirigida por Ricardo Piglia y Gabriela Nouzeilles) y dirige el colectivo de lectores, www.elroommate.com.

Otra vez me alejo es su primera novela.

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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