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El presente será un texto corto, apenas para dejar registro de un hecho poco frecuente, como es el de la apertura de la primera disquería de vinilos en Mongolia, y la curiosa repercusión que ésta generó al comenzar a circular la noticia en las redes en los últimos días. Por lo que de aquí en adelante todo adepto al coleccionismo de discos sepa que, una vez arribado a Ulaanbaatar (o Ulán Bator), ciudad capital, y la más poblada de Mongolia, sólo tendrá que preguntar a los lugareños por el primer negocio dedicado al ramo en la historia del país. Seguramente el visitante curioso no habría encontrado la más mínima respuesta de haberlo hecho antes del mes de marzo pasado, cuando la tienda Dund Gol Records abrió sus puertas dentro del espacio del Palacio del Libro Infantil de la capital mongol. Hasta entonces los rastreadores de discos locales (que, por lo visto, abundan hasta en los rincones más recónditos del globo) se veían obligados a atravesar el desierto de Gobi para llegar a Beijing y recién allí darle rienda a su demandante pasatiempo, tras 2.000 km. de incansable travesía, lo que sin dudas podría haber constituido una tarea agotadora sobre la que el mismísimo Gengis Kan hubiera dudado.
La noticia fue difundida esta semana en la página de The Vinyl Factory, un emprendimiento con sede en Londres que nuclea un sello discográfico, una planta de producción de ediciones limitadas en vinilo, su propia tienda de discos y la revista especializada FACT, aparte de sus constantes actividades con referencia a las artes visuales, y demás novedades sobre el mundo del vinilo. The Vinyl Factory informó que el mentor de tal llamativo proyecto responde al nombre de B. Batbold, un mongol adepto al jazz que decidió poner en marcha el negocio tras “curar” su colección privada, que supera el millar de LPs. “Los artistas occidentales están lanzando discos de vinilo en lugar de CDs. No quiero quedarme con todos mis discos, prefiero ofrecérselos a la gente que los colecciona. Esa es la razón por la que abrí la disquería”, señaló Batbold.
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Ulán Bator cuenta con algo más de un 1.200.000 habitantes, por lo que la idea del dueño del local podría significar un proyecto redituable, más aún en tiempos de una nueva arremetida del vinilo, poniéndolo nuevamente de moda a nivel mundial desde hace algunos años, a pesar de los elevados costos a los que suelen ofrecerse. Al ser indagado sobre los precios de los discos, Batbold aseguró que “el valor promedio es de 50.000 tugriks, que es el equivalente a 16 euros. Los discos únicos en su especie tienen precios más altos. Los coleccionistas de todo el mundo están muy interesados en estos discos porque son muy raros”.
Así, un paseo a través de las bateas de Dund Gol Records permite apreciar que el álbum más caro expuesto es el del grupo de música moderna mongol Soyol-Erdene, la primera banda de rock del país, nacida en 1971, y una de los tres grupos conocidos de la región junto a Haranga (cultores del Hard Rock Progresivo) y The Lemons, cuyo disco ‘Red Album’ fue el primero en tener éxito a nivel nacional, sin tener que comprometer su sonido de rock. Otro de los discos onerosos que se pueden conseguir en Dund Gol Records es el de los locales Bayan Mongol, grabado para la compañía discográfica rusa Melodiya en 1970, y que hasta el momento representó, al menos para el reducido grupo de coleccionistas mongoles, un incunable difícil de hallar, y que hoy día puede adquirirse en la disquería más remota del mundo.

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Sobre El Autor

Periodista especializado en música y artes desde 1986. Escribió en medios gráficos como La Nación, Página 12, La Maga, Pelo, Metal, Expreso Imaginario, Chicas, Madhouse, 13/20, Pan y Circo, Diario Sur, Revista Rock & Pop, Gente, Rock en Blanco y Negro, Rock N’Shows Magazine, entre otros, y también colaboró en medios radiales y de TV locales, como así también en publicaciones y libros de Brasil, Estados Unidos y Europa.

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