Hace un par de meses Andreu Martín, uno de los pilares de la novela negra española -con más de un centenar de títulos a cuestas-, visitó nuestro país con motivo del BAN! 2015 y para presentar Sociedad negra, novela sobre las tríadas chinas en Barcelona, que ha publicado recientemente en nuestro país RBA. Tuvimos la oportunidad entonces de realizar la siguiente entrevista en la que colaboraron también José María Gatti y Nicolás Ferraro. 

Teniendo una obra vasta y variada, no dudas en definirte como escritor de novela policíaca o negra. ¿Por qué no novelista o escritor a secas?

Supongo que si me defino como novelista de novela negra, es porque me siento más a gusto en la novela negra, en la novela policíaca, que en cualquiera de los otros ámbitos. Por suerte no tengo que definirme con mucha frecuencia, simplemente soy yo, escribo y hago todo lo posible por hacerlo bien.

Sos reconocido como uno de los autores más amables y que más espacio les das a los escritores que comienzan, dentro del género. Me gustaría que nos cuentes cómo fueron tus inicios. Y ¿Cómo te relacionás con las nuevas generaciones?

Cuando escribí mi primera novela la envié a un concurso y no me dieron el premio. Al cabo del tiempo yo dejé mi novela en un cajón. Trabajaba entonces como guionista de historietas, fui a una revista que se llamaba Muchas Gracias, a entregar mi trabajo y el director de la revista me dijo: Tú eres ¿Andreu Martín, que enviaste tu novela a un concurso literario?, Pues sí. Pues ven, hay tres personas que te quieren conocer. Cruzamos el pasillo y al otro lado de la revista Muchas Gracias, estaba la puerta de otra revista que se llamaba: Por Favor. La revista Por Favor fue muy famosa durante la transición, estoy hablando de finales de los años 70, principio de los 80. Fue muy famosa porque era una revista de humor, muy crítica con el gobierno del momento; había sido muy crítica del gobierno franquista y la llevaban Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé y un humorista llamado Jaume Perich, que también era muy famoso en el momento. Mis tres ídolos, es decir, yo había aprendido de Manuel Vázquez Montalbán. A Juan Marsé, incluso en mi novela le hacía un homenaje, y Jaume Perich era mi humorista preferido. Pues me los encontré de golpe a los tres. Y los tres me contaron que integraban el jurado que otorgaba el premio en el concurso literario, y que iba a ser para mí; y que no me lo dieron porque la editorial quebró.

Pero querían conocerme, me recordaban, para darme su apoyo. Y me dieron su apoyo. No solamente conseguí publicar aquella novela y la siguiente que estaba escribiendo ya, sino que estoy convencido que me abrieron puertas secretas al mundo del cine, a determinados mundos culturales. Y digo puertas secretas porque yo no fui conciente de ello. No fue nada en complicidad. Pero de repente a mí, que no me conocía nadie, y que era un guionista de tv que no le interesaba a nadie, empezó a despertarse una especie de interés que yo creo que me ayudó mucho en mi avance en el mundo del libro y de la literatura. Ese momento no lo olvidaré nunca y mi gratitud hacia aquellos veteranos, que podrían haber vivido perfectamente sin echarme una mano, ni ser tan amistosos conmigo, pues evidentemente hace que amor con amor se paga, y, naturalmente, cuando un escritor que está empezando a escribir se acerca a mí, yo no puedo quitarme de la cabeza lo que otros hicieron por mí.

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Tenés una obra cuantiosa, si tuvieses que recomendarle a una persona que recién se acerca a ella, los títulos más emblemáticos. ¿Cuáles elegirías?

De toda mi obra, tiempo atrás quizás hubiera dicho: ¡qué pregunta tan difícil! Qué difícil es elegir uno de mis títulos.

Pero un día escribí Cabaret Pompeya, es mi obra cumbre. Cuando yo la escribí era consciente de que los noventa y tantos títulos que había escrito hasta el momento sólo habían servido para aprender a escribir Cabaret Pompeya, y cuando termine de escribirla dije: “si a partir de ahora no escribo nada más,  pues ya no importa.”

He continuado escribiendo y soy consciente de que lo que he escrito después ha mejorado. Algo pasó en Cabaret Pompeya, maduré o me solté más, o fui más sincero o algo pasó.

Cabaret Pompeya aparte de ser un poquito historia del tango, porque el protagonista es un bandoneonista, bandoneonista en España. En la España preguerra civil, durante la guerra civil y la posguerra civil. Aparte de ser esto, es la obra en la que yo he invertido más recuerdos, he hecho un homenaje a mi familia. Yo no pretendía hacer un homenaje a nadie, sólo quería escribir una novela, pero mientras la escribía me di cuenta de que estaba analizando la vida de mis padres, y me di cuenta hasta qué punto había sido una vida tremenda, tremendamente tortuosa y maltratada; si a mí me han hecho la vida a medida, en el caso de ellos fue todo lo contrario, siempre se encontraron problemas, palos en las ruedas.

Por eso esa novela ha terminado siendo muy importante para mí.

Lo que he escrito después Sociedad Negra, fue un despertar, me han dicho que recuperaba, un poco, la violencia del antiguo Prótesis y luego cuando he escrito Los escupitajos de las cucarachas, cuyo título real es: Los escupitajos de las cucarachas no llegan al séptimo subterráneo del pedestal donde se levanta mi estatua, me encuentro mucho más seguro.

Prótesis 5 de Andreu Martín

¿Cuáles son las bondades del género negro? ¿Qué permite plasmar de la sociedad, del mundo, del pensamiento?

Para mí el género negro se compone de varios elementos que son esenciales en mi vida. El principal es que es un juego, porque yo aprendí a escribir jugando y he continuado jugando todo el resto de mi vida. Elaborar literatura es hacer un juego muy divertido. Una vez hablando con un escritor se ofendió cuando yo hablé de juego, me miró ofendido y me dijo: “en todo caso ruleta rusa”. De acuerdo la ruleta rusa es un juego y yo no he dicho, no he hablado de juego inofensivo, tómatelo como quieras. Para mí la escritura es un juego intelectual.

La novela policíaca es la que parte del juego y es la que tiene el juego en su base más elemental, pero además del juego, inevitablemente, cuando uno habla de policía, habla también de política, es inevitable. Uno habla del entorno social, porque hablar de policía y de transgresores es hablar de leyes, es hablar de jueces y es hablar por tanto de la sociedad que nos rodea, de una forma bastante profunda e inmediata. Pero además habla de los miedos, de nuestros miedos inmediatos. La novela policíaca o novela negra siempre cuenta cosas que no nos gustaría a ninguno de nosotros que nos ocurriera, siempre habla de asesinatos, de robos, de secuestros, de violaciones. Es una forma de exorcismo. Estamos lanzando sobre el papel aquello que no querríamos nunca que nos sucediera a nosotros, nuestros miedos más inmediatos. Y por tanto, con todos estos elementos no creo que haya ningún tipo de novela, ningún género novelístico, ni ninguna otra posibilidad literaria de plasmar tanto en tan poco espacio.

La familia de escritores de género negro, se plantean así como un club o como una familia, casi como un ghetto y durante mucho tiempo es cierto que hubo una segregación, como que existe la literatura y literatura de género. Ahora por muchas situaciones, pareciera como que esta situación se revirtió o sea, hay como una valoración del género. ¿Por qué pensás que se da esto? 

La verdad es que soy un poco ortodoxo talibán en el aspecto de la novela policíaca. Para mí una novela es policíaca o no es policíaca. Y si no es policíaca, no pasa nada, puede ser buenísima y estupenda y un éxito tremendo. Hay muchas novelas que no son policíacas que me gustan mucho y hay muchas novelas policíacas que no me gustan nada. Pero es verdad que si una novela es policíaca, es policíaca. Y esto no es una segregación, es simplemente una diferenciación. En las librerías hay un estante que dice novelas policíacas, otro que dice novela histórica y otro que dice novela erótica. Entonces el lector va a buscar allí aquello que más le gusta y eso para mí no es una segregación, sino simplemente una elección dentro de diferentes opciones literarias.

Encuentro muy normal y natural que los autores de novela policíaca o novela negra compartamos un mismo tipo de gustos, que nos guste, por ejemplo, asistir a una mesa redonda donde hay un policía y un juez, porque de ahí aprendemos; o que otros autores de novela policíaca nos cuenten cómo se plantean sus novelas para aprender un poquito más o para disentir de lo que dicen o para no estar de acuerdo.

Esto, pues, es como si dentro del gran ámbito de la medicina, los oncólogos se encuentran para hablar de aquello que los une y les interesa y, probablemente, a un podólogo, no le interese para nada el ámbito de la oncología.

No creo que sea una segregación cuando se hace un congreso de este tipo,  una reunión, como el Buenos Aires Negra y como el Barcelona Negro o como el Getafe Negro, tantos otros que se celebran, no se impide la entrada a gente que le guste lo que sea, aunque no le guste la novela policiaca. Si quiere venir uno que no le guste la novela policiaca, pues se le permite la entrada igual. De manera que esta especie de segregación, por una parte la encuentro natural, porque nos encontramos aquellos que tenemos gustos coincidentes, y además hay otra cuestión, yo que he escrito novela juvenil, que he escrito novela histórica, que he escrito novela erótica, te puedo decir que en el ámbito de la novela negra es donde encuentro más amigos y más buen ambiente.

Mi mujer que es psicóloga, bueno, yo también soy psicólogo, estamos de acuerdo en que probablemente a todos los que tenemos que matar ya los matamos en los libros, no hace falta matarlos en la realidad. Por tanto nos encontramos y todos somos muy amigos y nos llevamos muy bien, y, claro, si además de coincidir en los gustos, hay buen ambiente y una buena camaradería, todos somos cómplices y todos formamos un equipo, supongo que también nos unió un poco el hecho de haber sido vilipendiados en su día, el hecho de que la cultura oficial despreciara al género también debe haber contribuido a crear, a cohesionar un poco más a los escritores de este género. Entre una cosa y otra, creo que la situación es normal. No sólo normal, es agradable.

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Te quería hacer una referencia sobre algo que sacaste recién entre las líneas. Entre tu obra aparece digamos el modo, lo infantojuvenil que le has dedicado varios libros. ¿Cómo se engarza todo esto en el contexto de novela negra?

La primera novela juvenil que escribí, la escribimos con Jaume Ribera, fue: No pidas sardina fuera de temporada y en realidad fue un juego, repito la palabra, jugamos a escribir una novela. Nos planteamos los principios, nos parecía que siempre la novela juvenil, policíaca, atendía al policíaco enigma Agatha Christiano, diríamos, y nosotros quisimos escribir la novela juvenil negra, más chandleriana, y entonces fue cuando nos inventamos el  Flanagan, que sería novela juvenil, con las claves juveniles, pero con el elemento negro del detective privado a la americano.

Fue un juego simplemente y no pretendíamos continuar por ese camino. Jugamos a ello, Jaume Ribera y yo nos conocíamos desde hacía ya muchos años, habíamos sido los dos guionistas de historietas, cosa que propiciaba el hecho de poder escribir a cuatro manos -por el sistema de trabajo- y entonces nos dieron el “Premio Nacional de Literatura Juvenil”, por aquel libro y eso naturalmente nos estimuló a continuar. Nos abrió puertas de colegios, de institutos y de bibliotecas, hablamos con chicos y el público juvenil nos resultó tan gratificante, tan sincero, que ya nos instalamos a continuar con el Flanagan y yo con otras novelas que me parecía la sensación de estar creando lectores. Recibimos un montón de cartas, de un montón de lectores que empezaban diciendo: “A mí no me gusta leer, pero he leído su libro y me ha parecido estupendo”, con lo cual decíamos: Bueno, como mínimo, hemos ganado a un lector más”. Uno que dice: “a mí no me gusta leer pero ha leído el libro”, probablemente continuará leyendo si continuamos escribiendo libros de Flanagan. Eso para nosotros fue muy emocionante y la verdad es que en aquella época era mucho más fácil hablar con el público juvenil, te llevaban a escuelas, a colegios, a institutos. En cambio era mucho más difícil encontrar lo que hoy se encuentra en España, que son los clubes de lectura para adultos. Los clubes de lectura para adultos, es una cosa que ha nacido recientemente y que te permite hablar directamente, seriamente y en profundidad de tu libro, con un público adulto, pero antes eso no existía. Por tanto, la posibilidad de conectar con un público sincero como es el público juvenil, fue muy estimulante y fue lo que hizo que yo me quedara alternando en el ámbito de la literatura juvenil.

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Me interesa hablar de la crisis, que está cruzando Europa y España y cómo gravita en la literatura negra en general y en tu literatura en particular.

Desde que estalló la crisis, esta guerra económica que nos han declarado y que ya hemos perdido, o que andamos perdiendo, pero que no tenemos posibilidades de ganar, la cantidad de información sobre malas praxis bancarias y sobre corrupción política en general ha inundado los periódicos, hasta tal punto, que yo nunca consideré que valiera la pena escribir una novela sobre el tema, porque pareciera que todo estaba ahí en los periódicos.

Era inevitable que la novela negra tocara ese ámbito y fue en donde me planteé qué reflexión podía añadir una novela, mía, a todo lo que informaban los periódicos, de corrupción, mala praxis bancaria, estafa bancaria, literalmente; hoy día se están ganando juicios continuamente a los bancos acusados de estafa, directamente. ¿Qué podía aportar? ¿Qué podía decir yo, que no estuviera ya dicho en todos los periódicos, en las tertulias de radios y en las tertulias de televisión?

Fue entonces cuando escribí: Los escupitajos de las cucarachas, que en su título ya acaba describiendo cuál es mi intención. Los escupitajos de las cucarachas no llegan al séptimo subterráneo del pedestal donde se levanta mi estatua es la historia de la impunidad, es decir, las manifestaciones de esos personajillos desgraciados, que sucios llenan la calle, que protestan y que escupen y que, esos escupitajos, diría el protagonista de mi novela, no llegan ni al séptimo subterráneo del pedestal donde se levanta mi estatua. Ése es el punto de partida de una novela, no desprovista de humor, donde he metido humor, porque estoy hablando de un tema que ya lo sabe todo el mundo, es, quizás, la sonrisa del perdedor; es la historia del perdedor. En todo caso, es la novela que escribí pues, para poder incluir, en algún momento de la novela, a la protagonista que escupe a la cara del protagonista y le dice: “solamente quería saber hasta dónde pueden llegar los escupitajos de las cucarachas”.

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Contame de China, cómo se inscribe en tu obra y da origen a Sociedad Negra.

Tuve acceso, por puro accidente a un periodista chino que vive en Barcelona, que tuvo problemas con el cónsul Chino en Barcelona y que me empezó a contar una serie de historias que me llamaron profundamente la atención. Entonces acudí a mis policías de cabecera, a mis jueces de cabecera, y les pregunté qué pasaba con las tríadas chinas en Barcelona y todos me dijeron: “no existe, no hay tríadas chinas”. Investigando un poco más, me enteré de que había tríadas chinas en Londres; incluso en Londres hay una brigada policial especializada en tríadas chinas. En París hay tríadas chinas, en Holanda hay tríadas chinas y yo pensaba: ¿Por qué en Barcelona no hay tríadas chinas? ¿Qué nos pasa? ¿Qué problema tenemos? ¿Por qué no nos quieren las triadas chinas? Alguna habrá, ¿no?

Entonces me inventé una tríada china. Imaginemos que hubiera una, no la hay, seguro que no hay, pero imaginemos que hubiera una.

Claro, lo que me aclararon mis policías de cabecera es que no se puede decir oficialmente que existe una triada china en Barcelona, o dos o tres o más, simplemente porque no hay ninguna sentencia judicial que lo diga. Y si no hay ninguna sentencia judicial que lo diga parecería un infundio.

El caso es que cuando yo escribí el libro, y lo consulté, algunos de los policías que me habían dicho que no existían las triadas chinas, luego salían en televisión y le preguntaban: ¿qué me cuenta usted del crimen organizado? Hombre… precisamente Andréu Martín ha sacado un libro, y utilizaban el libro como respuesta. Ellos no se mojaban con las sentencias judiciales, pero ya había alguien que había hablado. Inmediatamente después de sacar el libro Sociedad Negra, saltó todo el escándalo de un chino, de una tríada china en Madrid, que agarraba los billetes de euro en contenedores. Se encontró una nave industrial llena de contendedores llenos de dinero. Y eso, si detrás no hay una tríada china, habrá una sociedad que se parecerá mucho a una tríada china.

Volviendo un poco a lo anterior, cuando hablaste de la crisis, ¿qué papel juega hoy la nueva política de “Podemos”, en la sociedad española?

Bueno, “Podemos” en la sociedad española es una gran expectativa. Es una expectativa tan grande y tan sintomática. Ha despertado tanto entusiasmo, que se cuenta que un banquero muy famoso, bueno, el presidente del Banco de Sabadell dijo: “tenemos que crear un Podemos de derechas” y se creó un “Podemos” de derechas. De repente un pequeño partidito ciudadano, ciutadans en catalán, que solamente tenía sentido en Cataluña, creció como un soufflé, como espuma, impresionante. Y hoy día, su presidente, aspira a ser presidente de España; hoy día se ha extendido por toda España, hasta ese punto “Podemos” ha asustado a la derecha. La derecha se ha dado cuenta que el Partido Popular ya no le sirve, porque han metido la pata hasta tal punto, continuamente han tenido tantísimos casos de corrupción, su capacidad de respuesta a los problemas de España ha sido tan nula, que, el capital, representado por un banquero concreto, ha decidido dar la réplica con otro partido, que tiene muchas posibilidades. Yo no sé cómo hace un partido pequeñín para crecer y llegar a todos los puntos de España, de un día para otro, de un mes para otro, no sé cómo se hace eso, pero se ha conseguido. Hasta ese punto “Podemos” se ve como una posibilidad de cambio radical en España, probablemente de cambio radical en Europa.

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En tantos años escribiendo novelas de crimen, hay géneros que van teniendo corrimientos; el erotismo de la década del setenta, hoy no le mueve un pelo a nadie. ¿Hubo un corrimiento de percepción? o ¿hubo una evolución en la forma de encarar el crimen?

Ha habido un cambio, sin duda, en la literatura negra o policíaca española, no me atrevo a decir escrita en castellano, porque no conozco suficientemente la Argentina. Pero en España, como mínimo, cuando a finales de los setenta, principio de los ochenta hubo aquel boom de novela policíaca, donde apareció Manuel Vázquez Montalbán, Juan Madrid y yo mismo, y, sobre todo, un estupendísimo novelista Julián Ibáñez, que yo siempre digo que no está suficientemente contemplado, en aquel momento fue una moda, fue un boom. Se puso de moda la novela policíaca, aparecimos todos nosotros, pero se pasó de moda. Esto era insólito. En Europa la novela policíaca, la novela negra, existía siempre, de vez en cuando era más leída, o es más leída, que otros géneros, pero nunca desaparece. Siempre ha estado ahí, siempre en las librerías ha habido el estante de novelas policíacas para quien quiera consumirlas. En España yo creo que había tan poco consumo literario, tan poco consumo de lectura, que los lectores tenían que elegir; ahora vamos a elegir este género y  todos leían lo que tocaba leer en aquel momento.

Fue un momento en que la novela policíaca, abanderada por Manuel Vázquez Montalbán, le dio la réplica a un tipo de novela que atendía mucho más a la estructura que a la historia que contaba. Se había puesto de moda desde Francia un tipo de literatura, francamente, insoportable para mí. Y la novela policíaca recuperó contar historias-esto en palabras de Manuel Vázquez Montalbán-, historias apasionantes y tomó como modelo la novela policíaca norteamericana, el género negro norteamericano. Pero fue una moda y, de repente, desapareció la moda, el boom de los años setenta, ochenta y a otra cosa mariposa.

Yo creo que ahora, cuando ha renacido el género, ha renacido en serio, y ya no estamos hablando de una moda. Empezamos descubriendo a Henning Mankell y todo el mundo leía a Henning Mankell, no novela policíaca pero sí a Henning Mankell. Podría haber sido la moda de Henning Mankell y, una vez cansados de Mankell, olvidarnos del género negro pero, poco a poco, fue ascendiendo. Pasamos a unos nórdicos, al Millenium, a Larsson y eso despertó el interés de autores nuevos, bueno lo digo…yo fui uno de los pocos, por no decir el único, que no desertó, yo continué escribiendo novela policíaca, incluso cuando no estaba de moda, cosa que era un poco heroico, pero bueno, está feo que lo diga yo. Pero en todo caso cuando llegamos al momento en que renace el género en España, yo creo que nace para instaurarse como estaba instaurado en Inglaterra, en Francia, en Alemania, en Italia, como un género más, que no es lo mejor del mundo, no es el único género literario ni el más importante, ni la nueva literatura revolucionaria, es un género literario más, para quien le guste ese tipo de género pues tiene que tener a su disposición autores españoles, autores de todo el mundo, autores traducidos y que puedan tener acceso a ello.

Hay dos pruebas de que el género ha venido para instaurarse y no es puramente moda. La primera es que los nuevos autores, por ejemplo: Berna González Harbour o Carlos Zanón o Alexis Ravelo, no son autores miméticos. Cuando nosotros empezamos éramos miméticos, imitábamos un poco al Chandler que nos gustaba o a los franceses que nos gustaban, hacíamos una literatura “a la manera de”, porque era increíble un asesino que se llamara Pérez, en aquel momento; los asesinos se tenían que llamar con nombres ingleses, si no parecía que era imposible o que en todo caso era una cosa despreciable y chapucera. Ahora ha nacido un género que no es mimético y, sobre todo, que van apareciendo nuevos autores cada día, cada vez más jóvenes y con cada vez más atrevimiento, y mientras eso dure, mientras vayan apareciendo nuevos autores, yo aún estoy maravillado por La estrategia del pequinés de Alexis Ravelo y aparece también Berna González Harbour con su novela Los ciervos llegan sin avisar y me sorprende de nuevo, porque es insólito el planteamiento que hace. Yo creo que eso quiere decir que hemos venido para quedarnos y que este género, cada vez goza de mejor salud.

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Una Respuesta

  1. Ayelén Depirro

    Hola¡ Soy Ayelén Depirro de Argentina. Estoy tratando de ubicar a Andreu Martin y no logro hacerlo. Si alguien me puede facilitar alguna manera de contacto lo agradezco con el corazón. Gracias.

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