El círculo de la vida

Los mayores, los abuelos, suelen ser víctimas del miedo a la soledad y el olvido. La idea de que pueden ser tirados en un asilo, abandonados entre pares, de que sus hijos o nietos no los visiten, el deseo de no ser vistos como una carga, el deseo de contar sus historias de vida, de ser vistos como íconos de conocimiento y experiencia. Algunas culturas, principalmente orientales, los ubican como referentes de sabiduría, pero en la era de la tecnología son los jóvenes a quienes se les consulta sobre su útil saber informático. En la Argentina hemos visto cómo campañas publicitarias del ANSES nos impulsaban a los nietos a colaborar con nuestros abuelos para que accedan a través de computadoras a consultar su situación burocrática jubilatoria e incluso algunas generaciones hemos sido educados por nuestros abuelos mientras mamá y papá trataban de salir adelante luego de separarse, mientras trataban de rehacer sus vidas. En estos casos fueron los abuelos los que nos llevaron de vacaciones, nos pasaron a buscar por el colegio, preparaban la merienda y ayudaban con los deberes. Pero incluso esos nietitos mimados y criados crecen y empieza a tener nuevos intereses y es ahí donde los ancianos renuevan sus temores y posibles soledad.

Pienso en nuestra autóctona Esperando la carroza, donde Mamá Cora vive su tercera edad en una realidad de senilidad, sirviendo a quien puede, hablando sola, recorriendo el barrio casi perdida y cuyo destino se debate entre sus hijos, nueras, vecinos, amigas.

En Doña Elba, Mariano Díaz Prieto nos presenta una mirada poética sobre una anciana que comienza a convivir con criaturas que irrumpen en su casa, primero de a una y van sumándose muchas más hasta que ya no dejan espacio sin habitar. Sorprenden a su perro, molestan su paz y a pesar de los múltiples y diversos intentos no logrará ahuyentarlos. Agotan su paz-ciencia y la invaden incluso en su habitación mientras duerme. Pero algo menos mísitico que estas criaturas llega a la puerta de Doña Elba y a medida que ella avanza para abrir, las criaturas temerosas parecen esconderse. Su nieto y su hijo vienen de visita. Mientras Elba conversa con su hijo una de las criaturas se presenta ante su nieto. El niño heredará la compañía de esas criaturas que lo seguirán aún cuando viaja en coche, tal vez como metáfora de una conexión metafísica con su abuela o como seres que desde un principio fueron a esperarlo en la casa de su abuela Elba.

07 patio escalera baja

Doña Elba es una historia que se cuenta en imágenes, con una progresión súmamente expresiva. Ingresamos a espacios por cortes transversales, sentimos la irrupción de estos extraños seres de modo dinámico, las ilustraciones nos permiten vivir las intempestivas presencias que parecieran sobrenaturales y hasta nos hace dar ganas de visitar a nuestros abuelos para ver si a ellos también los visitan criaturas que aguarden nuestra llegada para venir a jugar con nosotros.

Podría ser un libro infantil, podría ser leído como una reflexión para adultos. Puede ser mirado como una metáfora o como la literalidad más presente en el vínculo entre abuelos y nietos. Hay algo más dulce que el mimos de la abuela? Incluso en la golosinas viejas que sabemos guardan esperando nuestra visita, en la caricia torpe de articulaciones que ya casi no funcionan o en la chocolatada con mucho chocolate, aunque nuestros padres no quieran que promuevan nuestras caries.

Pienso en círculo de la vida, en los lugares comunes del nacemos y morimos en pañales. En los relatos de asilos donde meten guarderías para el mutuo estímulo, pienso en los equimales que se entregan a las aguas heladas y abiertas a la espera de muerte porque ya sólo serán un obstáculo para su comunidad. Pienso en Doña Elba libre de las criaturas que la acosan porque su nieto la vino a salvar.

9788415851639

Nombre:  Doña Elba

Autor: Mariano Díaz Prieto

Editorial:Adriana Hidalgo Editora

Nº de pags: 36

03 cocina

06 terraza

14 doña caminata puerta

Sobre El Autor

Nació en 1986, rata porteña del sur de la ciudad. Trabaja desde hace doce años en Museo Nacional de Bellas Artes, en la actualidad como educadora. Es profesora de teatro y se forma como Docente en Lengua y Literatura.

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