Dentro del nuevo panorama de la literatura peruana nos encontramos con una escritora singular. Gabriela Wiener (Lima, 1975), además de aguda narradora, suma su condición de cronista, poeta y periodista. Estudió lingüística y literatura en la Universidad Católica de Lima y una maestría en cultura histórica y comunicaciones en la Universidad de Barcelona. Es hija del reconocido periodista peruano Raúl Wiener y de la asistente social Elsi Bravo.

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Trabajó en el diario El Comercio. Fue miembro del consejo de redacción de la desaparecida revista Lateral. También fue redactora jefe de la revista española Primera Línea y de la edición española de la revista Marie Claire.

Ha escrito para Corriere della Sera, Words Witohout Borders, The White Review, Virginia Quaterly Review, Orsai, Esquire, Revue XXI, Clarin, El Universal, El Mercurio, La Vanguardia, entre otros.

Colabora con una larga serie de medios. Actualmente es columnista del diario peruano La República, corresponsal de la revista Etiqueta Negra y columnista frecuente de El País, en las páginas El País Semanal y Tentaciones. Realiza entrevistas para La República y La Mula y escribe sendas columnas en Primera Línea y Cosas Hombre.

Sus textos han aparecido en diversas antologías, como Selección Peruana 2015 (Estruendomudo), Mejor que ficción. Crónicas ejemplares, (Anagrama), Solo cuento (UNAM), Antología de la Crónica latinoamericana Actual. (Alfaguara), Novísima relación (IFC), Matar en Barcelona (Alpha Decay), Mujeres que viajan solas (El Mercurio).

Como parte de su trabajo literario, ha realizado dos performances junto a su pareja, Jaime Rodríguez Z, «Dímelo delante de ella» y «1986», sobre las fronteras entre lo público y lo privado y la memoria íntima.

Entre sus múltiples arbitrariedades para el público “normal”, Wiener decidió someterse al tratamiento como donante de un óvulo para darle la posibilidad de ser madre a una mujer y recibir por ello la compensación de mil euros, o vivir la experiencia de ir con su pareja a un club de intercambio y subir a un escenario para ser azotada por una mistress delante de un público cautivo.

Es autora de los libros Llamada perdida, Sexografías, Nueve Lunas, Mozart, la iguana con priapismo y otras historias. Y el libro de poemas Ejercicios para el endurecimiento del espíritu.

llamada perdida libro

Llamada perdida (2015) es un libro de textos crudos que recrea ciertos momentos de su vida. Weiner es una mujer desprejuiciada que deja librado su pensamiento sin falsedades. Lo interesante es que la autora se maneja de manera confesional y no le escapa a los tabúes, sobre todo al sexo, las drogas, las pasiones; y ese lenguaje punzante y hasta morboso si se quiere, arrastra a la valoración de género, a cierto acartonamiento literario barato y banal. Ya en el final Wiener nos enrostra,  a través de la entrevista, a dos autores que de por sí son antagónicas para la autora: Isabel Allende y la romántica Corín Tellado, un verdadero festival  que da placer leer sin ataduras.

Nueve lunas (2009) tiene otro sabor, pero sin dejar de ser un texto con sello personal, con un lenguaje filoso, lleno de humor irónico, ternura asimilada, donde la autora transita los momentos de un embarazo -su embarazo- con cierto sentido crítico; lo que hace que se transforme en un libro muy corporal como ella misma expresa. Aquí con esa pluma cáustica, sin límites y pelos en la lengua, descorre el velo de la intimidad y expone lo que se oculta perversamente para decir las cosas que por pudor se silencian.

La historia parece antojadiza, en el mes en que cumple 30 años, una periodista “todo terreno” que se dedica a publicar artículos sobre sexo en España, está internada en un hospital recuperándose de una operación. En medio de su convalecencia  le avisan que a su padre le detectaron un cáncer, que su mejor amiga acaba de suicidarse y que en pocos días la revista donde trabaja dejará de aparecer. A este entramado nada favorable se le suma su inesperado embarazo. Wiener nos dice: “El embarazo es como una especie de metamorfosis. Pero no sólo escribo sobre vómitos, incordios y sexo incómodo. Me empezó a interesar cómo puede ser la maldad maternal hacia los hijos, no es que quieran hacerte mal, sino que quieren demostrarte su poder. Sentía atracción por eso del acoso y derribo que tiene una madre hacia su hija. Me obsesionaba que yo me estuviera transformando en algo así. Y también por exponer problemas sin tapujos, utilizando un tono irónico. A diferencia de Sexografías, en el que hablaba de lo extraordinario, aquí me dedico a algo tan ordinario como el embarazo. Gracias a este libro descubrí una red de mujeres que tienen esta sensación de amor de madre opresivo, asfixiante. Hay mucha literatura al respecto, salen muchos demonios de ahí.”

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POEMAS:

foto en blanco y negro

la niña que será mi madre
coge un rifle
y me apunta con cierta sonrisa

si esa niña fuera mi amiga
le pediría su arma de fuego
y ambas dispararíamos al aire
para alejar a los curiosos

del cielo caería un ganso dorado

conociendo a mi madre
lo llevaríamos en una camilla de guerra
corriendo sobre la hierba
de los panteones
poblados de involuntarias flores
y trataríamos de convencerlo de que está vivo

esto no se verá en la foto
pero hay un momento en que yo
le arranco un ala
la empuño corriendo en dirección del viento
y le muestro a mi madre
por primera vez
(algo que piensa que ella me enseñó a mí)
la equívoca intersección del vuelo y de la pérdida

la fuerza del cariño

hoy mamá vino a visitarme
estuvimos viendo “La fuerza de cariño”

en la película
una madre y su hija adulta toman té luego de un baño reconfortante
y conversan de sus vidas tendidas en una ancha cama

es gracioso
nosotras vemos la tele acostadas en mi cama matrimonial

pero no tomamos té

como una vaca y su ternero
sólo juntamos nuestras narices y nos damos leche

nos vamos antes de ver morir a la hija
mejor
sino hubiéramos llorado juntas
y es horrible llorar por ese tipo de cosas

Pequeña hermana

Cuando estés dormida yo apagaré la lámpara de hueso
Que separa nuestras camas
La noche será breve como un apagón
Porque he hablado con Dios
Con doctores del sueño
Y me lo han prometido
Yo también prometo
Ayudarte a contar las bombas en el cielo
Y a desanudar nuestros estómagos
De la boca del animal sobreprotector
Que copula en nuestras pesadillas

Vuela
Vete lejos del país de los miedos infantiles
A tu vuelta tendré puesta la mesa
Con platos de juguete
Que nunca se enfrían
Nuestra comida preferida
De geranios robados
Y esas flores rojas de tallos lechosos
Que pueden dejarte ciega

Tendré nuevos collares de cuentas de colores
Para las tardes en que venga a visitarnos la muerte
Pondremos una cuenta por cada arrepentimiento:
Pude haber sido más tierna
Pude haber sido más fuerte
Pude haber sido más revolucionaria–
El collar del remordimiento será un collar de dientes de bebé

(Ahora me confesaré: he hecho el ridículo tantas veces
Con mi colección de rostros tenebrosos
He sido el esperpento de los apagones
La asesina de osos de peluche
Una adolescente drogadicta
Quizá mientras todos hacían otra cosa
Yo me quedé alimentando demasiado rato
A los cisnes decadentes de Huampaní
Y a uno en particular
Pero ya no tiene la menor importancia
Ya no dibujo casas con chimeneas, caminitos y una bandera del Perú)

Ahora estoy aquí, yo soy la grande y tú la pequeña
Suenan todos nuestros discos uno tras otro
Y todas las canciones tristes son alegres
Más fuerte, más fuerte que este inmenso ruido de nuestras cabezas
Esta noche será breve y silenciosa
He hablado con los perros solitarios
Con las botellas rotas
He hablado con los terroristas
He vuelto a casa
Será como nuestro primer viaje en avión
Como una guerra de almohadas

Por eso vuela, rompe las nubes
Te veo esta noche como un pájaro fantástico
El de nuestra historia sin fin
Un enorme pájaro sonriente
Te veo como la primera vez que te vi
Reflejada al lado mío en un televisor
Blanco y negro
Apagado

Volveremos a comer melocotones blancos y pelados
En los patios de la clase media
Volverán nuestros juguetes tuertos y no nos reprocharán nada
Seremos las bailarinas paralíticas de nuestras cajas de música
Y esta vez nuestros pelos tendrán flores de verdad

No tengas miedo a las cosas que dan miedo
Ten miedo a lo que no da miedo
Piensa: la única oscuridad posible
Nos envuelve bajo la luz de nuestras frazadas perforadas
Ahí donde aprendimos a acuchillar sombras

Nuestros vestidos están esperándonos
Limpios y planchados sobre la cama
Tú bailas y yo te riego con la manguera
Sonríes dentro de mí
Como un sticker de estrella bajo el techo

mi primera casa

llegamos a la hendidura
que llamamos Casa
un escenario de material noble
yo abrí una maleta y extraje una piedra de océano
como un gigantesco diente
la coloqué en el baño
la vi crecer cada mañana
tú en cambio desempacaste un juego de manos que no conocía
eran de más de trescientos tipos de manos
una me tocó allí donde no había existido el frío
otra fue triste al acomodar algo que caída de mí
la última que recuerdo no tenía dedos

nos gustaba salir y ver el floripondio del jardín
su vida al margen del agua
pero sus flores tenían una manera de morir tan desagradable
húmedas como lenguas blanquecinas
algo debía estar secándose en el fondo
fue cuando me dio la vergüenza
esa lamentable parentela
mirar un nuevo mito derritiéndose en la sombra

a nadie le interesa eso
me dijiste
toma esta alambrada
aprende a leer sus púas indefensas
hay más dignidad en la pulcritud de estos lugares
donde te sientes vencida

Pero la tristeza no era más
esa vela oscura deslizándose en la mañana
como si nadie la llevara entre las manos

Al acostarte junto a mí ya estabas tan callado
para no despertar el corazón
yo hacía tanto ruido
y lo encerraba en una caja perforada con agujas punta roma
ese fue mi animalito
tan limeño
nada feroz
ni hambriento
ni cariñoso
mi caja voluntariosa y dócil que hablaba de tan pocas cosas

una mañana te vi abrazado a ésta
la arrullabas con tu mano sin dedos
entonces todo fue bruma
sólo esa mañana
me agaché para alcanzar la hendidura
que dejamos de llamar casa
nuestro gato entró con un pichón en la boca
que no pensaba devorar
para ese momento habíamos entendido poco del juego
pero mucho de la muerte
el mar de madrugada
expulsando sus peores peces sobre nosotros
cubriéndonos las orejas

hoy el pichón ha volado lejos del juego y yo del agua

 

barrio chino

una mujer contempla la calle como si mirara
el monte del esplendor

desde la antigüedad –según consigna la guía de viajes– se dice
que solo un camino conduce hacia huashan:
la escalera de piedra es tan
angosta que permite subir cada
vez a una sola persona. Sus 37
gradas son difíciles de escalar
solamente el que no tema arriesgar
la vida y ose trepar podrá disfrutar
del paisaje de mayor belleza”

la mujer hace un hueco en su recargada agenda hacia la posteridad
y mira las crestas y extraños peñascos que la rodean.
sabe que hay peligro
pero que es demasiado occidental fijarse en esas cosas
es preferible comprarle al maestro Hong Guang Yogao
un paraguas rosado
mientras lo observa meditar acerca de la transitoriedad de la existencia
cuando muera la mafia desaparecerá mi cuerpo y
venderá mi pasaporte a un hombre vivo
la frase –dicha en castellano– sumerge a la mujer en largas reflexiones

quisiera creer que nada es lo que aparenta ser
que una jarra de limonada estática no es un estático castillo de nubes
y no ver cada mañana esta intemperie

la mujer mira el rostro redondo
y resplandeciente de hong guang yogao
como si mirara hacia la cima del huashan
ha aprendido a callarse justo a tiempo
quizá es casi todo lo que sabe hacer–
se siente irrompible bajo su nuevo paraguas
comienza a ascender

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Gabriela Wiener hace un tiempo, invitada por la revista Anfibia, desplegó su estilo particular. En esa oportunidad junto a su pareja Jaime Rodríguez Z, arremetió con  lo mejor del periodismo gonzo al que ella llama “de inmersión”. En una sesión directa de videochat recitó poemas, leyó cartas, relatos unidos a escenas íntimas de celos, paranoias, frustraciones y confesó que la sexualidad es una de las mejores formas de conocer a una sociedad. Lo comprobó personalmente sometiéndose a la práctica de latigazos, al castigo a una mujer que vivía para flagelar  hombres, prostituyéndose en el bosque de Bolonia, participando en París de orgías con transexuales, infiltrándose en la prisión del Urigancho, en Lima, haciéndose pasar por la novia de un interno  para mantener sexo oral e imitando a Truman Capote en esa experiencia de seguir a  su empleada doméstica un día de trabajo.

Hace unos años, en un encuentro con cronistas en Bogotá, ante la mirada de sus colegas, Wiener no tuvo empacho en decir que era capaz de pasar varios días sin bañarse…(aún en esos días femeninos), comiendo porquerías, con tal de no dejar la computadora hasta finalizar su crónica. Para relajarse -confesó- se sometía a masturbaciones compulsivas que le despertaban su inspiración.

Reeditado por Seix Barral Sexografías ya había tenido su bautismo en Melusina durante 2008. Por entonces la palabra transexual era un vocablo poco difundido, a tal punto que la autora en esta edición aclara a pie de página que “detalles que por alguna u otra razón no dije en su memento, o que simplemente añaden un comentario sobre personajes o situaciones que podrían percibirse hoy de una manera distinta a la que se percibían en los primeros años del milenio”.

sexografias libro

Wiener recurre a las aclaraciones con frecuencia. En Llamada perdida expresa que ha vivido experiencias que algunos encuentran audaces y es precisamente en Sexografías donde es capaz de narrarlas. Sexografías es un ramillete de textos publicados en distintos medios cuya columna guía es el sexo o el cuerpo. Son 17 crónicas listas para la polémica, donde la autora pasa por la entrevista, la narración escatológica, la descripción prostibularia y cómo los seres humanos llegan a las bajezas más inconfesables. No es un libro rosado, a mucha gente le puede chocar esta serie de historias donde se expone la intimidad pero son narraciones al fin y al cabo. La autora tiene en claro que su libro de crónicas es un libro de “cuerpos”. Nos dice Wiener: “mi investigación se da precisamente a través de los cuerpos de los demás, pero también del mío propio, de ahí que el libro puede verse como un ejercicio de “periodismo gonzo” o un experimento de inmersión, aunque en algunos casos podría pasar por periodismo directamente pornográfico. Lo que empieza en reportaje termina en autografía y viceversa.

Un ejemplo de su carpeta bien puede estar reflejada en  esta crónica publicada recientemente donde la autora  despliega su natural característica.

Modern Family’ 1 de febrero de 2016 / El País (España)

Los lazos afectivos y sexuales son experiencias únicas y, como tales, resultan muchas veces inclasificables

Mi hija Lena está un poco agotada de tener que aclarar en el colegio que su hermanito no es solo “el hijo de la novia de su papá”. A veces sus amigas la ayudan a explicarlo: “¡Son un trío!”. Otras veces pasa y dice sí, es eso. Desde que hicimos pública la relación de a tres en la que vivimos y el nacimiento de Amaru –hijo biológico de mi marido y mi mujer, y tan hijo mío como suyo– es lógico que el foco se coloque más de lo habitual sobre nosotros y que los miembros de nuestra familia nos encontremos en la necesidad de explicarnos y, en otras ocasiones, en la de simplemente seguir adelante.

He recibido varios mensajes interesándose en nuestra vida porque “hay demanda de estas historias”. Ya sabemos que cuando empiezan a visibilizarse patrones relativamente novedosos comienzan a funcionar los mecanismos de la tendencia. En un mundo en el que las cosas se dividen entre lo que cotiza al alza y lo que baja, la primera señal de que estamos ante una disidencia es que muy pronto alguien la convertirá en moda. Las relaciones que se establecen fuera de la monogamia no han sido la excepción. Para ellas existe un buen ramillete de etiquetas: “tríos”, “poliamor”, las resucitadas “relaciones abiertas” y hasta las “anárquicas”. El abuso de las etiquetas y las modas aplicadas a los vínculos afectivos suelen ser peligrosas. Un amigo escritor decía en un artículo reciente que poliamor le sonaba a “polígono industrial”. “¿Por qué todo lo que tiene que ver con este tema me huele a lugares destartalados y tristes?”.

Tres mujeres brasileñas –una empresaria, una administrativa y una dentista, que viven juntas y duermen en la misma cama– han logrado registrar como unión civil la primera relación estable de tres personas en ese país. En Tailandia, tres hombres gais se casaron, convirtiéndose en el primer matrimonio triple legal de la historia. La serie documental de O Globo Amores livres –sí, otra vez Brasil, el país con más católicos del mundo, y éste no es un dato menor– narra en sus episodios una historia libreamorosa real –swingers, amigos cariñosos y poliafectividades diversas–, y con altos índices de audiencia. Estos casos y algunos más han permitido a muchos saber que hay gente detrás de las anomalías, con nombres y apellidos, caras y pelos, trabajos y creencias, familias, que, aunque no es sencillo de comprender, aman y se configuran de una manera distinta a la que dicta la norma.

Aunque las coñas van y vienen, de un tiempo a esta parte los propios círculos que practican el amor libre enfilan, con sano sentido del humor, su artillería contra sí mismos. La humorista feminista Alicia Murillo ya ha catalogado a un espécimen como el “polimacho”, “un tío que se infiltra en los círculos poliamorosos aunque tenga novia, pero que expulsa a otros tíos de la cama, protege su trasero y espera que solo las chicas nos liberemos sexualmente”; y da cuenta de ese otro fenómeno para el que ha acuñado con sorna el apelativo de “polirrománticos”, quienes, según Murillo, “hacen un trío y ya quieren irse a vivir a la playa, tener hijitos y que nadie folle fuera del trío”, “monógamos pero con más gente, vamos”, sentencia. Otra experta en la materia, militante de las relaciones no-monógamas, escritora y feminista como Brigitte Vasallo denuncia que también en estos predios supuestamente libérrimos se reproducen muchas veces las mismas dinámicas patriarcales de celos y posesión.

Ante la andanada de amores múltiples, desde el otro lado también aparecen legítimos intentos de reinvención. Por ejemplo, la “monogamia” ha dejado paso al “monoamor”, en el que es el sentimiento el exclusivo y excluyente, y no el acuerdo que rige la pareja. Según los activistas Amor Libre Spain, un monógamo te dice “no estoy con nadie si tú tampoco lo estás”, y un monoamoroso te diría “no quiero estar con nadie más, pero no te lo prohíbo a ti”.

La única anormalidad es la incapacidad de amar, decía Anaïs Nin. Tal vez no haya que olvidar que los lazos afectivos y sexuales producen experiencias únicas y procesos singulares. Y que, como tales, resultan muchas veces inclasificables. Y esa es la verdadera conquista de la diversidad.

Gabriela Wiener no es una moneda de oro para que todos la quieran pero bien vale un Perú.

Sobre El Autor

José María Gatti es psicólogo social, periodista e investigador.. Se especializa en la obra de Ernest Hemingway y colabora en distintas publicaciones del extranjero analizando la vida del escritor. En 2010 su bitácora www.lapipadehemingway.blogspot.com fue seleccionada por Technorati, el principal buscador automático de blogs, entre los 10 mejores blogs temáticos sobre Ernest Miller Hemingway. En el 2012 su cuento La leyenda del vino resultó finalista en el Concurso de Relatos Cortos Tinta, sangre y vino, organizado por las Bodegas Paternina (Logroño -España), con motivo del 55 aniversario de la visita del escritor a la bodega. En mayo de 2014 participó como ponente, con su trabajo Lo policial en Hemingway, del Cuarto Festival Azabache. Negro y Blanco, en Mar del Plata (Argentina). En setiembre, representó a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en el V Festival Medellín Negro (Colombia) con su ponencia El sicariato colombiano en Argentina. Ha publicado Tres ensayos sobre arte latinoamericano (1980), En tren de charlas (1982), Hola Hemingway. Una mirada centenaria (1999), Ladrón de desalmados (2004), Gente de palabra (2005), La pipa de Hemingway (2008), Víctimas Inocentes (2013) y Carne en flor (2015).

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