Hablar de relaciones de pareja es hablar de ética amatoria o tal vez económica o quizás de proyecto. Formas de vincularse, que se inserta en los modos de un determinado momento en la historia social. Me estás matando Susana es justamente eso, el retrato de una relación de pareja que se inserta orgánicamente en el paradigma actual, para decirlo mal y pronto la forma de las relaciones de ahora. Por momentos parece contrahegemónico, pero visto con un mínimo de detenimiento cada práctica responde al deber ser de la pareja como unidad y de sus miembros como individuos sujetos a la norma heterosexual hegemónica.
Gael García Bernal interpreta a un clásico varón o machito de las artes escénicas, conquistando víctimas de sus encantos en cada rincón de las bambalinas, vive de fiesta en fiesta así que llega tarde a su casa, generalmente con olor a alcohol -es natural que tome durante la fiesta-, y por lo que deja ver el film, llega con ganas de tener sexo con su mujer, una escritora que, despierta sin poder dormir hasta la llegada de su pareja, se finge dormida para no ponerle el cuerpo a la falta de registro. Un buen día él se levanta y ella no está, pasa el día y ella no volvió, abre el placard y su ropa falta, denuncia la desaparición y la operadora le responde que sin la ropa se supone abandono de hogar; así se entera el machito que su amada se fue. A partir de aquí el protagonista buscará viajar a donde sea necesario a fin de encontrarla. Logra dar con ella, pero resulta que Susana ha ganado una beca y ha conocido a un hombre. Eligio (García Bernal) utilizará toda su violencia y hasta llegará a referirse a sí mismo como macho mexicano que reaccionará a la antigua en cuanto ve a su esposa desobedecer sus órdenes. pero en cuanto se cruce una mujer en el camino del despechado, todo el proyecto de reconquista puede flaquear.
La película se manifiesta contemporánea en tanto aborda la relación de pareja como un campo donde se disputa el desarrollo individual como paralelo y hasta quizás incompatible con el amor romántico que pretende ser sostén de la pareja binaria heteronormal. Eligio niega y miente sobre su comportamiento, no asume sus faltas al acuerdo de fidelidad, irrumpe en el campus donde su mujer trabaja, se permite el escándalo y el oprobio público para él, pero también para su mujer, reprueba y estorba el amorío de su mujer con un compañero, pero cuando es él quien goza libremente con otra mujer, Susana mira por la ventana, calla, se acuesta, se hace la dormida. Para la escrito la metodología de acción será más radical, pero como buena hembra esclava de su macho, a pesar de la mentira, la irresponsabilidad y la estolidez de la negación consciente, se valdrá de los sentimientos románticos para conducir el destino de su cotidianeidad.
El film cuenta con la diversidad y dinamismo de las coproducciones internacionales, donde los personajes, por ser diversos en carácter y estética, generan una realidad ficcional cosmopolita en línea con la actualidad académica, lo que la constituye verosímil para el público jóven. Las actuaciones son buenas y aunque la moraleja esté en línea con el discurso dominante, es interesante como producto para analizar hasta qué punto siguen instalados paradigmas desactualizados que luchan por mantenerse en vigencia, enmascarados de aggiornamiento vincular; alternativas que como Love (2015) buscarían representar la vanguardia de las relaciones, pero reflejan el triunfo del orden establecido desde hace mucho y que algunos buscan disfrazar desde el relato de la supuesta igualdad.
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