NUNCA TE FUISTE DE TUS RAÍCES
Las tinieblas que acompañaban a los administradores coloniales, también cubrían ciertas disociaciones de vidas falseadas, aunque plagadas de benditos recuerdos imborrables.
Una tregua en la eterna pelea sostenida entre la memoria y el olvido. Ahora, una opción.
Barreras sobrenaturales que amparan conciencias infelices, cansadas de dar pasos en la oscuridad, mientras sacuden heridas y cadenas.
Y, aquí, la firme voluntad de hacer verosímil lo fantástico.
África, antes y después.
La historia de un regreso, de alguien que vuelve al origen de todo su mundo; una visita al pasado, un guía, una revelación. Y el ayer resucitado.
Un relato simbólico, de contenido ético. Dimensiones y planos temporales; lo ancestral.
Costumbres y creencias; tradiciones y valores. Del otro lado, prisa y codicia.
Mitos que se reaniman y empalidecen la percepción de la realidad.
La isla, el río, el sol. El horizonte; el “ombligo del cielo”.
Cosas más robustas que el pensamiento. Y cosas que sólo existen después de ser recordadas.
El tiempo, el destino, la familia; el miedo al abandono. La raza y la solidaridad perdida.
El misterio, el alma y la inclinación de las sombras.
Amor, vejez, añoranza. Un sentimiento nostálgico por los sabores de la vida.
Hombre y mujer. Fuego y agua.
El escarabajo y la hormiga alada.
El polvo de los muertos. La vida mal vivida; un secreto, la gran ofensa, el silencio, la mentira.
Polvo blanco esparcido sobre las tierras arables. La respiración de la vida y el soplo de la muerte.
Los mandamientos de aquella tradición.
Los rituales como arma contra la desesperanza. Lograr venenos que algunos animales fabrican en sus infiernos interiores. Y creer que el cielo cabe en un infierno.
El funeral del patriarca, el entierro imposible, el cajón, la fosa y, finalmente, la pala caída.
Una venganza del suelo; la tierra impenetrable.
“Enterrarlo así, en ese estado de muerto abortado constituiría un serio atentado contra la Vida. En vez de protegernos, el difunto desordenaría el mundo. Hasta la lluvia quedaría presa, encarcelada en las nubes. Y la tierra se secaría, el río se hundiría en la arena. Él era un morido en deficiencia, un relámpago que faltaba bendecir.”
Después, las confesiones. Una primera carta que se escribe sin querer, se escribe sola.
Un secreto de sangre, un asunto de familia.
Entre las historias de la isla, se impone otra lucha por la liberación.
El arma, ahora, es sólo la verdad.
Una batalla en la intimidad, librada con manuscritos que rompen la mentira que cerró la tierra.
Titulo: Un río llamado tiempo, una casa llamada Tierra
Autor: Mia Couto
Traductor: Teresa Arizón
Editorial: Universidad de San Martín Edita
204 páginas
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