Cuentos de mujeres que se acercan al amor romántico o sienten una atracción sexual, física, emocional, por otras mujeres.

Son cuentos que versan sobre la homosexualidad femenina.

Es el reconocimiento del lesbianismo, tomando distancia de aquellos autores que han tratado el tema, en la literatura, ubicándolo en un segundo plano o, en todo caso, construyendo personajes lésbicos indeseables, muchas veces identificados con el vicio y la marginalidad.

Aquí, la autora propone otra mirada; descarta toda posibilidad de rodeos, evita eufemismos, mensajes a descifrar y artilugios orientados a enmascarar el tema. Es así que llama a las cosas por su nombre sin necesidad de recurrir, por ejemplo, a expresiones válidas pero temerosas, tales como: “y esa noche no estuvieron divididas”- una frase que, no obstante pecar de autocensura, hace noventa años, fue juzgada con dureza por entender que promovía prácticas antinaturales entre mujeres-.

Natalia Borges Polesso no renuncia a la libertad de transmitir fielmente sentimientos e imágenes, de hacerlo con palabras claras, porque sabe cuál es la verdad del arte de tejer ficción y realidad. Y, en esta compilación de cuentos, reúne elementos que permiten evidenciar una manera de sentir, de pensar y, obviamente, de escribir estas historias breves que nos hablan de otro tipo de expresión válida, la de la sexualidad propiamente dicha.

AMORA, con sensibilidad y razón, se inscribe junto a tantas otras propuestas estéticas que avanzan sobre tópicos que, por lo pronto, no han dejado de ser controvertidos; o por lo menos no, definitivamente, en el corazón de la sociedad.

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AMORA describe lo que podríamos caratular como “el mundo lésbico”; podríamos iniciar esta entrevista poniendo el acento en las diferentes facetas, etapas y experiencias que se advierten en el compilado de tus cuentos. ¿A qué pensás que se debe que, tradicionalmente, en la literatura ha tenido muchas más páginas la homosexualidad masculina que la femenina?

Los hombres y la literatura con representaciones de masculinidades siempre dominaron tanto el campo de la ficción como el de la poesía y de la crítica, creando un ambiente poco amigable, por decirlo de alguna manera, para representaciones y protagonismos de mujeres, menos todavía de mujeres lesbianas, para las cuales el deseo está fundamentalmente desviado. Es un deseo de mujeres por mujeres. Me parece que la mayor parte de la literatura no supo ni sabe lidiar con eso, ni con la producción de esas representaciones ni con su crítica, creando este vacío que vemos hoy. No creo que no existan esas páginas en la historia, pero pienso que fueron ignoradas.

En Primeras veces, una adolescente cansada de mentir decide, finalmente, a los diecisiete años de edad dejar atrás su virginidad; una experiencia heterosexual frustrante. El libro tiene una estructura que, obviamente, no es antojadiza. La pregunta sería, ¿de no haber comenzado con este primer cuento, con cuál otro pensás que hubieras podido abrir fuego?

Este cuento es el primero porque toma una dirección, hace una elección que muchas de nosotras, lesbianas, tuvimos que hacer, porque salir de la norma no es simple y requiere ese ejercicio de mirar, esa prueba y, a veces, el error. En lugar de “Primeras veces”, podría haber abierto con “Tía Marga”. Creo que “Tía Marga” toca, con cierto humor, la cuestión de la homosexualidad en una de nuestras primeras instancias de conflicto: la familiar. Pienso que sería un buen comienzo.

 ¿Qué podrías decirnos acerca de la identidad lésbica?

 Lo que intenté hacer con Amora fue mostrar que no hay una identidad lésbica sino una multitud de formas de expresarla y mantenerla, y que esa multitud tiene en su centro conflictos y disputas, como cualquier grupo. Me preocupaba mostrar un poco por fuera del corte etario y social que vemos siempre en el cine o en la literatura, mostrar la vejez y la infancia, porque son fases de la vida en que la sexualidad se esconde. Me interesaba no describir demasiado físicamente a los personajes para que no se los juzgue por su apariencia, sino por cómo se sienten en el mundo. Y ahí está la gran cuestión de la identidad para mí: ¿cómo es ser lesbiana en el mundo? Eso fue lo que me guió.

Diáspora lésbica reúne a un grupo de jóvenes lesbianas. Entre ellas, una que mete miedo. También está la personal trainer que desentona, rompiendo un “momento de hermandad”. Hablemos de la caracterización de los personajes, ¿de dónde salen?, ¿cómo encarás la construcción de sus personalidades?

Bueno, hablar de caracterización de personajes con “Diáspora lésbica” me suena un poco gracioso porque este cuento específicamente tiene algo de caricatura, es cómico y teatral (incluso fue escrito de forma dramática, con diálogos). Los personajes están puestos en situación, como una especie de recorte y para desencadenar la intriga, los elementos fueron pensados para eso.

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Durante décadas, la literatura escrita por hombres, al tiempo de mostrar personajes lésbicos, lo hacía con desprecio: ¿qué podés decirnos al respecto?

Crear representaciones de afectividades y deseos no heteronormativos desestabiliza una norma, un canon, un templo literario y lidiar con esos elementos disruptivos es mucho más fácil si se los devalúa, si se los trata como algo descartable, inestable, subalterno y no protagonista. Pero estamos muy cansadas de eso, ¿no? Existe una serie de trabajos académicos y ficcionales que nos ayudan a construir esas literaturas desviantes. Recientemente leí los libros y los trabajos de las argentinas Paula Jiménez España y Laura Arnés; estas dos investigadoras deben ser leídas porque nos dicen mucho sobre las ficciones lésbicas, tanto en el ámbito de la literatura de ficción como de la crítica.

En el cuento que lleva el mismo título del libro, la protagonista, que es campeona infanto- juvenil del torneo interestatal de ajedrez; pasa por diferentes estados, partiendo de un enamoramiento, pasando por la decepción, anclándose en el escepticismo, luego llega el crecimiento para, finalmente, involucrarse en una experiencia lésbica. Hablemos de ello, ¿puede ser?

 Amora es una nena descubriendo más que su sexualidad, su identidad, sus pasiones. Comenzamos por el hecho de ser la representación de una nena un poco fuera de los padrones, porque juega ajedrez, anda en bicicleta, juega a los videojuegos y sale con sus amigos varones como si fuera uno más (usa gorro, bermuda, camiseta).

Todo está bien para Amora, pero el mundo avisa que no está tan bien cuando el chico del que se enamora la confunde con otro chico, con un posible hermano de ella. Es el primer quiebre en su identidad. Después, ella no cambia voluntariamente, su cuerpo cambia. Y comienza a llamar la atención de los varones. En este momento lo común sería que se sintiera atraída por ellos, pero no. La atrae Angélica, que también es ajedrecista y también tiene una particularidad en su apariencia, algo que se desvía de la norma. En ese desvío, Amora encuentra un nuevo sentimiento (cuando están “agarradas de la mano”).

Hablemos de la identidad lésbica en lo que hace al entorno familiar.

Me parece que uno de los primeros lugares en que te sentís rechazado o acogido, en el que decidís si contar o esconder es en la familia. Este es un conflicto presente, es uno de los primeros conflictos con los que tenemos que lidiar. Dependiendo de cómo lidiamos con este hecho en familia, pasamos a tener distintas configuraciones de relaciones familiares. La familia, de cierta forma, moldea un poco cómo seremos, moldea nuestras posibilidades de ser. Ser gay en una familia castradora o manipuladora es muy diferente de ser gay en una familia amorosa y comprensiva. El diálogo cambia, tu actitud cambia, tu respeto cambia, cambia hasta la manera en que te relacionás con los demás.

En Dios me libre, la pareja lésbica se presenta como una suerte de salvación que rescata a una mujer de la oscuridad y del vacío, ofreciéndole una vida nueva al amparo de un ¡Aleluya! ¿Qué reflexión te merece el tema de las caricaturas estereotipadas?

Este texto sirve para que podamos reflexionar un poco sobre el papel de la religión en relación a la homosexualidad.  Ahí tenemos algunos quiebres de estatus, por ejemplo, es una mujer que da su testimonio en la iglesia, es una mujer hablando en la iglesia, algo no tan común. Intenté construir una narrativa en la que no se pudiese saber de qué iglesia o religión hablamos, pero traté de usar algunos símbolos y construcciones del discurso religioso que para mí suena caricaturesco a veces porque ignora un montón de cosas del entorno del mundo y de las vivencias de las personas. Por eso, al tiempo que ignora, intenta, con interpretaciones, convencer de que ese es el mejor camino. Eso es lo que hace la protagonista, intenta convencer de que el mejor camino fue la salvación por otra mujer. No sé si considero ese texto el más caricaturesco, creo que “Dramaturga hermética” es más caricaturesco en términos de discurso, porque allí pesa la mano del dramatismo. El personaje se derrama y es pedante, y al mismo tiempo intenta parecer culto y enigmático pero no lo es, solo es aburrido. Es una caricatura del intelectual, en mi opinión. Quise bromear con el propio acto de escribir como un personaje un poco deshonesto, tal vez mentiroso al narrarse, pero en “Dios me libre” la narradora es completamente honesta!

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En Unas piernas gruesas, la “heteronormatividad” se va perdiendo y, a la par,  la atracción física entre jóvenes mujeres va tomando cuerpo, al ritmo del deporte, en el marco de las Olimpíadas municipales. En este cuento, la galería de personajes muestra a dos hermanas gemelas -Greice y Kelli-, como Grace Kelly de Mónaco. Ahora, me gustaría hacer foco en Sandra y en la pasión que unió a Isadora con una de las gemelas. ¿Cómo describirías, en este caso, el proceso de escritura?

Fue justamente eso. Intenté desestabilizar cualquier idea de heteronormatividad. Pensé en adolescentes practicando deportes, siendo protagonistas del juego y, al mismo tiempo, que ese juego se fuera desenvolviendo en la vida, con sorpresas. Sandra, por ejemplo, sería del tipo que ataca para defenderse, pero solo vamos a saber eso al final. Ella rechazaba el comportamiento de la narradora, pero al final, lesbiana es ella. Al mismo tiempo, la narradora también se está descubriendo y al ver, al describir a Ariela, dá pistas de su atracción y pasión adolescente, sin relacionar eso con su sexualidad inmediata, que será revelada también al final. La verdad, quise decir que la adolescencia puede ser una fase nebulosa para quien piensa en una sexualidad por fuera de la norma. Y pasamos por cosas sin lograr definirlas, cosas que van a tener sentido retroactivamente.

¿Qué novelas de temática lésbica recomendaría leer?

Carol – Patrícia Highsmith

A todos nos encantaban los cowboys – Carol Bensimon

Dos iguales – Cíntia Moscovich

Soy lesbiana – Cassandra Rios

Amora – Rosamaria Rofiel

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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