Una niña nace huyendo del seno materno. Su hogar de origen no es un buen lugar para ella, pero el mundo por fuera de él no resulta mucho mejor. La obra dirigida por Eduardo Graham, Pluma y la Tempestad de estos tiempos, presenta al papel protagónico en un tiempo coetáneo y latente, constante y violento.

Hay un tono tierno e ingenuo en el personaje de Pluma y en el modo en que las cosas suceden. La versión basada en el texto de Arístides Vargas, hace de Pluma un personaje femenino nacido en la marginalidad, con el correr del tiempo su vida será el permanente contacto con diversos modos de lo hostil. Tenaz en su fe y esperanza, Pluma no quiere marchitarse, pero no sabe o no quiere luchar por una realidad diferente

En cuanto al espacio, la propuesta está muy bien resuelta: pocos actores y muchos personajes trasladan percheros con un vestuario versátil que junto a la luz dará paso a los climas y escenas. Muy buen nivel interpretativo y, en el caso de la protagonista, un trabajo corporal que colabora a la construcción del universo poético que se crea. Los diversos personajes, además de una buena caracterización, tienen matices, tonos y aristas muy distintos, construyen identidades diversas que no resultan pantomimas a pesar de ser identidades tipo.

Resulta difícil que en un texto de personajes y situaciones arquetípicas logre sostener la acción sin caer en lo meramente declamativo y por momento la obra flaquea en este aspecto, quizás por la circularidad en lo discursivo del texto, quizás por los tiempos en que se cuenta cada escena. A su vez la utilería es funcional, pero escatima en lo verosímil al menos en un momento: al utilizar un recorte de tela viejo para referir a un cartel de protesta, con letras boca abajo que no dicen ni dejan de decir, parece olvidar las posibilidades plásticas que numerosos artistas han dejado como referencia en nuestra propia historia del arte. Quizás una sola palabra resultara más apropiada que esa tela, posible para un ensayo, pero muy pobre semióticamente para la función. Aun así, esta versión de Pluma resulta muy accesible a todo tipo de público, es clara y nada pretenciosa.

En algún momento, Pluma dejará en claro que a pesar del hambre no piensa moverse del lugar en el que está y así cristalizará un hecho contundente y presente en la realidad cotidiana de cada espectador: ¿por qué debería moverse de su sitio aquél al que el estado nada brinda, sino lo peor que las urbes y la codicia (moderna y postmoderna) que siembran en el ser humano? Aquí la propuesta de Graham genera un profundo contraste entre lo cruel que se está representando y la ternura que mencioné al principio, con la cual lo representa.

La obra se presenta los domingos a las 18:00 hs en el teatro Pan y Arte (Av. Boedo 876), podés saber más de la obra en: https://www.facebook.com/pg/Pluma-y-La-Tempestad-de-Estos-Tiempos-1036457666489815/posts/

Sobre El Autor

Nació en 1986, rata porteña del sur de la ciudad. Trabaja desde hace doce años en Museo Nacional de Bellas Artes, en la actualidad como educadora. Es profesora de teatro y se forma como Docente en Lengua y Literatura.

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