“El año dos mil nos encontrará unidos o dominados”.

 

“… algunos trabajos se han centrado, precisamente, en la relación de las revistas con las ideas, el contexto y una época determinada, es decir, las revistas entendidas como contextos intelectuales. De este modo, las revistas han sido descriptas como un `espacio dinámico de circulación e intersección de discursos altamente significativos´, como actores, `bisagras culturales´, como vehículos de difusión y debate o `laboratorios de ideas´. Todas estas definiciones ubican a las revistas político-culturales cerca de la política, como generadoras y receptoras de sus transformaciones.”

Vale la pena, entonces, detenernos a recordar aquellas publicaciones que circulaban en el marco de ese contexto histórico impregnado de definiciones, políticas e ideológicas, que ofrecían la izquierda socialista, el revisionismo histórico, el progresismo, el alfonsinismo. También el peronismo: el de centro, el de izquierda y el renovador, entre tantas otras expresiones válidas que se fueron sumando, como ser, por ejemplo, la del Frente de centro-izquierda que, entre 1990 y 1991 reunió, mediante La Mirada, a su director, Carlos Auyero, con Álvaro Abós, Nicolás Casullo, Horacio González, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, José Nun, Ariel Colombo y Pablo Bergel.

Antes, muchos habrían colaborado promoviendo el debate desde otras revistas, algunas de las cuales circularon aun en tiempo de dictadura: Punto de Vista, Controversia para el examen de la realidad argentina, Testimonio Latinoamericano, Línea, Crear…(y siguen las firmas).

Pero, en este caso, nos interesa comentar Unidos. La revista peronista de los ochenta, a la luz de este trabajo presentado por la doctora Martina Garategaray. Su libro habilita una percepción global del tema, aunque propone tres niveles para el análisis: La revista como actor político intelectual / La cultura política peronista / La historia argentina de la década de 1980.

Es así que reconocemos, en Unidos, una suerte de mirada crítica que alcanza a religar el pasado, el presente y el futuro en disputa, toda vez que la comprensión de un movimiento de inclusión y exclusión – ese nosotros y ese ellos- operaría como certificación de la identidad que, obviamente, se le imprimió a un proyecto tanto político como cultural. De ello, del combate ideológico y del acervo peronista dan cuenta sus editoriales, sus manifiestos, sus columnas y artículos.

Si bien la lectura propuesta a los lectores, anticiparía continuidades y rupturas, no está de más entrar en la estructura interna de la revista, en su composición y en sus prácticas de funcionamiento, para ir trazando, aunque a grandes rasgos, su impronta en virtud de una pertenencia, la de sus miembros.

Militantes de la Juventud Peronista, en primera instancia, y de la J. P. Lealtad, en razón de las circunstancias. En este sentido, – dice Martina Garategaray– Unidos repone el pasado de sus integrantes como militantes leales y opuestos a los Montoneros, y en este recorrido sus mentores buscan instalarse legítimamente en el escenario de la “vuelta a la democracia”.

 

Unidos, se hace cargo de la coyuntura política, de aquella transición, y auspicia el debate.

La revista cuenta con la dirección del “Chacho” Álvarez; lo acompañan militantes peronistas que entienden las ideas como un medio eficaz de acción política, más aún en tiempo de definiciones y de transformaciones, en el que el aporte de los intelectuales adquiere una mayor relevancia.

Es así que cobra fuerza la postura de impulsar un proceso de institucionalización de la compulsa de ideas, tendiente a enriquecer, en tiempo oportuno, el pensamiento propio del peronismo, atendiendo a su tradición y a su doctrina. El ideario justicialista en época de tensiones y reflexiones.

 

Unidos se presenta en sociedad en mayo de 1983, con un “Quiénes somos” acompañando el manifiesto fundacional.

Esta publicación es el resultado del encuentro de un conjunto de militantes peronistas que, desde diferentes opciones coyunturales, acordamos contribuir al proceso de institucionalizar la lucha por las ideas. (…) Las ideas, junto a la organización, ayudan a vencer el tiempo, sino también le oponen un muro infranqueable al oportunismo o a la desviación.

 Unidos, y la fórmula Lúder – Bittel. La derrota electoral. Y el peronismo en emergencia.

Las viejas estructuras orgánicas. Los “mariscales de la derrota”. La ruptura con reserva de identidad.

Unidos fue “hija de la derrota” y también hija de las reglas del juego democrático y de la huella alfonsinista -dice Garategaray-.

Unidos fue alfonsinista, y no voy a poner comillas en esta afirmación…Pero tomaba el armazón conceptual alfonsinista para recrear la cultura social peronista bajo una democracia como filosofía primera, y no como resultado comunitario -como era en el peronismo clásico- de las medidas emergentes de “los principios sociales que Perón ha establecido”. (González H. – En: El peronismo fuera de las fuentes, Bs.As. Universidad Nacional de Gral Sarmiento y Biblioteca Nacional, 2008, p. 41).

A título de ejemplo, cabe señalar que en 1985 se organizó una mesa redonda sobre: Democracia y Cambio Social. Participaron interlocutores provenientes del socialismo junto a peronistas tales como “Chacho” Álvarez, Alcira Argumedo, Nicolás Casullo, Julio Bárbaro, Vicente Palermo.

Los diálogos con la izquierda socialista se daban, generalmente, a través de Punto de Vista. A esta revista le importaba reconsiderar el pasado reciente con un enfoque crítico. Su directora, Beatriz Sarlo, entendía que los intelectuales debían reconsiderar el vínculo entre el actuar y el pensar que, en el pasado se caracterizó por una “rendición de la lógica intelectual” en favor de la lógica política.

“Ni en el peronismo ni en los partidos de la izquierda revolucionaria se podía actuar y            pensar al mismo tiempo. Entonces la acción comenzó a devorar a la razón crítica sobre la que, de algún modo, se había fundado este movimiento vasto de incorporación de intelectuales y artistas a la política. (…) la política se convirtió en criterio de verdad y aseguró un fundamento único a todas las prácticas.”

 

La renovación y el apoyo de Unidos a esa corriente que auspiciaba la candidatura de Cafiero en la provincia de Buenos Aires, para alcanzar la gobernación y, luego, lo acompañó en la interna con el gobernador de La Rioja, por la presidencia de la Nación.

 Carlos “Chacho” Álvarez, promediando 1989, asume como diputado nacional y, es por ello que resigna la dirección de la revista.

Poco después, la orientación que evidencia el menemismo mediante la conformación del gabinete y las leyes de Emergencia Económica y Reforma del Estado, hace inevitable la separación y genera una nueva opción en la escena política nacional, la conformación de “el grupo de los ocho”, entre los que se destaca “Chacho”.

Unidos, apoya el desprendimiento, y lo acompaña reconociéndole su identidad partidaria, su pertenencia.

Hasta aquí, he intentado ofrecer una muy pequeña muestra del excelente trabajo presentado por Martina Garategaray.

Ahora bien, al margen de la investigación de la autora y de su libro, no quisiera cerrar esta modesta reseña sin compartir una reflexión que, aun a riesgo de equivocarme, entiendo oportuna:

La crítica sobre el pasado, que han propuesto los intelectuales al tiempo del advenimiento de la democracia y de los primeros y segundos pasos del andamiaje político, parecería ser insuficiente, al no reflejar con nitidez una verdad que compromete a las diversas fuerzas políticas que obtuvieron representación parlamentaria durante aquel intervalo, no tan lúcido, que se extendió entre mediados de 1973 y fines de 1975. Importa reconocer que, los entonces diputados nacionales, desde sus bancas -y bien podríamos decir, desde sus trincheras- vociferaban que estábamos en guerra y apelaban a las fuerzas armadas, proponiendo mucho más miedo que esperanza.

 

Título: UNIDOS. La revista peronista de los ochenta

Autora: Martina Garategaray

Editorial: Universidad Nacional de Quilmes

152 págs.

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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