El título de este libro, sin necesidad de abrirlo, ya sugiere un abanico de temas, todos religados a la lógica de la novedad. Podría pensarse en contradicciones, desbordes y desvíos. Pero, con el sello en tapa: Cuadernos de hablar de poesía (colección) de Audisea, parecería tener que ver con la belleza, con la construcción y con la perfección de los poemas, antes y ahora; con la estimación de la novedad y con la percepción cultural; con las perspectivas; con alguna ilusión; con lo abstracto y lo conceptual; con determinada etapa y con en el carácter perecedero de aquello que no se escribe con expectativas de perdurar; con algo que, tal vez, y solo tal vez, simplemente persigue algún fin determinado. Pero mejor, veamos qué nos dice el autor.

 

“Desde las vanguardias, el siglo XX ha tomado como criterio de juicio la novedad; la novedad se presenta como lo actual; es lo que es en este momento, lo que concierne a nuestros contemporáneos, el ahora de nuestra historicidad. De acuerdo con este rasero, por más perfecta que sea una obra, si no es actual, no vale nada; de allí que el peor juicio sobre una obra consista en afirmar que se funda en criterios estéticos de otra época: `es un soneto perfecto, pero es un soneto…´” (pág. 30).

 

Ya advertimos que Mariano Pérez Carrasco, desde las páginas de este libro, poco complaciente,  interpela a toda una generación que irrumpe en la cultura. Lo hace en primera instancia al comentar el trabajo de Fabián Casas: Ensayos bonsai -Emecé, Bs. As., 2007-.

Por esta vía nos invita a reflexionar, acerca del sentido de la actualidad, para poder reconocer los alcances de lo que entendemos por contemporáneo. Y, ajustándose al tema que nos ocupa, se pregunta en voz alta qué significa ser actual y, si es posible que la actualidad tenga un sentido. Entonces, partiendo de estos interrogantes, M. P. C. nos propone profundizar en los por qué de un fenómeno tan efímero como anclado en el universo de las letras: “la novedad”.

El problema de la temporalidad.

 

Y dice: “La hipótesis que voy a aventurar es psicológica, Pero quizás sea apropiada: la Generación de los ´90 -y, Casas como representante de ella- se desprecia a sí misma; está aburrida de sí misma; quisiera hablar en serio, pero no sabe cómo; en términos de Casas: quisiera ser Cortázar -o Faulkner o Sartre o Vargas Llosa-, pero no puede. Ellos han elegido el barrio, el rock, las telenovelas, como su tierra de promisión. Anclados en un mundo adolescente, empastados por teorías que la mayoría de ellos comprendieron mal pero que los justificaban en su propia pobreza, ahora que son cuarentones sin profesión, ex rebeldes, ex contraculturales, con excesos rockeros sin glam, y el pobre éxito literario de estas pampas no les alcanza en verdad para nada, desesperan.

Se dirá que estoy haciendo una crítica externa, inatinente. Me permito señalar que coincido con el diagnóstico que sobre sí mismo y su generación da Casas: `Al octavo whisky lo llamo a mi amigo Santiago y le digo, medio llorando, medio exaltado: Che, Aira nos cagó, la literatura argentina cayó en la trampa de (César) Aira (…). Los escritores serios, los grandes gigantes, son mirados de soslayo: ¡reina el viva la pepa!´…” (pág. 34).

 

Pérez Carrasco nos habla de una suerte de nihilismo generacional.

 

“Estos escritores viven la tragedia de que -en virtud del exitismo o de estéticas a la moda- quisieron vivir el presente, expresar el presente y solamente el presente. Hicieron del presente un fin; y como ese presente que eligieron coincidió temporalmente con su adolescencia, quedaron detenidos en aquel tiempo. Son los viejos jóvenes de los Noventa. Tal vez, para comenzar a salir de esa aporía, convenga releer a Pascal: `Casi nunca pensamos en el presente, y si pensamos en él es sólo como guía para disponer del futuro. El presente no es jamás nuestro fin: pasado y presente son nuestros medios; solo el futuro es nuestro fin. Así, no vivimos jamás, sino que esperamos vivir´” (pág. 35).

 

 

Entonces, ¿cuál sería el fundamento de la novedad?; ¿puede lo nuevo, por el sólo hecho de serlo, imponerse como un valor?; ¿podría tomarse la novedad como único criterio? Preguntas como las  formuladas, se corresponden con respuestas que dejan en evidencian dificultades lógicas que se presentan como insuperables y que Pérez Carrasco destaca con ingenio, al haber captado la parte oculta del fenómeno generacional que él explica de un modo claro, imprimiéndole a su ensayo el efecto de lo acertado. El título del libro: Las paradojas de la novedad, queda muy bien  justificado.

 

Tanto Martín Prieto -con su Breve historia de la literatura argentina-, como  Ricardo Herrera -con La hora epigonal “Del maximalismo al minimalismo”, son tomados por Pérez Carrasco y puestos al servicio de su argumentación. Entre tantas otras cosas, Herrera dice: “lo nuevo, lo renovador y lo joven son categorías ficticias, arbitrarias y oportunistas”.

“Herrera no recusa la novedad per se, sino utilizada como criterio exclusivo de juicio”, afirma Pérez Carrasco, y a renglón seguido agrega que: “No lo interpreta así Prieto, quien ve en esa frase de Herrera una `pura impugnación del presente´…” (pág. 49).

 

Son todos temas de debate y discusión: Los epifánicos, los neo-objetivistas y los neo-barrocos.

Lo viejo y lo nuevo. La “tradición”.Y la pregunta de rigor: ¿Lo viejo, como criterio estético, representa un disvalor?

La poesía en cada tiempo político y social. El poeta setentista y su objetivo redentor -todo un profeta de la revolución-.  El soporte ideológico y un desgaste natural; equilibrio y desequilibrio entre realidad y lirismo. El “proceso de la realidad”. Un sistema de creencias.

Y un proceso histórico que registra el hecho bisagra que se inscribe como apertura democrática tras años de dictadura.

 

“El éxito argumentativo del texto de Herrera consiste en haber podido mostrar cómo el maximalismo era la ideología (el sistema de creencias) que sostenía al minimalismo objetivista” (pág. 44).

 

Este ensayo reconoce un marco filosófico que acompaña la tendencia que caracteriza a la poesía de los años ´90. En consecuencia, el ensayista expresa un juicio literario en razón de la correspondiente reflexión crítica que asume como algo insoslayable.

 

Pérez Carrasco, articula cierta serie de argumentos que le permite arribar a conclusiones y, entre ellas, la que expresa en la página 101: “… estos autores se mueven dentro de los estrechos límites de un universo municipal atravesado por los mandatos de una `cultura joven´ diseñada por la industria del entretenimiento. Esa perspectiva municipal corta todo vínculo con el pasado y condena a quienes participan en ella a vivir clausurados en el presente.

 

En el capítulo Los ideólogos del municipio. Filosofía y política en la poesía de los´90, Mariano Pérez Carrasco se detiene a contradecir la interpretación que ensayan Violeta Kesselman, Ana Mazzoni y Damián Selci al tiempo de presentar en sociedad: La tendencia materialista. Antología crítica de la poesía de los 90 -Paradiso, Bs. As., 2012-. Obra que reúne, previa selección, algunas poesías de siete exponentes de la década en cuestión. En página 130, se explica cuál ha sido el propósito de la crítica y se aclara e hecho de haber respetado el marco teórico propuesto por los autores del libro antes mencionado. Asimismo, Pérez Carrasco expresa: “…si bien considero objetables los supuestos desde los que está proyectada esta antología, no quisiera pasar por alto el trabajo llevado a cabo por los antólogos: han realizado un esfuerzo crítico valorable, han propuesto una narración historiográfica atendible y se han esforzado por producir argumentos que están lejos del descuido y la banalidad nihilista que caracteriza a la mayoría de los poemas antologados”.

 

Más arriba apuntamos, como algo importante, un “hecho bisagra” inscripto en el proceso histórico: la recuperación de la democracia. Decir bisagra sugiere la idea de un mecanismo que puede estar destinado tanto a la apertura como al cierre de una puerta, de una ventana, de una tapa (y pienso en e-tapa). Ahora bien, el sistema aludido requiere contar con dos superficies separadas, un marco y un eje común. Aquí encontramos esos mismos elementos, aunque vale destacar que, aparentemente,una  sola de las superficies añadiría profundidad…, he ahí el quid de la cuestión.

Título: Las paradojas de la novedad

Autor: Mariano Pérez Carrasco

Editorial: Audisea

166 págs.

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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