Hay una voz, primero.

Mejor dicho, dos.

La de Pablo en la radio. De la cual se enamora Verónica. Se fanatiza, se vuelve fiel a esa voz. Y empieza a escribirle. En el muro, a través del cual tienen un dialogo secreto entre ellos dos. Ella se siente especial, viva después de vaya uno a saber cuánto.

De ahí, el siguiente paso: escribirle por privado.

Pero a la hora de encontrarse, su voz no sale. Una voz que –parece– espera ser escuchada, comprendida, querida, para ser. O para volver a ser.

“Ya no voy a ningún lugar”.

Y hay otras voces, también, adentro suyo, tratando de guiarlas. “Darwinismo yoico”, así las nombra ella. La humorista, la exigente, la racional, pero la valiente tarda en aparecer. Pero lo hace.

Timbre al encuentro. Con él, con su pasado. Con sus propios fantasmas. Y con los de él, claro.

Y, por otro lado, Pablo, un hombre dejado; de una relación, y en cierta manera, que se deja a sí mismo. Se prohíbe dejar ir. Ancla. Y del otro lado de la pantalla, Verónica no sabe nada de esto.

De esta manera, Usted no puede responder (Otra novelita lumpen) de Caro Soria es una novela que propone un dialogo en el que la desconexión o el desentendimiento del otro excede a la pantalla, donde el amor no se puede responder. O no se quiere. Donde la mirada formadora del otro termina por completar o desarmar.

Arrancamos hablando del origen de Usted puede no responder.

No sé si fui muy consciente del nacimiento de esta novelita. Después de unos años –no muchos- de participar de distintos talleres de manera informal y sin mucha regularidad, decidí que quería escribir de manera profesional, tomarme la escritura como un trabajo. Hasta ese momento había intentado escribir algún cuento pero no mucho más.

No sabía si podía. Ni siquiera me imaginaba qué podía salir. El resultado me sorprendió.

Ahora puedo darme cuenta que en realidad había para decir mucho y quería hacerlo. Solo estaba buscando la forma, tener las herramientas, animarme.

Ser escritora era algo muy lejano para mí. Creo que eso es algo que tiene que ver con las representaciones que uno trae por su origen, que transmiten los padres. En casa primero había que trabajar y escribir o cualquier otro tipo de arte no era un trabajo. Así que el encuentro con el deseo de escribir probablemente estuvo desde siempre. Habilitarme a hacerlo no. Es más reciente.

Una vez que uno termina el libro, lo primero que se pone de manifesto es la estructura. Te pido, sin entrar en spoilers, que cuentes cómo la trabajaste.

Arranqué a escribir sin pensar en la estructura. Cada parte responde a una voz que narra. Y la estructura apareció sola.

Cada parte responde a una necesidad de virar de la historia. Yo creo que son como capas de una cebolla. Al principio tenés una novela, una historia –la de Vero y su obsesión-. Pero si avanzás, te encontrás con otra novela.

El tiempo, después, lo ordena todo.

Siendo una novela en la que las voces tienen un rol protagónico es válido indagar cómo fue el trabajo para encontrar la voz de la narradora.

Lo primero que apareció fue la voz de Vero. No podía ser de otra manera: ella contando qué le pasa, lo que siente, lo que imagina.

Cuando sentí que lo que este personaje tenía para decir se había agotado empecé a buscar la segunda voz, la de Pablo. Creo que elegí contarlo en tercera persona porque hay algo de él que suponemos. No tenemos certezas sobre si eso que le pasa es lo que le pasa en realidad.

El resto fue decidir desde qué lugar contar la historia.

Las redes sociales plantearon nuevas soluciones y, a la vez, nuevos problemas a la hora de de comunicarnos. Y también problemas a la hora de abordarlo desde la literatura por lo imposible que resulta abarcar esa multiplicidad de pantallas, chats y no lugares al mismo tiempo. Vos decidiste incluir las complejidades del vínculo por chat. ¿Cómo fue trabajar esto? ¿Qué desafíos creés que presentan las redes sociales y los celulares a la hora de relacionarnos?

Creo que aproveché la inmediatez y la horizontalidad que tienen las redes para contar una historia. La espera y  el mal entendido son  parte de la vida cotidiana. Que te responda alguien famoso, un referente político, alguien a quien uno estima… quizás sea algo más reciente, sobre todo porque es a la vista de otros.

En cuanto al formato en la literatura, no es algo nuevo: Drácula, por ejemplo, está escrita en cartas. Habría que ver si funcionaría una historia contada solo con chats. O whatsapps .Yo sólo los usé para crear un efecto. Para que la verdad apareciera.

En mi opinión personal, las redes son herramientas, nada más. Quizás sea un error  creer que uno está más conectado por tener más contactos. Las redes sociales podrán ayudar o no, potenciar, amplificar;  pero conectar con un Otro no depende de las redes sino de otras cuestiones de orden social-psicológico.

En cierta manera, la novela habla de soledades y de las distorsiones que surgen de la misma, de verdades que no se quieren enfrentar, donde la construcción de la memoria se borronea al ser construida no desde el acontecimiento, sino desde la mirada de un acontecimiento, desde una realidad propia. Me gustaría indagar en este cruce de realidad, soledad, verdad y memoria.

Es difícil responder a esto que planteás porque creo, como te decía antes, que al principio estamos frente a alguien que responde como puede a lo que le acontece. La obsesión también es una respuesta; lo que no se puede decir, vuelve de otras maneras, insiste.

Pero si uno avanza en la historia, en la construcción de este personaje, que decide que quiere ser “Otra”, se encuentra con que construir ese “ser Otra” implica dejar atrás ciertas identidades.  Y tiene costo.

En el momento en que quiere enfrentar “la verdad”, o sea “su verdad”, se encuentra con que no puede decirla y luego con que no hay nadie a quien decirla.

La realidad está puesta del lado de lo social, en las conexiones que puede hacer con esos a los que acompaña. La soledad del lado del compañero, con el que no logra o no puede encontrarse.

Hay una búsqueda de alivio por parte de los protagonistas. Ya sea en terapia o en la iglesia. O en la familia. No solo buscarlo, sino también darlo; el caso de la protagonista con sus alumnos donde dice que le gustaría “cambiar con su mirada la vida de los demás”. Siendo vos psicoanalista me gustaría, si te parece, que te detuvieras a comentar este apartado que atraviesa la obra.

En Psicología de las masas y análisis del yo, Freud comienza diciendo que toda psicología es social. Que el individuo es porque primero tuvo que ser alojado en una red. Un otro primordial que nos haga ingresar en la cultura, que nos de identidad, que nos ingrese al lenguaje, que nos ayude a ser y a crecer.

Somos lo que nos dicen que somos. Y crecer implica ir eligiendo qué queremos ser. La familia y las instituciones nos alojan y nos transmiten valores. Nos dan una estructura, necesaria. Pero a veces esa mirada que debería acompañar se convierte en una mirada que nos censura si nos salimos de ciertas normas.

En la novela Vero cuenta que ella había sido una buena esposa, una buena madre… sin embargo, no era ella. Frente a este conflicto el personaje hace lo que puede y se va.

En el consultorio, los síntomas con que llegan los pacientes, muchas veces, tienen que ver con esto: con los conflictos entre lo que debemos ser y lo que queremos ser y el malestar que genera no poder cumplir con lo que se espera de uno. El análisis, quizás, implica lograr un equilibrio sin salidas tan abruptas. Poder elegir.

¿Cuáles fueron tus Influencias a la hora de escribir la novela?

No puedo decir que pensaba en un autor en particular cuando estaba escribiendo. Te puedo decir que me gusta la escritura que te deja pensando, que te exige volver al texto. La novela tiene una referencia a “Una novelita lumpen” de Roberto Bolaño. Recuerdo que cuando la leí y llegué al final me pregunté por la primera página. Por un dato que aparecía al inicio…

Me gustaría que algo de eso esté logrado, aunque sea un poco.

Trabajaste tu novela con Luis Mey. Muchas veces los talleres literarios son puestos en duda o atacados. Quería preguntarte por tu experiencia y cómo ves a los mismos.

Fui a varios talleres. Creo que hay que formarse. Claro que no todos tenemos las mismas posibilidades.

Al primer taller que fui fue al de Vicente Batista en la Biblioteca Nacional y eran gratuitos, hasta que cambió el gobierno.

Cada taller tiene su dinámica y cada profe su método. Creo que puede pasar que vayas a un taller y ese método no te sirva porque no va con lo que uno necesita.

Con Luis no fue taller. Yo escribía y nos reuníamos a corregir, a pensar qué caminos podían tomar los personajes.

Tal cual los personajes de mi novela, yo también necesité de la mirada amable de Luis para ser “la escritora” y hacer este trabajo.

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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