De cuando en cuando, y cada vez con menos frecuencia, la factoría cinematográfica norteamericana genera una voz nueva, distinta, que responde a eso que podría denominarse autor. Así, en medio de bazofias diseñadas por el marketing y contadores (de números, no de palabras) surgen cineastas como Tim Burton, Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson o Wes Anderson, por citar algunos ejemplos. Y, podría agregarse ahora, con salvedades, a Taika Waititi.

Waititi es neocelandés, y uno de los beneficiarios del notable empujón a la industria cinematográfica local que le dio Peter Jackson. Se comenzó a invertir más en cine, se seleccionaron bien los proyectos, y surgieron artistas como Taika Waititi. Su filmografía anterior a Jojo Rabbit incluye dos joyas como Casa vampiro (horrendo título en español para What We Do In The Shadows) y Cazando salvajes (quizás la única muy buena película que pueda verse hoy poy hoy en Netflix), ambas realizadas en Nueva Zelanda. El éxito lo llevó a Hollywood, donde hizo Thor: Ragnarok (que sin ser buena se constituyó en la mejor del dios del trueno en pantalla grande) y, ahora, sí, Jojo Rabbit.

Waititi maneja a la perfección un humor que ocurre en el intermedio exacto entre el negro y la ternura. Irreverente, pero al mismo tiempo sentimental. Salvaje, disruptivo, pero también clásico. Ya sea con un falso documental acerca de cómo viven los vampiros en Nueva Zelanda o de la fuga de un huérfano y su padre adoptivo por la selva, Waititi sabe cómo mostrar los distintos que son los personajes que engendra, pero también cómo sienten, cómo sueñan y cómo temen. Siempre, en medio de risas.

En la excelente Jojo Rabbit, que probablemente será una de las contendiente al Oscar 2020 (sin chances de ganar, más para cubrir la cuota de cine independiente que pone la Academia para hacerse la correcta), Waititi se mete de lleno con un tabú. Un niño nazi. Durante la Segunda Guerra Mundial. Que tiene por amigo imaginario a Adolf Hitler (interpretado por el mismo Waititi).

 

Semejante tema (o quizás debería decirse semejante ángulo para abordar un tema remanido) es impropio de la cinematografía norteamericana, y uno se preguntaba qué concesiones habría hecho Waititi para que le aprobaran el proyecto multimillonario. Al ver la película, se nota con claridad que la concesión fue Scarlett Johansson, que como siempre actúa mal, sin dar con el tono del resto del elenco ni de la historia, para peor con un personaje clave. Y, aún así, Jojo Rabbit funciona maravillosamente.

Hay que destacar la valentía de Waititi por la forma en que cuenta, por la forma en que muestra qué significa que un niño posea una ideología política. El modo en que ciertos ímpetus entran en colisión con el odio que se supone debe ejercer. La maldad que se trasluce y que se ejecuta, como en todo niño, al mismo tiempo que convive con la inocencia de no saber otorgarle valor o dimensión a lo que lo rodea.

Waititi lejos está de decir que el nazismo fue bueno. Lo refleja como basura, pero bajo el tamiz de la mirada infantil, con el acento puesto en el absurdo y en que, en definitiva, las buenas personas son aquellas que hacen lo que pueden en el contexto en que les tocó vivir.

Una película hermosa, que en el mejor de los casos llevará a quien la vea a adentrarse en el resto de la filmografía de este artista diferente.

 

Jojo Rabbit

Dirección y guión: Taika Waititi

Elenco: Roman Griffin Davis, Thomasin McKenzie, Scarlett Johansson, Taika Waititi, Sam Rockwell y otros.

Origen: Estados Unidos

Año: 2019

Se estrena en Argentina el 9 de enero

Ya disponible en Torrent.

Sobre El Autor

Escritor, periodista y licenciado en sociología, Diego Grillo Trubba ha ganado diversos premios de relato y novela, destacando entre su obra títulos como Los discípulos o Crímenes coloniales.

Artículos Relacionados

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.