Shout Factory reeditó uno de los clásicos de la Hammer, The Plague of the Zombies (1966) y como no todo es tedio y desesperación en medio de la pandemia del Covid-19, nos entregamos al goce del vintage macabro.

Antes de Romero estaba el vudú

Si bien todavía hay quien piensa que los zombies fueron una invención de George Romero, lo cierto es que la paternidad del buen George tiene más que ver con el concepto fílmico o narrativo de la horda de cadáveres resurrectos por alguna situación poco clara (que suele ir desde la guerra bacteriológica hasta la explicación preternatural) y que, sin dejar de estar en estado de descomposición permanente, se aboca a perseguir y devorar a sus antiguos congéneres de la raza humana repitiendo en el camino los patrones culturales que en su extinta vida ya los había convertido en patéticos lemmings. Otra característica es que, en estas historias de asedio y anomia es que el brote inicial es prontamente vuelto en pandemia (bien a la moda).

Lejos del tópico “romeriano”, cuyas criaturas deberían ser definidas como muertos vivientes, el zombie y el proceso de zombificación son parte integral de una religión, o por lo menos uno de los aspectos de una práctica religiosa. Estamos hablando de la religión haitiana del vudú y, creer o reventar, hay innumerables casos documentados en la historia (algunos con más elementos fantásticos que otros) e incluso el tema fue tema de estudios antropológicos e investigaciones médico-farmacológicas.

La teoría es que el sacerdote supremo o Gran Bokor, posee las facultades de hace volver de la muerte a determinados sujetos con el fin de que sean sus sirvientes o esclavos por un tiempo imperecedero. Las distintas crónicas de plantaciones trabajadas por estos zombies se acumulan en los diarios de época. Registros de esta realidad que fueron dando forma a un tópico que durante mucho tiempo dio sus frutos tanto en el cine como en la literatura. Uno de los casos emblemáticos es la crónica sensacionalista sobre Haití realizada por Inez Wallace I walked with a zombie, publicada por el American Weekly Magazine y adaptada por el productor Val Lewton para dar forma a uno de los clásicos del cine dirigido por Jaques Tournier en 1943.

Entre las grandes cronistas y folcloristas que dedicaron su pluma al zombie vudú se cuentan Lafcadio Hearn, William Seabrook, la propia Inez Wallace y el antropólogo Wade Davis con su ensayo La serpiente y el arcoíris. Entre las producciones de cine se cuentan White Zombie (1932), con Bela Lugosi; The Walking Dead (1936), dirigida por Michael Curtiz, la ya mencionada I walked with a zombie; Revenge of the Zombies (1943), dirigida por Steve Sekely y, ya en el cine contemporáneo la adaptación más que libre que Wes Craven realizó del ensayo de Davis, The Serpent and the Rainbow (1988).

 

André Morell, el tercer mosquetero de la Hammer

Cuando alguien habla de una producción de la Hammer, suelen venir a la cabeza las estampas de dos grandes actores: el rostro anguloso de Peter Cushing y un Christopher Lee posiblemente luciendo una capa negra y colmillos afilados, pero los conocedores saben que hubo un tercer pilar en los talentos actorales del sello inglés, tal vez quien mayor formación dramática ostentaba del terceto: André Morell.

Nacido en Londres en agosto de 1909 bajo el nombre de Cecil André Mesritz, se dedicó de manera profesional a la actuación en 1934, utilizando el seudónimo artístico de André Mesritz, que cambiaría luego por el de André Morell, adoptándolo como su nombre legal en 1938.

En teatro fue el Horacio del Hamlet interpretado por Alec Guinness, Alonso en la producción que John Gielgud hizo de La tempestad, Mercutio en la Romeo y Julieta puesta en escena por la Old Vic en Streatham en 1939. Para la BBC realizo papeles como el de Mr Wickham en Orgullo y prejuicio (1938) y Le Bret en Cyrano de Bergerac (1938).

La Segunda Guerra interrumpió su carrera dado que en 1940 se alistó en el Regimiento Real de Fusileros, retirándose como Mayor en 1946.

Retomada su carrera dramática el papel que lo haría popular será el del Profesor Bernard Quatermass en la serie televisiva Quatermass and the Pit, papel que fue considerado como la encarnación definitiva del personaje, un personaje que él mismo había rechazado en su serie anterior.

A finales de la década del 50 actuó en dos cintas ganadoras del Oscar a la mejor película: El puente sobre el río Kwai (1957), en el papel del Coronel Green, y Ben-Hur (1959), encarnando a Sextus. Para entonces ya había comenzado su andadura por la Hammer, primero con The Camp on Blood Island en 1957 y luego interpretando a Watson en The Hound of the Baskervilles dirigida por Terence Fisher, acompañado por Cushing en la piel de Holmes y Lee en el de Sir Henry. En la década del 60 sus papeles en la Hammer sumaron Shadow of the Cat (1960), Cash on Demand (1961) reincidiendo en el mismo papel que interpretó junto a Richard Warner en la original obra televisiva, The Gold Inside; She (1964, de nuevo con Peter Cushing) y su secuela Vengeance of She (1967), el protagónico en el film que nos ocupa The Plague of the Zombies (1965), y en The Mummy’s Shroud (1966).​

También supo interpretar personajes invitados en series clásicas como Los vengadores (1963 y 1965), Danger Man (1965), Doctor Who («The Massacre of St Bartholomew’s Eve» 1966), The Saint (1965)​ y The Caesars (1968), con el destacado personaje del emperador romano Tiberio.

Llegó a ser presidente de Equity, el sindicato de actores británico y en 1975 interpretó papel de un noble amigo del personaje principal en el film Barry Lyndon, del inefable Stanley Kubrick. Su última aparición televisiva sería como artista invitado en la serie Los profesionales en 1978, año en que fallecería a los 69 años de un ataque al corazón.

 

Los zombies invaden Inglaterra

Esta vez serán los cenagosos parajes de Cornualles, abatidos por la niebla, los que prestarán su particular estética para situar la acción. Allí llegan en 1860 el profesor James Forbes con su hija Sylvia, luego de ser requeridos por el doctor Thompson, antiguo discípulo del profesor casado con Alice, amiga de escuela de Sylvia.

Las muertes se suceden sin razón aparente y de extraña manera en el poblado, lo que dispara la imaginación popular y sobrepasa la capacidad de entendimiento del buen doctor, de ahí el pedido de auxilio.

Para colmo de males un nuevo heredero de la familia patricia del condado, se ha instalado en sus dominios para avivar los prejuicios del vulgo con su pedantería grosera y sus ínfulas de nobleza, en tanto que el avistamiento de fallecidos resurrectos se hace moneda corriente.

En medio de un creciente rumor de magia negra, el profesor Forbes y sus aliados llevarán adelante una investigación que los llevará al límite de la locura.

SPOILER

… Todo para darse cuenta de que en realidad, como en todas las grandes investigaciones modernas, lo primero es seguir la ruta del dinero. El recién llegado terrateniente, decidido a recuperar parte de la vieja fortuna familiar, comienza a explotar una vez más la insegura mina familiar, sólo que ésta vez, luego de su paseo por las indias occidentales, se hizo con los conocimientos para “construir” su propio ejército de mano de obra barata.

 

Uno de los aciertos de The Plague of the Zombies (1966), dirigida por John Gilling con guión de Peter Bryan, fue justamente trasladar a estos muertitos caribeños hasta los escenarios neo góticos eduardianos de las producciones Hammer.

 

 

Título: The plague of the zombies

Dirección: John Gilling

Guión: Peter Bryan

Reparto: André Morell, Diane Clare, Brook Williams, Jacqueline Pearce, John Carson, Alexander Davion, Michael Ripper y otros

Productora Hammer

1965

90 minutos

 

 

 

 

 

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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