En el último concierto que dio Aurora en 2020, junto a la Orquesta Filarmónica de Bergen, antes de cada canción se la veía, en un video grabado previamente, explicando, hablando, comentando lo que para ella significaba el tema que iría a cantar después. Ese concierto es mi favorito, incluso supera (por poco, eso sí) al que dio en 2017 en la catedral de Nidarosdomen, en Trondheim.

En el mensaje antes de la que para mí es la canción que más y mejor la representa, It Happened Quiet, dijo algo así como que en las letras hablaba de esas historias mínimas, que permanecen en la oscuridad, que suceden pero nadie las recuerda, nadie las percibe porque nadie las ve, a excepción, claro, de los protagonistas; pero esas historias se constituyen difusas incluso para esos protagonistas, para quienes solo queda esa sensación que le da el título al tema:[1]

 

And you can’t remember that day

But you know it happened quiet

So quiet

(Y no podés recordar ese día

Pero sabés que sucedió en silencio

Tan en silencio)

No te acordás ese día, no sabés qué pasó, pero sí sabés cómo. Es difícil traducir esa parte de la letra, porque la palabra quiet, en ese contexto, parece estar transmitiendo mucho más que algo que pasó en silencio. Tiene que ver, en realidad, con lo que dijo ella antes de tocar con la Orquesta: se trata de historias mínimas, quizás trágicas, quizás no tanto, que siempre mantienen un matiz oscuro, difuso y tal vez cargado de melancolía o resentimiento, incomprensión. Las imágenes que logra construir la letra son las que mejor describen esas historias y la forma en que ocurren: plumas que caen de una almohada, mientras el tiempo se detiene, la pregunta sobre el color rojo que adquiere la Tierra de un momento a otro, un llamado silencioso que es lo único (y lo último) que queda, voces que vuelven de las sombras y te obligan a no imponerte sobre ellas, sueños que parecen muertos pero no lo están, o que por lo menos habilitan a preguntarse si realmente están tan muertos como parecen.

Aurora siempre dice que no escucha música, porque interfiere con toda la música que ya tiene en la cabeza; pero sí hay dos artistas que menciona cada vez que le preguntan por sus influencias: Enya y Leonard Cohen. Yo agregaría a Björk, ícono de la música alternativa de los 90 y una de las figuras más representativas de la cultura nórdica. Aurora es noruega, y cualquier otra artista de esa parte del mundo, Björk es una figura ineludible. No se la puede evitar. En It Happened Quiet, Aurora fusiona a Enya y a Björk, de una forma muy evidente, pero totalmente personal. Los versos y el estribillo están más en línea con Enya. Sobre todo en el estribillo, la influencia de Enya es notable por el tono épico que tiene toda la canción. Björk aparece como enlace, entre el verso y el estribillo, justo cuando Aurora canta una de las líneas más representativas del tema. El arpegio del instrumento de cuerdas que predomina durante la canción entera se ve reemplazada por acordes únicos; y las notas de tres acordes pulsadas conjuntamente hacen que prevalezca la literalidad de esas líneas. La música acompaña: en ese momento de la canción queda en segundo plano, y lo que predomina es la voz de Aurora cantando el verso en el que aparece el título de la canción.

Las cuerdas, que son las que en mayor medida constituyen la orquesta que la acompañó en ese concierto, cambian completamente el tono de las canciones. The River, uno de los temas más inconfundiblemente pop de Aurora, junto con Animal y Queendom, es otra cosa distinta, radicalmente distinta. Hay que escucharlo para advertir esa diferencia. Me gusta mucho más esa versión que la de estudio, porque siempre prefiero las versiones en vivo antes que las de estudio, pero también porque eso que pasó en aquel concierto demuestro algo esencial en la música de Aurora: la convivencia de variaciones y continuidades. Su música es capaz de adaptarse a circunstancias diferentes, manteniendo la esencia, pero cambiando muchas de las demás cosas que componen los temas. En esa versión sinfónica de The River la letra, obviamente, es la misma (aunque suela introducir modificaciones chiquitas en algunas interpretaciones en directo) y la voz de Aurora (casi que) también. La parte instrumental es muy diferente, y eso hace que la canción muestre su polisemia, su capacidad de funcionar y de transmitir cosas parecidas y distintas al mismo tiempo. Las versiones en vivo y el juego con la variedad de instrumentos permite eso: evocar otros sentidos a partir de una misma letra, que se resignifica según la música que la acompañe. La interpretación sinfónica de The River es más poderosa, adquiere un sentido más épico (similar al que tiene It Happened Quiet) en comparación con la de estudio, que es más de género, más alegre, más bailable incluso. Hasta el tempo cambia en esta versión en vivo. Lo que me fascina de este tipo de interpretaciones es que la expresividad de Aurora es lo que sobresale. Sus gestos, sus movimientos, su presencia en el medio del escenario son fundamentales en la totalidad de su música. A veces la pienso como una especie de médium entre la música y los oyentes/espectadores. Por momentos parece que la música, su propia música, un impulso que no puede controlar, la poseyera. Es imposible ver eso escuchando el disco; es algo que solo aparece viéndola en vivo.

Su calidad musical es innegable. La afinación es perfecta incluso en momentos en los que la dificultad vocal de sus canciones contribuya a que pueda fallar; pero eso, su calidad musical, no es lo que hace que me guste tanto Aurora, ni lo que me llevó a querer escribir algo de lo que me transmite. Muchas veces me pregunto qué es exactamente. No pienso en su calidad musical cuando busco esa respuesta. Observo en Aurora un deseo muy fuerte, o por lo menos una inclinación irrefrenable por trascender. Pero también es algo mucho más fuerte que un deseo, porque parece ser algo que surge, no que se busca: Aurora siente la música como una forma de canalizar energías. Es pura energía. Se conecta con lo que canta de una manera totalmente genuina, personal, única. Piensa en música todo el tiempo, dice ella. No puede pensar de otra manera, y eso se percibe. Si alguna vez existió en mi algún mínimo deseo de dedicarme a la música, desapareció en tanto me di cuenta de lo que Aurora es capaz de generar en mí. Sé que cualquier cosa que pueda hacer yo nunca, nunca, jamás, tendrá la trascendencia ni la capacidad de generar ni siquiera una mínima parte de lo que ella logra producir con su música.

Últimamente prefiero escuchar, además de los conciertos y cualquier interpretación en vivo, las versiones solo instrumentales. Eso me permite, por un lado, distinguir la variedad de sonidos que componen los álbumes (más pude percibir eso en las dos sesiones con parlantes holofónicos a las que fui) y, por el otro, una serie de continuidades muy fuertes en la forma en que compone sus canciones. Los tres discos (2016, 2018 y 2019) son muy diferentes entre sí, cada uno tiene su sello particular, pero escuchar las versiones instrumentales de Under The Water, del primer disco, y la de The Seed, del último, es una forma de rastrear esa continuidad. Parece que no tienen mucho que ver, pero sí; y eso es porque todos sus trabajos son parte de su universo propio, personal, lleno de formas que se mantienen y otras que cambian, pero no esencialmente. Lo fundamental, lo esencial, permanece como una constante.

Los tres discos que sacó hasta ahora postulan cosas distintas, pero todos responden, a su manera, a la figura integral de Aurora. El primero, el más largo, es el más contenido, el más prolijo, el más parejo. No es casual que su estética personal, en ese momento, hubiera sido así también, contenida y prolija. El primer cambio importante se ve en su segundo disco: en el título aparece una aclaración: Infections of a Different KindStep 1. Step 1: primer paso, el primer paso de lo que será, por ahora, una serie de dos discos, y que según comentó ella alguna vez, será una serie de tres. El segundo cambio lo refleja la canción que abre el conjunto, Queendom. Era, hasta ese momento de 2018, su canción más pop. Después, el disco en general tiene otro tono bastante diferente, casi opuesto si lo pienso rápido, más medieval y épico (cuyos máximos exponentes son, sin dudas, It Happened Quiet y All Is Soft Inside), pero esa primera canción ofrece una ruptura fuerte respecto de lo anterior. También la estética personal de Aurora cambia: empieza a mostrarse mucho más liberada, con otra ropa (que hace ella misma junto con su hermana) y otros peinados. Ya la tapa del álbum la muestra a ella con otra actitud: si en el primero la veíamos como saliendo de una pupa, en vínculo con los colores oscuros y apagados que la ilustran, la portada del segundo la muestra con un fondo rojo, y a ella en primer plano, con un maquillaje que se repite en su tercer disco, y representa los dos gestos que más aprecia: la risa y el llanto.

Los dos años de distancia entre uno y otro permitieron consolidar un proyecto distinto, dividido en “pasos” (steps), episodios, etapas, como prefiere llamarlos la propia Aurora. All my Demons Greeting me as a Friend era un disco oscuro, prolijo, parejo y muy personal. Un disco que la mostraba saliendo al mundo, un disco tímido, pero también explosivo, cuyo género estaba más definido que en los siguientes dos álbumes, aunque siempre manteniendo una indefinición genérica propia y genuina: canciones más electrónicas en Running with the Wolves, Runaway o I Went too Far , más up-beat como Warrior o Conqueror, más íntimas como Through the Eyes of a Child, Lucky o Home, o incluso Murder Song, y una completamente inclasificable como Wisdom Cries.

En el Step 1 destaca el trabajo con la percusión, que si bien aparecía en All my Demons…, en el Step 1 es donde se empieza a ver una evolución y un enfoque más profundo. Personalmente es uno de los aspectos de Aurora que más me fascina, y al que constantemente estoy prestando atención para encontrar variaciones y continuidades. De este segundo disco, la única canción que se aleja del tono general es Queendom, un tema muy pop, con un mensaje notablemente progresista, por los derechos y las libertades de las minorías.

En todas las demás canciones el tono es otro: se empieza a ver una Aurora mucho más liberada, con ganas de dar lugar a una nueva etapa que se desprende de la anterior, pero que incorpora cosas distintas y empieza a hacer visible un cambio importante. La segunda canción del disco, Forgotten Love, es una especie de transición: mantiene algo del tono de Queendom, pero también aparece como una puerta de entrada para los temas que le siguen. Gentle Earthquakes es una continuación más electrizada de Forgotten Love; en uno de los documentales cortos que se hicieron sobre Aurora se la ve, en una reunión con sus productores, diciendo que estaba obsesionada con incorporar esos sonidos eléctricos que aparecen al principio, y que, siguiendo la letra de la canción, podrían estar refiriendo al momento previo al orgasmo: todo el tema habla sobre sexo, sobre sexo y amor. Las imágenes hacen referencia a eso:

Like a gentle earthquake, it intensifies

It’s like my lungs are breathing fire

(Se intensifica como un suave terremoto

Es como si mis pulmones respiraran fuego)

La conexión con Forgotten Love es perfecta: las dos caras de un mismo acto, de un mismo estado emocional.

Las cuatro canciones que siguen son probablemente mis favoritas de toda la obra de Aurora. Este disco es el mejor, el que mejor la representa, o el que mejor representa la parte de Aurora que más me interpela y me gusta a mí. Estas cuatro canciones (All Is Soft Inside, It Happened Quiet, Churchyard, y Soft Universe) parecen conformar un subgrupo dentro del conjunto del segundo disco: apuestan a contar historias (It Happened Quiet y Churchyard) muy oscuras y con un tono a veces trágico y a veces melancólico. All Is Soft Inside juega con los sonidos, con diferentes instrumentos, y hasta apela a percusiones que poco tienen que ver con las siguientes melodías dentro de la canción. Se anima, incluso, a basar el tema en una escala menor antigua, que le da un tono medieval y épico, cercano al que consigue en It Happened Quiet.

Churchyard es minimalista y completamente hipnótica. En los primeros treinta segundos solo se escucha la voz de Aurora, no hay instrumentos. Después, la canción es pura percusión. Un solo ritmo que se mantiene a lo largo de tres minutos, más o menos. La letra es igual de hipnótica: alguien que advierte a otro que le será imposible alejarse del lugar al que pertenece, el cementerio. La historia que se cuenta ahí, cargada de odio, venganza, oscuridad, remite a la construcción narrativa de It Happened Quiet. Esta es otra de las cosas que más me impresiona de Aurora: la polisemia de las letras, que incluso pueden cambiar sus significados dependiendo de los instrumentos que las acompañen.

La palabra soft aparece en los títulos de dos de las ocho canciones del Step 1: es obvio que no es casual. Nada en la música de Aurora es casual, pero no porque tenga que ver con una premeditación excesiva, sino porque todo responde a un mismo universo, a las mismas preguntas sobre la naturaleza del ser humano, de las relaciones interpersonales, del vínculo con uno mismo. Hay en este disco una tensión entre la liviandad, lo soft, lo etéreo que choca con lo terrenal. Las plumas que caen de una almohada en la historia mínima y oculta de It Happened Quiet, la voz silenciosa que es lo único que permanece, todo eso se complementa (no necesariamente se contrapone) con los impulsos eléctricos de Gentle Earthquakes, a la tierra del cementerio en Churchyard o los sonidos místicos del final de Soft Universe, que remiten a la atmósfera de una manifestación. Es justamente en este tema, el anteúltimo del disco, en el que se empieza a ver esa veta política que termina de explotar en el Step 2. La última canción del disco, que le da el nombre y está justo en el número ocho de la lista, número importante para Aurora, es un regreso a cierta liviandad. La parte instrumental de esta canción es más bien simple, no tiene la complejidad de All Is Soft Inside o Gentle Earthquakes, pero la letra sí alcanza el mayor grado de abstracción de todo el disco. Aurora se pregunta por Dios, por la corporeidad de Dios. El mundo es un agujero y parece que todos estamos cayendo en él, dice. Pide, implora, ser despojada de todo dolor, de una parte, por lo menos, ser despojada de ese dolor en el que ella misma aparece inmersa. ¿Quién puede salvarla? ¿Dios? ¿Ella misma? La pregunta queda abierta, no hay respuesta concreta, única. El mundo está infectado por cosas distintas. Una es el dolor. Quizás las demás sean demasiadas para enumerarlas todas, quizás imposibles de describir con palabras. El disco como unidad es un muestrario de todas esas infecciones. De nuevo: no es casual, ni mucho menos, que el Step 1 cierre con una canción que justamente se pregunte por las historias que infectan el mundo.

El Step 2 es una muestra más de los cambios presentes en el universo personal de Aurora, quizás el más visiblemente radical, aunque siempre manteniendo una línea reconocible. El disco empieza parecido al Step 1, con dos canciones bien pop: The River, que habla del fluir de las emociones, y Animal (estoy segura de que es la canción que menos me gusta de Aurora), que hace una comparación entre el humano y el animal. Somos animales en busca de amor, en busca de una presa, dice algún verso de la letra. Aparece también la jungla de cemento, ese lugar del que estamos presos, del que no podemos salir, y el que, en la narrativa de la canción, nos convierte en protagonistas de una relación inevitable de víctima-cazador. La propia Aurora ha dicho alguna vez que el tono más “comercial” que tiene Animal (si es que se puede decir algo así de Aurora, que no se alegra por las nominaciones a premios y hasta se pone incómoda) justamente está en relación con el contenido de los versos.

Si en el Step 1 se empezaba a ver una liberación mayor respecto de All my Demons…, el Step 2 es la culminación de ese proceso de liberación. Dance on the Moon menciona una disociación: alguien se ve a sí mismo bailando en la Luna. Hunger habla sobre la desigualdad, el poder, la opresión. The Seed, con un estilo que remite al metal, género del que Aurora es fanática, refiere al medioambiente y a su relación con los vínculos de poder. En esa canción también se pone en primer plano la aparente imposibilidad de separar la humanidad de la Naturaleza, una de las inspiraciones más importantes en la música de Aurora, y una de sus tantas obsesiones:

Just like the seed

I don’t know where to go

(Como la semilla

No sé a dónde ir)

Ese híbrido humano/semilla crece por sobre las sombras y la tierra, la oscuridad; al final alcanza la luz, el exterior, pero solo atravesando un camino sinuoso, esforzado:

I’m reaching light through the struggle

(Me esfuerzo para alcanzar la luz)

En este Step 2 hay experimentos, liberaciones, reminiscencias a los discos anteriores. Soulless Creatures es, quizás, la canción más “Aurora” de todo el álbum, si tomamos esa Aurora de All my Demons…, y algunas partes del Step 1. In Bottles, también del Step 2, tiene un estilo y un tono mucho más parecido a ese primer disco, mucho más oscuro, y es hasta una continuación (como una segunda parte, un complemento) de otro tema, In Boxes, que nunca salió dentro de ningún disco, y es hasta incluso anterior a All my Demons…. Tan diferente y desparejo (que acá aparece con un sentido siempre positivo) es este Step 2 que, cuando salió en 2019, hasta creí que Apple Tree era una publicidad puesta a la fuerza por Spotify, y no una canción del disco. Acá Aurora juega con los ritmos más urbanos, el rap y el hip hop, siempre dentro de su registro, para hablar sobre la salvación del mundo que solo parece posible a cargo de los jóvenes.

Es fundamental volver a pensar en el número ocho en este tercer disco: la canción que le da el nombre es A Different Kind of Human. ¿Quién es ese humano diferente? ¿Diferente cómo, respecto de quién, para qué? La canción empieza con un llamado:

Hello? Hello?

Pregunta, después:

Are you awake?

Or are you sleeping?

(¿Estás despierto?

¿O estás durmiendo?)

Y termina con lo que diría alguien que parece haber llegado a un lugar:

Hello? Hello?

Is anyone out there?

(¿Hola? ¿Hola?

¿Hay alguien ahí afuera?)

Si en el Step 1 Aurora hablaba de las emociones que infectan el mundo, el Step 2 aparece como una respuesta a ese escenario; ese humano diferente, ese tipo de humano diferente que se va construyendo a partir de lo dicho en cada canción, es ese que puede infectarse de odio, miedo, venganza, oscuridad, y hacer algo para lograr algún tipo de superación después. Ese tipo de humano diferente subsume la animalidad, el abuso de poder, la opresión, hace suyo todo eso, lo invita a formar parte de sí. Ahí de nuevo una reminiscencia clarísima a All my Demons…: los demonios se juntan y en ese momento, en esa unión, parecen todos unidos por una misma causa. En All my Demons…, Aurora y sus demonios se reunían y esa reunión los hacía amigos. En el Step 2, las infecciones del mundo se reúnen en ese different kind of human, que las hace propias, las acepta e intenta sobrellevarlas. Si en ese primer disco más personal e íntimo, Aurora juntaba sus demonios para hacerlos salir, como una especie de exorcismo mediado por la música, en este Step 2 esos demonios que ya no solo la afectan, la infectan, a ella, sino al mundo entero, se juntan para ofrecer una respuesta.

El proceso de liberación que predomina en este último disco tiene que ver con la experimentación en los géneros, el juego con los estilos. Lo desprolijo del Step 2 es una búsqueda estética concreta, porque la liberación de energía nunca puede ser prolija. Es eso: explosión, desenfreno. Es muy complejo construir una abstracción como la que construye Aurora en su Step 2. Construye la figura de un different kind of human: una abstracción que sigue siendo humana, porque se plantea como una solución, siempre imperfecta, desprolija, incontenida, desenfrenada. Pero es justamente eso lo que hace a la esencia de este humano diferente: una figura que combina la abstracción con lo terrenal, lo visceral, lo más profundamente incontenible. Si All my Demons…, era el inicio de la demostración de un mundo, y el Step 1 el planteo de un escenario contradictorio, conflictuado, el Step 2 se constituye como una reacción. Aurora emula el nacimiento de una mariposa, después la vemos en primer plano, con los ojos cerrados y una estética ya más salvaje, para que en su último disco se muestre con las manos en un gesto distinto, más abiertas, como buscando alguna reacción, también contradictoria, visceral y fundamentalmente imperfecta: la única respuesta posible a las sensaciones diversas que infectan el mundo.

[1] A partir de ahora voy a intentar traducir determinados versos de algunas canciones, solo para que más o menos se entienda el sentido de las palabras, pero no es un intento de hacer un traslado del inglés al español.

Sobre El Autor

Nació en Buenos Aires en 1999. Estudia Letras con orientación en Lingüística. Le apasiona la literatura, el cine, la música pop y el fútbol.

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