Hace no demasiado (antes de que lo despidieran justamente por esa decisión y la forma en que repercutió negativamente en las ventas), el editor de Marvel Alex Alonso intentó realizar un giro políticamente correcto en las revistas y los personajes de la editorial. En medio de ese desbarajuste con resultados dispares (la mayoría, vergonzantes), una de las movidas que salió muy bien fue el Capitán América negro, que escribió Nick Spencer. En el planteo de Spencer, un Steve Rogers envejecido por un evento editorial irrelevante le cedía el escudo a Sam Wilson, el Halcón. Lo interesante del guionista es que ponía en primer plano el color de piel de Wilson, y sus consecuencias.

Una de las primeras cosas que hacía el Capitán América de Wilson era asegurar que uno de los errores de Rogers había sido callarse frente a problemas cotidianos y endémicos del país, y lo que hace a continuación es llamar a conferencia de prensa para explicar que los mayores problemas de Estados Unidos son el racismo y la pobreza, con resultado inmediato (en la trama del cómic) de que casi todo el mundo pide de inmediato que deje de ser el Capitán América, por lo que la trama pasa a ubicarlo en cuestiones que no son oficiales pero que él cree trascendentes: ayuda a inmigrantes a cruzar el río desde México, etc. En la realidad, los lectores norteamericanos (que en promedio distan sideralmente de la corrección política) castigaron al escritor y a la historieta, a punto tal que es de las pocas de ese período de las que no se publicaron ediciones deluxe.

Era de temer la forma en que la Disney abordaría en el universo cinemático esa etapa del personaje. Y era de temer no porque en sus últimas producciones no haya buscado explícitamente ser políticamente correcta, sino por el hecho de que la Disney ocupe la vanguardia de la corrección política en Hollywood es similar a que Hitler se ponga de rabino en una sinagoga. La Disney no renuncia a su pasado fascistoide, sino que lo reformula: ahora no despiden y dejan sin trabajo a alguien por ser “liberal” (en el sentido norteamericano) sino por no serlo (en las palabras en las redes sociales, vale aclarar, porque pareciera que es lo único que importa). Es decir: la Disney continúa siendo fascistoide en sus metodologías, que es lo que importa a la hora del análisis ya que de ello depende la reproducción, pero con distinto discurso. Somos buenos, nosotros somos buenos.

 

Lo que era de temer se concretó en El Halcón y el Soldado de Invierno. Y sí, era de temer.

La serie pergeñada por Malcolm Spellman busca ser políticamente correcta. No entretenida (porque es más aburrida que chupar un clavo, con una trama ridícula en la que lo único que permite puntos de tensión al final de los capítulos es meter un personaje nuevo). La serie, a lo largo de seis episodios, busca mostrar que: a) no cualquiera puede ser el Capitán América, debido a los valores que encarna; b) los terroristas en el fondo reclaman cuestiones justas y racionales. Como se dijo: correcto desde el punto de vista político. El problema, claro, es el mundo color de Disney.

En el mundo color de Disney hay racismo, pero se resuelve pidiendo integración por las cámaras (de televisión o de redes sociales). En el mundo color de Disney hay desigualdades, pero se resuelven dialogando con empresarios y funcionarios que, al escuchar que lo que hacen resulta perjuicioso para el resto de la humanidad, y como si nunca lo hubiesen sospechado, bajan la cabeza y aceptan modificar su conducta. En el mundo color de Disney, la gente continúa perjudicada por los bancos y los gobiernos, pero se alegra de que sus vecinos sean solidarios. En el mundo color de Disney, sus ejecutivos cobran cifras multimillonarias a cambio de que los perjudicados del sistema resulten devotos de sus productos y no solo sientan que hablan de ellos, sino que el mundo puede cambiar con las mismas reglas que lo han regido hasta ahora, que son las que, entre otras cosas, y no casualmente, erigieron a la Disney.

Dice el dicho que la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. Ver una serie como El Halcón y el Soldado de Invierno es alimentar al chancho. Y encima sin tener mucho para comer en la mesa propia.

 

 

El Halcón y el Soldado de Invierno

Temporada 1

Episodios: 6

Creador: Malcolm Spellman

Dirección: Kari Skogland

Guión: Malcolm Spellman y otros

Elenco: Anthony Mackie, Sebastian Stan, Daniel Brühl, Julia Louis-Dreyfus y otros

Sobre El Autor

Escritor, periodista y licenciado en sociología, Diego Grillo Trubba ha ganado diversos premios de relato y novela, destacando entre su obra títulos como Los discípulos o Crímenes coloniales.

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