El lugar común que indica que “segundas partes nunca fueron buenas” es justamente una tontería porque está repleto de contraejemplos. El padrino, Volver al futuro, Star Wars (con la paradoja de que El imperio contraataca es la única realmente buena), Indiana Jones (ok, la segunda es una bazofia, pero la tercera es excelente y aplica como secuela), Dark Knight (más allá de que la trilogía del Batman de Nolan es excelente en su totalidad, la segunda es la mejor), y la lista podría seguir. La cuestión es que las secuelas funcionan si hay algo para agregar o profundizar en relación a la película original, o como en el caso de El conjuro si se creó un artificio que permite nuevas vueltas de tuerca. Y, por contraparte, las secuelas no funcionan cuando son simples réplicas del original o estiramientos innecesarios de la trama que supo cautivar (aunque hay que reconocer que también se hacen secuelas de bodrios, por lo que lo de la cautivación no es indispensable).

A Quiet Place Part II, de Michael Krazinski, se ubica en un punto intermedio entre logro y fracaso.

Falla en que no agrega, aunque es justo reconocer que la primera película era tan buena que resultaba casi imposible siquiera empatarle. Se trataba de la creación de un universo magnífico (la reformulación de invasión extraterrestre) que funcionaba como cuento cerrado, en formas y contenido. Es cierto que terminaba con los restos de la familia emprendiendo un viaje, pero el mismo podía permanecer tranquilamente en la fantasía del espectador. Y, de hecho, la travesía en cuestión es el foco de la secuela, pero deja sabor a poco en el sentido de que no ocurre absolutamente nada novedoso, que el espectador no hubiera podido imaginar antes de sentarse a verla.

Sin embargo, al mismo tiempo A Quiete Place Part II funciona. Por un lado se nota el aumento de presupuesto, que permite explorar los primeros momentos de la invasión (con lo cual el personaje de Krazinski puede volver a la historia), mostrados con la misma solidez narrativa de la película anterior. Aunque hay un detalle no menor: no se entiende cómo un personaje se da cuenta, en medio del caos vertiginoso, que los extraterrestres son ciegos pero con oído híper potente. Más allá de eso, y de que le agregan ex profeso una nueva limitación física a los invasores (que por lo que es, era lógico que en la entrega anterior se desconociera), la película se deja ver, es entretenida. Krazinski vuelve a manejar con maestría la tensión, aunque hubiera estado mejor que tuviese algo más para decir más allá de acrecentar sus cuentas bancarias.

 

 

 

A Quiet Place, Part II

Dirección y guión: Michael Krazinski

Elenco: Emily Blunt, Cillian Murphy y otros

Sobre El Autor

Escritor, periodista y licenciado en sociología, Diego Grillo Trubba ha ganado diversos premios de relato y novela, destacando entre su obra títulos como Los discípulos o Crímenes coloniales.

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