El mercado independiente de historieta estadounidense está lleno de joyas. Sweets de Kody Chamberlain, La Vida es Buena si no te Rindes de Seth, por nombrar algunas, así que uno siempre anda buscando a ver si puede encontrar una nueva. Así fue como aposté por The Hard Place, con guiones de Doug Wagner, dibujos de Nic Rummel. 

Wagner se las arregla con un flashback y unas pocas páginas para ponernos al día acerca de quién es nuestro protagonista: AJ, recién salido de la cárcel, un as en el volante, una ex- mujer que ya formó familia con otro hombre, y la amistad con un policía que es su cartel de bienvenida a la civilización.

Y algo parecido a una deuda con un mafioso ruso -salido directo de Eastern Promises-, al que decide visitar y ponerlo al tanto: sus días detrás del volante se terminaron.

Una historia de redención hecha y derecha, de esas que nos pueden. El convicto decidido a reformarse vuelve a su hogar, se encuentra con su padre, tabula rasa, trabajo en el taller familiar, la enfermedad paterna, la escasez de financiación y el deseo de no volver a delinquir. Acercarse a un banco, esta vez, no para robarlo, sino para pedir un préstamo. 

Hasta acá vamos bien. Un arco de desarrollo de personaje eficiente, un camino transitado, pero que uno no tiene problema en volver a recorrer, hasta que llegamos a la escena del banco.

Mientras tramita el préstamo, dos criminales entran a robar al banco, dos maleantes con índices demasiado generosos con el gatillo como para durar mucho lo reconocen como el gran as del volante y deciden llevárselo, antes de inculparlo ante las cámaras dándole un arma para hacer parecer que es uno de ellos —como si no estuvieran grabando desde antes y se viera que no— y además de todo eso, deciden de llevarse de rehén a una mujer llamada Alexandra, que es nada más y nada menos que la hija del mafioso ruso. 

Demasiadas casualidades que no pararan de achicar la historia.

Acá uno puede decir: vale, compro, go full pochoclo, y seguir el viaje. 

O bajarse. 

Hay libros, historias, mejor dicho, que uno no puede tomarlas en serio, y si acepta eso, puede al menos salir entretenido, lo cual no es poco. Dejarse llevar.

Y así hice, con alguna que otra vuelta pirotécnica, y pidiendo en ocasiones bastante al lector -disparos a quemarropa a la cabeza dejando por muerto a alguien y después levantarse como si nada- la historia irá tocando todas las paradas hasta llegar a villa cliché para dejarnos sanos y salvos, y entretenidos. Que no es poco.

El cómic suele ser tirano en cuanto a espacio a la hora de caracterizar personajes, darles trasfondos y que se vuelvan algo más que “carne de plot” a falta de mejor nombre, y esta historieta a lo largo de sus cinco números se convertirá en una acción detrás de otra, una de tiros, que es donde más gana el dibujo blocky de Hummel y donde más se luce la historia.

The Hard Place podría ser de esas películas que Bruce Willis viene haciendo desde hace una década y que ya desde el póster uno sabe en dónde va a meterse y qué esperar.

Queda hecho el aviso.

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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