Las aves y “El Dios de las pequeñas cosas”
Siempre hay un costo detrás de la maravilla.
Desde una casa en la Patagonia, se observa, a través de la ventana, un fresno plantado en el centro de una tierra dura y gris. Al viento que está soplando, le llaman ráfagas y las fuerzas que se unen entre fresno, tierra y viento ponen en tensión a quienes están mirando. Aparece, desde otro espacio no previsto para esta imagen, un pájaro con un vuelo feroz, violento y directo hacia el ventanal que lo recibe con el sonido de un golpe de piedra seca y lo rompe.
Nadie ya mira el patio, ni el fresno, ni lo que había sucedido antes. Ahora ocurrió algo más. Ahora hay un pájaro sin furia en el suelo, y un poema se impone y también una emoción.
Un texto de Adrián Dárgelos viene a ritualizar ese momento y a contar que sucedieron dos cosas: distracción en el vuelo y desconocimiento del vidrio. Es así como el libro de poemas Oferta de sombras de Dárgelos, editado por Sigilo Editorial en el año 2019, se abre y narra la historia de la muerte de un pájaro.
“Cuarto pájaro muerto”
Murió un pájaro. Estrelló su vuelo
contra el muro de vidrio.
Llegué minutos después.
El cuerpo caliente y flácido,
ninguna señal del sobrevivir afinada en tensión.
No parece haber sufrido,
No había perdido lo impecable.
El choque lo fulminó
como una noticia súbita cuya consecuencia
se sufre antes de entenderla.
Lo imagino:
Grácil, imponente,
Casi sobrando el aire,
veloz y preciso hasta el descuido
y ¡zas! La muerte.
Sospecho que no la andaba buscando,
que fue distracción del piloto.
No llegó a putearse a sí mismo.
No sabe qué es el vidrio.
Las isotopías por donde transita la escritura de Dárgelos abarcan las obsesiones, las pasiones, el amor, la muerte, las aves, Burroughs, sospechas, memorias familiares y tardecitas en Lanús. Algunos de los títulos que forman parte de Oferta de sombras son “No appointmen”, “Mickey negro”, “Paredón de country”, “Basura aspiracional” y “Oro Chafa” entre otros. En ellos hay movimiento, actitud atlética de palabras como “pulseras”, “xilofón”, “virutas”, “maquillaje”, “gitana”, “oro”, “kilates”, “chafa”, “lujo”, etc. que, en su combinación, son briznas, gotas temáticas que se corren hacia otros lugares de la belleza del acto creativo y se dirigen hacia el escándalo y hacia el placer.
Hay un psiquismo de viaje de la mutación extrema, lo que Roland Barthes podría describir como una libación. En la invención de estos poemas, no se persigue un camino, se expone a medida que se avanza por líneas punteadas que recorren posibilidades. Van desde Ricardo Fort, Jesús, plumas, fracasos, devolución de verdades inútiles y sacrificios a la carta. Hay un ritmo poético con alto vuelo que muestra rasgos, figuras, digresión, punto de apoyo y, principalmente, belleza que se derrama por los suaves pliegues de un libro negro donde está reflejada la imagen de Adrián Dárgelos, el poeta.
“Ave Fogwill”
“Los poetas de rock
son gente muy fea
del imaginario de Fogwill.
La gente muy linda da asco.
Si hubiese un grupo del que todavía se puede
Esperar algo, es el de la gente muy fea”.
Adrián Dárgelos, Oferta de sombras, Sigilo, Buenos Aires, 2019, 64 págs.
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