Ediciones Huesos de Jibia publicó en 2017 el poemario Italienisches liederbuch. 34 poemas de amor, de J.R. Wilcock con traducción y posfacio de Guillermo Piro. Las claves del texto son muchas, así como sus sutilezas. Implican el estado de virtud del enamorado y un canto de amor y recorrido por la parte menos turística de Roma. Wilcock suma referencias histórico-sociales que sin la guía del traductor muchos lectores pasarían por alto, es el caso del poema 30,aquí reproducido sobre el cuál Piro aclara:  El poema dice: «El sexto mensaje apareció en el cielo,/ era un anuncio, me parece, de la Firestone.» En tiempos de Constantino una multitud de bárbaros se congregó a orillas del Danubio con la intención de cruzar el río y conquistar todas las tierras occidentales. Cuando Constantino se enteró, levantó sus campamentos, avanzó con sus ejércitos, llegó hasta el Danubio y colocó en sus orillas estratégicamente a sus soldados. Luego, viendo que las tropas enemigas atravesaban el río, y temiendo que al día siguiente estuviesen ya en la orilla en que se encontraban sus tropas para atacarlas, sintió un miedo extraordinario. Aquella misma noche, mientras dormía, un ángel lo despertó y lo invitó a mirar a lo alto. Al levantar los ojos hacia el cielo Constantino vio suspendida en el espacio una cruz formada por dos rayos luminosos y sobre ella la inscripción en letras de oro que decía: «In hoc signo vinces» (Con esta señal vencerás). Confortado con esta visión Constantino mandó construir una cruz semejante a la que viera en el cielo e hizo que un abanderado la llevara enhiesta, a modo de estandarte, delante de los soldados; dió orden de ataque y lanzó sus ejércitos contra el enemigo, causando entre estos muchísimos muertos y obligando a huir al resto de las tropas bárbaras. Después de la victoria Constantino reunió a los pontífices de todos los templos y trató de averiguar por medio de ellos a que dios pertenecía la señal en cuyo nombre había obtenido tan importante triunfo. Ninguno de los reunidos supo dar respuesta; pero sí se la dieron algunos cristianos que comparecieron ante él y le explicaron minuciosamente todo lo relativo al misterio de la Santa Cruz y a la fe en la Trinidad. A raíz de esto el emperador creyó con toda su alma en Jesucristo y se hizo bautizar, según algunos libros por el papa Eusebio y, según otros, por el obispo de Cesarea. A una conversión similar se refiere Wilcock en ese poema, más adelante.

Italienisches liederbuch es una oportunidad de ingresar en la ajustadísima poética del genial argentino. Que la edición sea bilingüe nos deja apreciar en todo su esplendor su manejo de la lengua adquirida.

 

8.No digo ven conmigo, digo llévame

No digo ven conmigo, digo llévame.

Delante de un santo o de una virgen ¿quién

diría: «ven ¿vamos a Túnez?».

Y si la imagen saliera a dar vueltas

¿quién no querría acompañarla, quién?

A treinta metros veo muy bien,

quisiera seguirte siempre a treinta metros,

y a veces, cerca de un río o de una fuente,

acercarme a ese fabuloso fulgor,

cuando duermes, reposas o sonríes,

para después a la noche recluirme en la oscuridad

y comprobar que brillo también por mí mismo

y que más allá del grabador

con tu voz registrada en la cinta

se condensan apariencias luminosas

que en otros tiempos se llamaban ángeles,

formas suspendidas, espíritus aprendices

que de ti quieren en aquellos extraños parajes

aprender pureza y ternura,

recato, verdad y otras artes angelicales

jamás vistas juntas, ni en aquellos lugares ni en otros,

o cómo se rinde una nación entera

bajando los párpados simplemente.

 

 

20. NO ESTÉS MUCHO TIEMPO LEJOS DE MÍ

No estés mucho tiempo lejos de mí

si no quieres que el recuerdo lo invada todo

y no deje más lugar a la presencia,

a menudo te veo bajo los árboles,

te repiten las calles, la bañera,

los cuartos, los discos, y el mar es igual a ti,

te tengo aquí en los ojos como un aparato

oftalmológico de precisión,

y también si subo al techo te veo,

no estés mucho tiempo lejos de mí,

no querrás diluirte en el espacio infinito

de mi vista que se extiende en los años,

cuando estudiabas conmigo en el ’39

o cuando te aburrías en la Torre de Londres

llena de hierros negros en el ’51,

y ayer en el valle de Caffarella

que ni siquiera te pareció lindo,

no querrás diluirte en el tiempo infinito:

no estés mucho tiempo lejos de mí.

 

 

30. EL SEXTO MENSAJE APARECIÓ EN EL CIELO

El sexto mensaje apareció en el cielo,

era un anuncio, me parece, de la Firestone

que se erguía solitario en Campo Boario

con la siguiente leyenda: «con este signo vencerás»,

pero en verde, porque el verde es mi color.

Y ahora lo veo de nuevo, también de día,

bendigo al Testaccio y sus alrededores

y sobre todo la esquina

donde frente a un semáforo en rojo

me fue concedido esperar el verde:

el sexto mensaje apareció en el cielo

y en aquel momento se fundieron los siglos,

huyó el tiempo con todos sus cadáveres,

miré aquel signo de triunfo y

me enamoré de ti: esta es la historia

de mi -llamémosla así- conversión.

Sobre El Autor

Juan Rodolfo Wilcock nació en Buenos Aires en 1919. Se recibió de ingeniero civil y vivió un tiempo en Mendoza en un proyecto relacionado con el ferrocarril trasandino, pero luego abandonó esa profesión para dedicarse a la literatura. Amigo de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, Wilcock, se fue a Italia en la década del ‘50, cuando ya era autor de una considerable obra poética en español (Libro de poemas y canciones, Ensayos de poesía lírica, Persecución de las musas menores, Los hermosos días, Paseo sentimental y Sexto) y allí siguió escribiendo en italiano. Se invocan a menudo los antecedentes prestigiosos —Conrad, Nabokov, Beckett— sin tener en cuenta que el cambio de idioma acarrea en cada caso un cambio de perspectiva en relación al pasado y, por consiguiente, una especie de contrabando lingüístico sustancial. Wilcock lo practicó con una nostalgia enrarecida y una imaginación inagotable. En Italia incursionó en todos los géneros literarios: poesía, relatos, novelas, teatro. También se destacó como traductor, tanto al castellano como al italiano. De su obra narrativa podemos mencionar: Fatti inquietanti (1960), Lo stereoscopio dei solitari (1972), La sinagoga degli iconoclasti (1972), I due allegri indiani (1973), Il tempio etrusco (1973), Il caos (1974), L’ingegnere (1975), Frau Teleprocu (1976, en colaboración con Francesco Fantasia), Il libro dei mostri (1978), Le nozze di Hitler e Maria Antonietta nell’ inferno (1985, en colaboración con Francesco Fantasia). Murió en Italia en 1978.

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