«Anuntio vobis gaudium, habemus Papam», dijo el cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, el encargado de revelar la identidad del flamante pontífice. El martes 13 de marzo, el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido sucesor del renunciante Benedicto XVI por los 115 cardenales en la Capilla Sixtina. Eligió el nombre de Francisco.

Se reclama generalmente al opinante definir desde donde habla, quién es y qué piensa, cuál es su ideología, etc. y creo que es un reclamo justo.

Soy un peronista militante desde los años 60 y participe en las variantes más duras e izquierdistas del movimiento.

Sufrí detención y las condiciones y tratamiento que esto presuponía en aquellos años, cosa que generalmente no manifiesto por homenaje a los compañeros que dieron su vida o que sufrieron tortura en grados verdaderamente terribles, y por que por otra parte no fue un hecho casual, fue el resultado de una opción de vida.

Desde el punto de vista confesional soy un ateo cristiano y me vanaglorio de que mi conducta trata de cumplir con los preceptos éticos y morales sin esperar por ello más recompensa que haber cumplido con mi conciencia.

Conmovido por la elección de Bergoglio a pesar de mi muy escasa relación con la iglesia no puedo menos que sentirme molesto por las críticas prejuiciosas, extremistas o por lo menos apresuradas sobre el Papa Francisco.

Jorge Bergoglio es argentino y peronista esto para un papa no es poco y, como jesuita, sería un papa negro, o sea, negro y peronista. Al margen del humor, los que vivimos la dictadura desde la resistencia y el exilio interior sabemos que no todos pueden ser el che Guevara, por eso respeto a aquellos que desde su posición de curas, jueces, funcionarios y aun militares sin jugarse y manteniendo sus posiciones en la estructura a la que pertenecían nos dieron subrepticiamente alguna mano, alguna información.

Los hombres y mujeres de la política sabemos lo difícil que es mantener el equilibrio entre mantener y mantenerse en una estructura organizativa y cumplir con el cometido de la misma sin provocar su destrucción en los tiempos difíciles, sirva como ejemplo las organizaciones gremiales durante la dictadura, muchísimos pagaron con su vida el mantener sus convicciones, otros se replegaron y preservaron sus organizaciones, ambos son necesarios unos conservan la mística, otros la estructura, que es lo que vence al tiempo.

La iglesia no es diferente, tiene a Monseñor Angellelli y los Curas Palotinos, cobardemente asesinados, a De Nevares y Novak que siempre mantuvieron su actitud crítica, a otros que negociaban en difícil equilibrio (entre los que creo estaba Bergoglio), y los que eran vergonzosamente colaboracionistas y cómplices.

Evidentemente Bergoglio llega a Papa por ser un hombre de la estructura y en las estructuras sólo se llega al poder respetando sus leyes, pero esto si bien garantiza continuidad no presupone que quien recibe, como en este caso, la suma del poder religioso, no pueda imponer criterios nuevos dentro de determinados márgenes. Juan XXIII fue electo por un cónclave de cardenales designados casi en su totalidad por Pío XII y sorprendió a la iglesia y al mundo.

Bergoglio es reconocido por su inteligencia, cultura y brillantez, a llegado al máximo nivel posible para un prelado, no es esperable que apruebe el aborto ni el matrimonio igualitario, son fundamentos de su fe, pero recemos para que su pasado jesuita y peronista lo ilumine, que tome partido por los pueblos, por Latinoamérica, por los pobres, que su reinado lo transforme en el Perón de la cristiandad y vivamos la alegría de que si Dios es argentino el Papa también.

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