Hace unos años celebramos que se hubieran editado todas las películas de horror que Val Lewton produjo para los estudios RKO de 1942 a 1946. Como hoy casi no se consiguen dejamos de celebrar, así que les aconsejo a los que puedan echar mano del pack de pelis que lo hagan ahora mismo, o que las bajen de internet.

Algunas de esas películas ya son legendarias (Cat People, I Walked with a Zombie, The Seventh Victim). Verlas todas juntas causa un placer aún mayor que por separado. También hay un par de documentales circulando que relatan la vida de Lewton, su visión y su talento. Es decir, le hacen justicia.

Quizá sea la primera vez que se homenajea tanto a un productor en vez de a un director, y en este caso resulta un acto reivindicativo, ya que Val Lewton modernizó el género de horror como pocos en la historia del cine. Lo hizo a través de filmes de bajo presupuesto, presionado por la necesidad de los directivos del estudio RKO para salir de la bancarrota en la que el tan genial como quilombero Orson Welles los había dejado, luego de sus dos primeras películas (Citizen Kane, The Magnificent Ambersons). Y luego de haber prácticamente reinventado el cine, claro está.

Lewton, hombre sensible y culto a la manera clásica europea (nació en Rusia, pasó sus primeros años en Berlín), reunió un equipo de directores, guionistas, fotógrafos de primer nivel y supervisó todos sus filmes para RKO, escribiendo o colaborando en la escritura de cada guión. Había algo en él que lo alejaba del ego nocivo del típico productor de Hollywood: primero su humildad, dando crédito de más a su gente o restándoselo él y, segundo, siendo genuinamente creativo, lo que ocurre con pocos productores en este mundo -y directores/as, seamos sinceros-, por más hábiles que sean para conseguir dinero o para intuir “qué es lo que el público necesita”.

El caso de Lewton resume lo mejor del Hollywood dorado, que siempre fue imaginativo y audaz. Cat People, dirigida por Jacques Tourneur, uno de los mejores directores apadrinados por Lewton junto con Robert Wise (aunque sin desmerecer a Mark Robson), es la primera película de la serie y el resultado es memorable. Mientras los ejecutivos respiraban tranquilos luego de su éxito comercial, los espectadores de la época -y de las épocas por venir, aunque todavía no lo supieran- sonrieron agradecidos al toparse con un filme tan innovador y sugestivo. Digamos para resumir que el uso de la luz como herramienta de suspenso, los símbolos que sutilmente salpican la película, y el claro concepto de sugerir en vez de mostrar hicieron de Cat People un modelo a seguir para las generaciones futuras de cineastas. Tiene un par de escenas ya clásicas: la persecución de una mujer por la pantera en la pileta/alberca, donde no se ven más que luces y sombras reflejadas por el agua, y después en la calle, bajo los duros faroles. Son un ejemplo catedrático de cómo proponer una escena de horror sin efectos, únicamente con elementos visuales. Y la idea de que Irena, la protagonista, crea que si tiene sexo con el hombre que ama se volverá pantera y lo matará es de por sí erótica en la manera más freudiana y oscura posible. Todavía hoy uno escucha la frase “mostrar poco y sugerir más” como un punto fundamental a tener en cuenta en el género. De aquí viene.

Aunque vale la pena ver todos los filmes producidos por Lewton, algunos son imperdibles: I Walked with a Zombie es una rara historia ambientada en el caribe, donde la esclavitud y el vudú se unen en extraña simbiosis con un romanticismo que hace actuar a los personajes de forma ambigua y letal. El zombi llamado “Carrefour”, que deambula con los ojos muy abiertos por bosques plagados de idolitos paganos resulta verdaderamente aterrador, el paseo nocturno que hace la protagonista para buscar la cura de su paciente hasta desembocar en un inquietante ritual es un punto alto de puesta en escena cinematográfica. Es precisamente el tipo de propuestas estéticas que Lewton y Tourneur desarrollaron con maestría.

El mítico Boris Karloff, legendario monstruo del Frankenstein de los años treinta, actúa en tres películas de este ciclo. Aparece en Bedlam, Isle of the Dead, y en The Body Snatcher, que en apariencia parece querer mostrarnos el horror de los ladrones de cadáveres cuando en realidad nos habla de la ética en la ciencia. Nada menos.

Y si quieren ver uno de estos filmes con hijas/os, sobrinas/os (o solos, si recuerdan con suficiente honestidad las virtudes de la infancia), está la supuesta segunda parte de Cat people, The Curse of the Cat People[1], delicioso cuento de hadas que capta perfectamente la situación idílica de una niña que vive en la fantasía y que evita el contacto con el mundo real. La protagonista, Amy -la pequeña actriz Ann Carter resultó inolvidable en su papel-, vive con personajes imaginarios que quizá no lo sean tanto, mientras que sus padres creen que sufre algún tipo de trastorno (estamos en un pueblito norteamericano de los cuarenta, en el cual las teorías de Freud no parecen haber llegado en el último tren de la tarde). A través de una vecina misteriosa y extravagante, Amy desemboca en un mundo onírico que terminamos disfrutando tanto como ella. Esta auténtica película clase B, que carece de alardes y pretensiones, alcanza un maravilloso sentido de la fábula.

Hay que destacar la capacidad de síntesis de Lewton. A pesar de que por indicaciones del estudio ninguno de los títulos debía superar los setenta y siete minutos, nunca necesitó ir más allá. De hecho, algunos son más cortos, otra prueba de que no hace falta engendrar cintas amorfas de tres horas para contar una historia (como ocurre con tantos bodrios actuales, que duran toda una vida y ni siquiera así consiguen desarrollar personajes que trasciendan el cartón con el que fueron hechos).

Recomiendo ver estas películas en maratón, cosa de disfrutarlas con la gula que merecen, y para aprender cómo hacer cosas buenas sin mucha plata y sin necesidad de ser genial, algo que sirve para cualquier emprendimiento creativo en esta vida.

[1] Un detalle que remarca todavía más el ingenio de Lewton: el productor que estaba por arriba suyo le “dictaba” los títulos de las películas antes de que él tuviera armado un guión, incluso una idea previa. Le decía cualquier frase que sonara comercial y lo dejaba arreglárselas solo. Con nada más que eso, Lewton “rellenaba” los títulos con el argumento que le pareciera. Por eso The Curse of the Cat People no tiene nada que ver con la primera, salvo con que se repiten algunos personajes pero en un contexto totalmente diferente. Es notorio que Lewton no haya querido repetirse en obvias secuelas como hizo la Universal con sus famosos monstruos: Drácula, El Hombre Lobo, Frankenstein.

Sobre El Autor

Alejandro Hosne, Buenos Aires, 1971. En 2011 publicó la novela Ningún Infierno en Aldus, editorial independiente mexicana. En 2014 Alfaguara México editó su novela Todo lo demás es mentira y en 2015 reeditó Ningún Infierno. Al año siguiente salió Ningún Infierno en Alfaguara Argentina. Publicó en 2017 Diatribas contra el Trabajo en la editorial mexicana Librosampleados. En 2022 Evaristo Editorial publicó su novela Mientras Vivas. Trabaja como guionista de cine y coordina talleres de narrativa y guión. Residió en México quince años. A fines de 2021 regresó a la Argentina para radicarse allí definitivamente.

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