El pasado 10 de diciembre, en un Hasta Trilce repleto y festivo, se presentó Pentámeros (Ediciones en danza, 2021) el nuevo libro de Eduardo Mileo, poeta ineludible de la poesía argentina contemporánea. Con mucho gusto compartimos a continuación las palabras de Susana Villalba, quien lo acompañó en la mesa junto a Javier Cófreces, su amigo y editor.

 

En principio, acerca de toda la poesía de Mileo quiero comentar que me parece que no tiene todo el reconocimiento que debería, y eso creo que está en relación con que es un poeta lírico, en el sentido que le dio el Romanticismo, algo que hoy no está “de moda”.

Respecto de este libro en particular, si bien siempre su poesía tiene pensamiento, aunque no solamente, en este caso aparece claramente una unión entre filosofía y poesía.

Para ello se coloca en un lugar primigenio, de aparente ingenuidad, para hacerse las preguntas como por primera vez y en relación con lo que se percibe también como por primera vez. Ese intento de abordar como por primera vez tiene que ver con que va hacia las preguntas primeras que tanto se hace San Agustín como Lacan, y prefiere no recurrir a ninguno de ellos, aunque no es que alguno de los dos o algún otro las haya respondido realmente.

Le suma a esa actitud que no es inocente sino de encontrar un camino propio, que cada poema tiene la forma de un recorrido, cada párrafo es una modificación del anterior, no a la manera de tesis antítesis sino como los procesos entre percepción y pensamiento, en que cada vez se van modificando mutuamente. En ese recorrido, generalmente hacia el final retoma algo del comienzo pero ya es diferente, no porque se llegó a algo más cierto o acabado sino a algo más medular de la pregunta.

Como se trata de un poeta, “el que osa entender el sentido oculto”, el que “se arriesga a la locura” de dejar la realidad en su verdadera realidad que no es significar para nosotros, las preguntas ponen cada vez más en el centro al lenguaje. Al menos esto es mi lectura. No es que no aborde otras cuestiones y no es que siempre se trate de preguntas, hay momentos como decir que “estar unidos es una provocación cuando todo es fragmento”, cuando “la soledad es el signo de la época”. Pero mayormente considero que fue entrando cada vez más en lugares donde incluso cuando aparentemente el verso toma la forma de una sentencia, no lo es porque lo que afirma es lo incierto de todo. Y que cada vez más al ir adentrándose en el libro se percibe que el centro de gravedad es la cuestión de las palabras. Lo que por supuesto lleva a hablar del vacío, el silencio, el deseo, la muerte, el amor, la soledad, la memoria, todos temas que también giran constantemente en estos poemas. Incluso en las otras partes que no son Arte poética, por ejemplo en Amor y soledades no parece hablar estrictamente de amores o de soledades sino también de sus relaciones con (o mediaciones a través de) las palabras y con el silencio.

Entonces, para hablar de lo que me pareció que era el fuego que alquimiza todo el resto y sobre todo por las asociaciones con que este libro lo encara, tomé el libro de Agamben La muerte y el lenguaje. Y no es que busqué algún libro con el que poder desarrollar algo sobre Pentámeros sino que desde la primera lectura que hice del libro iba sintiendo que Agamben había hecho el mismo recorrido o que lo que interpreté yo de aquel ensayo me iba susurrando motivaciones de estos poemas. Van a pensar que estoy presentando a Agamben y no Pentámeros pero no, es que todo lo que me parece que Mileo pone en juego en este libro lo desarrolla mejor que yo aquel autor e incluso en un orden similar o con similares asociaciones.

Pentámeros comienza pintando el escenario de negro, con lo que creo que nos advierte desde la primera página sobre la Nada como principio y fondo del lenguaje, del libro, del poema y de la escena de Ser. Se es en el lenguaje, en definitiva en el silencio. “La verdad es un escenario vacío.” El poeta es el que osa entender el sentido oculto pero lo que finalmente comprende es el vacío detrás de ese sentido oculto, o mejor dicho: que el vacío es el sentido oculto.

Agamben desarrolla la idea de Heidegger de que el advenimiento del lenguaje da lugar al Ser pero ese lugar es una casa vacía. Porque es un no-lugar. En parte por la paradoja de que es el que dice, en el momento que dice, el que confiere sentido y carnadura a un yo que dice. Pero también porque el que habla ya no tiene voz en el sentido animal.

Agamben, mayormente siguiendo a Heidegger, analiza la diferencia entre la voz en el sentido de emisión de sonido de un organismo, algo que también hace el animal, y lo que Novalis llamó acústica del alma, otra Voz que da origen a la palabra, un puro querer decir anterior a cualquier acontecimiento concreto de significado. Es una voz que llama en el modo del silencio. Y paradójicamente ese silencio vacío es la Voz del Ser. “La experiencia del Ser es experiencia de una Voz que llama sin decir nada y el pensamiento y la palabra humana nacen sólo como eco de esta Voz.”

Es fundante ese momento en que ya no es un sonido animal pero aún no es un significado, porque ese ya no es esto y aún no es aquello pone en juego al Tiempo en relación con el Ser, además de que ahí aparece claramente una negatividad en la base, tanto del Ser como del Lenguaje.

Obviamente no puedo pretender explicar ni a Agamben ni a Heidegger al que éste analiza, ni a San Agustín, pero puedo intentar esta síntesis desprolija. Y siempre con la pretensión de ir asociando con los poemas de Pentámeros, en los que personalmente sentí constantemente este trasfondo de que todo lo que se empieza gestando como imagen, idea, sentimiento, recuerdo, rápidamente es borroneado por esta conciencia de la nada y de la distancia entre la palabra y el corazón. Y de la distancia entre la realidad real y lo que podemos acercanos a ella como humanos y siempre lenguaje de por medio.

Continuando con Agamben, asocia con los teóricos nominalistas medievales para los cuales Dios es Nada y su voz es Silencio, de lo contrario no sería Dios si fuera algo porque se parcializaría. Y ese silencio de Dios sería el fundamento abismal de la palabra. Esto va aclarando mejor la relación con Pentámeros, porque esa aparente ingenuidad de la que hablé al comienzo tiene que ver con no renunciar a los primeros acercamientos a la filosofía y a la poesía y sobre todo con no caer en la pretensión de la ciencia. Lo que asocio también con la actitud lírica de la que hablé al comienzo.

Entonces, lo que más me interesa del encadenamiento que va siguiendo el libro de Agamben es que finalmente pone el foco sobre los trovadores provenzales. La retórica anterior a ellos consideraba la palabra como siempre ya advenida y había que volver a encontrar los argumentos que contenía. San Agustín da un primer giro a esa concepción: El hombre no está ya siempre en el lugar del lenguaje sino que debe venir a él y sólo puede hacerlo por un deseo amoroso que al unirse al conocimiento hace surgir la palabra. La palabra es una experiencia amorosa y es la unión de conocimiento y amor. De este señalamiento sobre San Agustín, en La muerte y el lenguaje se deriva hacia los trovadores, para quienes la experiencia del advenimiento de la palabra poética se llama Amor. Y aclara Agamben que no tiene que ver con acontecimientos sicológicos ni biográficos sino con vivir el acontecimiento de lenguaje como fundamental experiencia poética y amorosa. Es posterior que el amor se haya convertido en un sentimiento y es posterior una inversión o malentendido en que la experiencia en la poesía pasa a ser poner la vida biográfica en palabras y ya no vivir la experiencia de la palabra. En el ahora en que hay mucha poesía autobiográfica, Mileo es un trovador, amor y pensamiento definen su poesía, como la de los trovadores. Es un trovador en todos sus libros pero probablemente en Pentámeros habla de ello.

Luego Agamben analiza en particular una trova de Aimeric en la que discute acerca de la Nada. Puesto que el nombre sí es pero remite a una cosa que no es, la Nada es la experiencia fundamental y fundante del lenguaje. Y volvemos a pintar el escenario de negro para comenzar un libro.

También en la Modernidad se comenzó a investigar en la relación entre deseo y objeto, deseo y palabra, como los trovadores, y lo que se subrayó es que el deseo nunca logra realmente su objeto, así es que la palabra surgiría de esa distancia insalvable o sería la distancia misma. Pero como ya comenté, Mileo prefiere abrir los versos, que son preguntas, como si aún no estuviéramos atravesados por el discurso de las ciencias, incluso las blandas que a veces cierran algunas de las muchas posibilidades que puede contener por ejemplo esa relación: deseo y palabra, deseo y objeto. “Por qué una sola razón si hay tantas”.

Es interesante que el libro de Agamben se refiere también a no caer en la típica dicotomía entre filosofía y poesía y además indaga en la posibilidad de superar la metafísica cuando se ha vuelto institución o instituida, para poder pensar desde un lugar menos doloroso, menos negativo y negador de cercanías. Y creo que algo de eso hay también en Pentámeros. Cierta sutil celebración está siempre presente, no todo es dolor, ni siquiera el vacío. “Entre el silencio y la voz hay un espacio que debe ser transitado”.

Sobre El Autor

Susana Ada Villalba (Buenos Aires, Argentina, 12 de abril de 1956) es una poeta, dramaturga y periodista argentina. En 1999 creó la Casa de la Poesía, espacio porteño y luego nacional con la finalidad de promover este género literario. Desde ahí se realizó por primera vez, el Festival Internacional de Poesía. Ha publicado seis libros de poesía y participó de numerosas antologías. En el 2011 se hizo acreedora de la Beca Guggenheim para la Creación con el proyecto de escribir el libro de poesía El animal humano, en el cual "hablarían las cosas que no suelen ser escuchadas”. Como dramaturga escribió y dirigió numerosas obras de teatro. Entre ellas La voz de la luz obtuvo la Mención de Honor del Fondo Nacional de las Artes. Se desempeña como Asesora Artística de la Casa de la Lectura y es docente de la Universidad Nacional de las Artes. También colabora como periodista y crítica teatral en la Revista Ñ de Clarín.

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